Nuestra cultura de corrupción, antes translúcida pero vestida, viene haciendo estriptís pornográfico de un tiempo acá. La ciudadanía, auténticos profesionales del periodismo, y un ministerio público independiente, desnudan a diario crímenes contra el Estado.
El asunto es tan grave que vemos como organizaciones civiles, instituciones, y no pocos sindicatos, también se infestaron haciéndose proclives a operar fuera de la ley. Hasta el punto de que la gente ha llegado a ver en cualquier militante de partido y en cualquier dirigente gremial a un ladronzuelo en potencia dispuesto a trampear y a robar. De ahí que no se les otorgue presunción de inocencia.
Hace un par de semanas, sospeché que el villano “chanchullo” preparaba un nuevo golpe. Fue al leer la siguiente noticia: “La Unión de Juntas de Vecinos de la Ciudad Colonial se congregó hoy frente al Hospital Padre Billini, el cual se encuentra en remodelación, en rechazo a que el centro de salud sea entregado a un Patronato, como se planea. A la protesta se unieron entidades como el Colegio Médico Dominicano (CMD), la Asociación Nacional de Enfermería (ASONAEN), y Marcha Verde, entre otros”.
Me pareció, leyendo el resabio y detallando las diferentes organizaciones allí presentes, que había un sin sentido. Mezclaba privatización con patronato, la historia del hospital con reclamos comunitarios, y añadían servicio al paciente. Un coctel sociopolítico -sanitario peculiar e incomprensible.
Recordé de inmediato la historia de cogiocas y mala administración que- a partir del despabilo de las monjitas enfermeras y administradoras ejecutado por el Presidente Guzmán (seguramente presionado por el PRD para colocar militantes)-comenzó a incrementarse en las instituciones sanitarias: material gastable yendo a parar a clínicas privadas, compras de equipos innecesarios, baja calidad de alimentación, carencia de medicamentos e instrumental, médicos indisciplinado se incompetentes, etc.
A nadie extrañaba aquello, porque el delito se propiciaba desde lo alto de la Secretaría de Salud. Tomemos, entre muchos y reiterados ejemplos, una denuncia aireada por la indispensable Nuria Piera en el año 2010: “Otro escándalo de corrupción administrativa es descubierto por Nuria Piera, esta vez en Salud Pública. El antes secretario y ahora ministro de Salud Pública, Bautista Gómez Rojas, ha realizado acciones tendentes a favorecer a muchos miembros de su familia al colocarlos en puestos y funciones donde de manera clara reciben pingües beneficios. Salud Pública hace descuentos ilegales y autoritarios a los sueldos de médicos y enfermeras con el supuesto fin de asegurarlos”.
La sociedad, todavía adormecida por décadas de corrupción sin castigo, callaba entonces. Por eso, sin perder tiempo, el prestigioso periodista Juan Bolívar Diaz, el 8 de abril del mismo año, tituló uno de sus artículos de la siguiente manera: “Meta Seguros: ¿otro caso cerrado?” Pedía esclarecer la denuncia hecha por Nuria, temiendo que todo quedara sin consecuencia alguna; como de hecho sucedió. Por décadas, el saqueo, las comisiones, y el enriquecimiento personal – no es hiperbólico decirlo – fueron tradición entre ministros y funcionarios de Salud Pública.
Dos de los hospitales de mayor prestigio en el país, “Cedimat” y el “Hospital General Plaza de la Salud”, mantienen la excelencia gracias a la supervisión y visión de sendos patronatos. Una gran mayoría de hospitales de Estados Unidos y Europa mantiene patronatos fiscalizadores de estándares profesionales y de pulcritud administrativa. Algunos contratan compañías internacionales especializadas en administración hospitalaria garantizándose independencia política y sindical, al igual que mayores beneficios económicos y calidad de servicio.
Así las cosas, y conociendo el mal que padecemos, no pude evitar, revisando el reportaje sobre las protestas frente al Hospital Padre Billini, imaginarme que los médicos manifestantes estuvieron allí porque no quieren abandonar su antiguo “modus operandi”. Desean seguir haciendo y deshaciendo sin rendir cuentas a nadie, arreglándoselas entre ellos. Que no se les moleste. Que todo siga resolviéndose dentro del gremio.