Una fuente palaciega me ha confirmado que el Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales continúa conforme el cronograma porque se ha pensado y se ha diseñado a partir del rescate y la conservación del medioambiente, integrándolo, en vez de chocar con él.

Espero que así sea. Es el real sentir de los pedernalenses. De los progobierno, los contragobierno e “independientes”; religiosos, ateos y anarquistas; adultos mayores, jóvenes y niños; cuerdos y locos; ricos y sobrevivientes al azar de cada día,  que es la gran mayoría.

Pero también de los ciudadanos de las otras provincias de la región Enriquillo (Barahona, Independencia y Baoruco), que han sufrido eternamente las mismas penurias económicas y de destierro por parte del Estado.

Son de allá los verdaderos dolientes porque, durante décadas, han sufrido en carne viva el azote de la pobreza y de la indigencia, sin que poderosas corrientes de opinión se movieran a su favor.

La indiferencia nacional ha sido la norma respecto de la fronteriza comunidad de Pedernales, mientras el empobrecimiento se acerca a 70 de cada cien de sus habitantes, cifra válida para el resto de la región.

En la segunda vista pública sobre el estudio de impacto ambiental (EIA) hecho por  Empaca a solicitud del Gobierno, celebrada el 29 de abril en la Gobernación, los expertos han remarcado sobre las conocidas vulnerabilidades del territorio de esta provincia de 2,075 kilómetros cuadrados (séptima en tamaño), pero con el 67% de su superficie comprometida con los parques nacionales Sierra Baoruco y Jaragua, entre otras áreas protegidas.

Los especialistas de la empresa contratada por el Gobierno se han referido a humedales, manglares, playas, flora, fauna, baja pluviometría o escasez de lluvias, parques nacionales, especies en extinción, convenios internacionales. Y han advertido sobre el cuidado con estos factores a la hora de levantar las obras.

Muy bien. Nada mal que refresquen la memoria. Suele ser mala entre dominicanos, dicen.

En RD hay una historia de sepultura de lagunas, depredación de manglares y ríos, estupro de playas y parques. En el mismo Pedernales, la Alcoa Exploration Company, Ideal Dominicana, Dovemco y Cementos Andino causaron graves daños ambientales.

El único problema es que todo eso ha ocurrido ante un silencio local y nacional conveniente o, como mucho, ante discursos de reclamos blandos como cumplido. El pasivo ambiental le ha quedado a los pedernalenses como evidencia tétrica de indolencia colectiva.

Sin embargo, los proyectos Cabo Rojo (Alianza público-privada), Bucanyé (privado), malecón, carretera Enriquillo-Pedernales y Aceitillar-Puesto Escondido (Ruta de los colonos, por sierra Baoruco) no deben de posponerse un día más.

La gente está cansada de espera y de falsos discursos a ratos propulsados por intereses económicos. El Gobierno no debería ahondar el malestar y el estado de pobreza de esa gente.

En cuanto a la sociedad, sí es necesario que se convierta en veedora del cumplimiento de las promesas sostenidas desde el primer día por las autoridades nacionales, acerca de un proyecto de turismo sostenible y sustentable, con respeto a las áreas protegidas, sin plástico y con mínima  producción de dióxido de Carbono. Y punto.

Recursos naturales vulnerables y un clima envidiable es lo único que Pedernales puede ofertar, y mal administrarlos sería una costosa locura de inicio.

Así que las apuestas gubernamentales y empresariales deben de orientarse hacia su aprovechamiento responsable a través del ecoturismo, no a crear enclaves de resort con periferias plagadas de villas-miseria.

Pedernales puede y debe de ser una opción de primer orden para los nuevos turistas extranjeros y dominicanos apasionados por la naturaleza y la interacción con la cultura de los pueblos, y buscadores de una atención más personalizada en un ambiente sin jolgorios. El Gobierno ha dicho que va por ellos.

Avancemos hacia allá, sin temores. Se agota el tiempo.