«Los mismos que, sea por ignorancia, sea por una distracción de cualquier tipo, no observan las leyes de esta ciencia constatarán, que en esta materia una sola disonancia es, como en la música, la negación misma del arte, en el que todo ha de ser perfectamente ejecutado… so pena de no ser letal». – Honore de Balzac –
Este año, que recién inicia, trae consigo la amarga experiencia de un conflicto bélico regional de características globales: a) Los residuos de una pandemia que azotó inmisericordemente las proyecciones económicas de crecimiento de las grandes, medianas y pequeñas naciones. b) El avance de una izquierda diezmada por la retórica antiprogresista de sello imperial yanqui. c) Y, el recrudecimiento del antihaitianismo criollo, azuzado por rancias ideas de retorcidos idealistas opuestos al entendimiento entre pueblos hermanos.
Entiéndase que el Estado reclama compromisos por saldar en este maremágnum de situaciones adversas heredadas de anteriores administraciones. Camina sobre huellas en la esfera político-electoral y describe la llegada de un conjunto de acciones propias de un período intermedio entre la lucha y la conquista del poder. Este 2023, contrario al anterior, plantea una aterradora batalla por el posicionamiento y la visibilidad de quienes pretenden en el PRM, en un afán apresurado y descabellado, sustituir en el 28 al presidente Luis Abinader.
Hay muchos funcionarios sumergidos en esa distorsión cognitiva afianzada en sus bolígrafos, escritorios e imponentes despachos, presos de sus deseos y victimas de los aplausos, producidos, no por las simpatías que genera el liderazgo real, sino más bien, por la adicción que causa en algunos políticos la cercanía con la nómina pública. Ignorantes presupuestarios de banalidades (el señorío, las lisonjas y canonjías de efímera existencia) que los lleva a creerse con posibilidades de ascender más allá de un simple decreto.
La ambición imprudente es una debilidad de los peñagomistas, hijos naturales de un antiguo partido donde todo pasa sin sanciones; allí, en lo que una vez fue, la indisciplina y los excesos de democracia socavaron grandes posibilidades de ascender o mantener el gobierno en beneficio de un conjunto social que apuesta a la aplicación decente de políticas públicas. Fuente de huecas disputas y aspiraciones sin sustentación de la militancia que concluyeron con la ruptura del hilo que conduce o mantiene el poder.
La cohesión de fuerzas y la unidad de criterios son, combinadas con una justa y equilibrada administración del erario, los elementos fundamentales para la sostenibilidad del gobierno más allá del 2024. Sin que ello implique, echar al zafacón motivaciones y aspiraciones propias del hombre que ha decidido ejercer la carrera del bien común. Atendiendo, desde mi limitada lógica gramatical, que sentar las bases de un proyecto que no sea la reelección podría distraer la atención, alimentar el morbo de la oposición y provocar extemporáneamente grietas y laceraciones parecidas a las del 2010.
Lo prudente es unificar recursos e ideas en torno a lo que todo miembro del oficialismo necesita, sin importar las formas que haya de ultimarse para resguardar el fondo de este asunto, que lo es, sin temor a equivocaciones, mantener en manos de Abinader la conducción decente y ética del Estado. Lo demás es el producto de un tiempo a veces implacable con quienes intentan violar leyes establecidas en la ciencia del poder, por capricho o por inducción de terceros que anhelan usufructuar beneficios colaterales.
Quien no entienda esto, dice Honré de Balzac, observará que en política «una sola disonancia es, como en la música, la negación misma del arte». Y lamentarán subordinar el interés de las mayorías por elucubraciones sin sentido, solo existentes en su retorcido juicio y la locura de cortesanos capaces de elevar a dioses a mortales comunes para no perder las mieles de la nómina, y se repetirán constantemente, deben recordar que sin 24 jamás habrá un 2028.