Decliné la invitación de volver a la modalidad presencial para impartir Fundamentos de Economía para no economistas el próximo cuatrimestre. Desde enero del 2020 he tenido grupos de estudiantes en forma remota sincrónica utilizando la plataforma de aprendizaje Teams, de Microsoft. Cuando la universidad se puso a cumplir el libreto del 2019 para enfrentar un posible virus mortal a nivel mundial ya tenía el curso montado en EDMODO, una plataforma que empecé a utilizar por mi cuenta. En esa indicaba tareas, publicaba contenidos, notas y algunos foros con los estudiantes.

El cambio a la virtualidad sincrónica no fue gran sorpresa y mejoré las competencias con los cursos de entrenamiento que ofreció la universidad, especialmente las referentes a la organización de los contenidos, la cantidad de evaluaciones, uso de los recursos audiovisuales y administración del tiempo. La reunión semanal de clase la divido en tres secciones de 45 minutos, ni un minuto más, con 15 minutos de descanso, ni un segundo más. En los 45 minutos desarrollo entre dos y tres temas con apoyo de videos cortos, breves lecturas y explicaciones que, aquí viene el truco para el enganche, tienen una prueba que preparo en Microsoft Forms donde el que estuvo atento se lleva todos los puntos; el que anduvo disperso en multitareas, nada.

El método lo explico tan pronto “presento calidades”. No pongo parciales ni examen final. La nota es una acumulación de los puntos logrados al completar unas cuarenta actividades en clase y dos o tres tareas cortas.  No abrumo con asignaciones extras que les compita con tiempo de las materias básicas de sus carreras, pero estar en multitarea en Fundamentos de Economía se paga caro. La imagen de la visualización de las notas por ejercicios de la clase del semestre pasado lo demuestra. El acumulado más alto fue 524 puntos, en 49 pruebas identificadas con un código para las que se utilizan en las notas relativas, una tabla con los puntos extras y otra con totales por semana.

En Power BI les voy publicando semanal cómo van en la clase con las notas por actividades. Cada estudiante ve su acumulado, el detalle de las pruebas, mis comentarios a su trabajo y se comparan con los demás participantes. Les explico que la clase se parece a esos programas de los gimnasios para cambiar tu cuerpo en tres meses, con un entrenador y una guía, que antes era en cartón, para medir el progreso. En ambos casos es imposible estar en multitarea (levantando pesas y cerrando con el celular en altavoz el precio al que se venderá un bono; o viendo el video de Martin Krause sobre la propiedad privada en lo que adelanto asignaciones en el trabajo de paralegal o aprovechar para planchar la oreja en lo que pasan los 10 minutos).

En la modalidad sincrónica remota he logrado incentivar de forma más eficaz la atención porque el sistema de recompensa y castigo es inmediato. Por ejemplo, el video del Dr. Krause menciona que los indígenas y los argentinos se vieron precisados a introducir derechos de propiedad para evitar la extinción de los castores y las vacas, por el aumento en su caza provocaba el comercio de las pieles. Terminado el video, una de las preguntas de una prueba es para indicar si el economista habló de la introducción por los esquimales de derechos de propiedad en el Polo Norte por la cacería indiscriminada de osos polares. Usar el tiempo para puntos marrones en la oficina o recuperar fuerzas con una siestecita les cuesta entonces un cero en la prueba y la mitad de los que otorgo por asistencia.

Este método no me funcionará en la presencialidad. Pensé que podía intentarlo, ya que los estudiantes pueden estar con sus celulares para hacer los ejercicios, pero eso es dedicar el mismo número de horas con estas dos desventajas: a) el traslado requiere otro uso mayor de tiempo que no es remunerado y b) tener ahora que llamar la atención en el aula al que llega tarde, se duerme, sigue conectado a la oficina, pide permiso para ir al baño o toma nota con desdén porque tuvo que dejar de pasarle la mano a la novia. Valoro más evitar esos males que la pérdida del beneficio del contacto personal. Tengo dos años dando clase, en cierto sentido, a fantasmas, ya que no exijo que estén en pantalla, solo algunos ponen fotos y otros sus iniciales. En todo caso, ahí tengo todo montado por si llega demanda de esta asignatura en la virtualidad. Au revoir.