La edad cronológica es simplemente los años que cumples. La edad biológica es la que muestra tu cuerpo y la mental es tu actitud de apertura ante la vida. Hemos estado viendo jóvenes que parecen ancianos y personas mayores que continúan disfrutando plenamente sus vidas. Algunos signos permiten identificar cuando alguien no tiene motivación para vivir, rindiéndose a la vejez, y aunque podría estar haciéndolo por miedo a vivir, esto tiende a acortar su vida. La prudencia favorece una larga vida, pero el miedo no.
A nivel físico, son muy conocidas las señales del envejecimiento. Nuestros cuerpos al envejecer pierden masa muscular especialmente por nuestra inactividad, así, disminuye: fuerza, resistencia, equilibrio y flexibilidad. Suelen haber múltiples medidas para disimular los años: teñirse el pelo, cirugías plásticas, fajas, maquillaje, foto shop, etc. Entre las medidas para mantener verdaderamente nuestro cuerpo joven, podemos señalar: hidratarnos bien, nutrición balanceada, evitar comidas chatarra, no fumar, reducir consumo del alcohol, ejercicio físico, controlar el sedentarismo, dormir lo suficiente y los chequeos médicos que sean necesarios. Lamentablemente estas medidas suelen tomarse sólo después de un “susto”.
Damos mucha importancia a los signos físicos de vejez, pero solemos ignorar los mentales. Es deseable lucir un cuerpo joven, pero mantener una mente joven no tiene precio. Una mamoplastia tiene poca importancia en una dama con una demencia severa, incapaz de conversar.
Es viejo quien sólo vive en el pasado, ya no tiene metas, se aísla, rechaza todo lo nuevo, teme al mundo, se rinde al pesimismo, etc. Su cuerpo tiende a adaptarse a sus pensamientos, iniciando un deterioro progresivo acelerado.
Por otro lado, los mayores que intentan “quitarse los años” manifiestan complejos de inferioridad por su edad.
Llega un momento en que la vida termina y se debe partir con dignidad y serenidad, pero mientras se tenga la salud necesaria, no deben aceptarse creencias limitantes.
Si deseas evaluar tu edad mental, analiza qué nuevas experiencias, actividades, aprendizajes o relaciones, has desarrollado en los últimos años. Si cada año te limitas a vivir más de lo mismo, te parecerá cómodo, pero produce un efecto negativo en tu cerebro. Todavía peor es si innecesariamente cada vez eliminas más actividades de tu vida.
Si crees que ya es hora de encontrarte con Dios, es conveniente que comprendas que Dios está en todos los lugares y por alguna razón estás en esta existencia y más vale que la vivas a plenitud, hasta que él decida otra cosa. No dejes de bailar si no ha parado la música.
Si te cerraron una puerta, abre al menos una ventana. Si perdiste tu mano derecha aprende a utilizar la izquierda. Si ya no puedes ver, utiliza tus oídos y tus manos. Pero mientras tengas vida, no te rindas.
Para tener la motivación necesaria para vivir, no hay que hacer cosas impresionantes o superespeciales, basta con no perder la facultad de disfrutar con cosas sencillas de la vida, que para muchos pueden pasar desapercibidas. Tu cuerpo tiende a funcionar de maravilla cuando crees que la vida es maravillosa.
Piensa las razones que podrían motivarte a mañana levantarte de la cama. La Sociedad está viviendo altos niveles de depresión, por desgracia a menudo solamente se reconocen los casos severos, el suicidio es una de sus posibles consecuencias y está en aumento. Hay más casos de los que imaginamos de personas que con sus conductas buscan inconscientemente la muerte.
El organismo necesita motivaciones, metas, planes y que amemos lo que hacemos para desarrollar todo su potencial. El ayudar de alguna forma a los demás aleja la vejez, porque todo tu ser comprende que sirves y se dispone a hacerlo. No podemos cerrarnos a los demás sin hacernos daño a nosotros mismos, porque somos energía y cuando amamos y servimos, fluimos como un río, de lo contrario nos estancamos y finalmente nos secamos.
Normalmente se sobreentiende que nuestras buenas acciones favorecen a los demás, pero la neurociencia nos ha mostrado que a quien más ayuda es a nosotros mismos.
Viktor Frankl fue un neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, que por ser judío estuvo recluido en campos de concentración nazis durante tres años, donde no murió pese a que era difícil sobrevivir. Como conocedor de la mente humana analizó las razones que lo mantuvieron vivo y descubrió la importancia de tener un sentido en la existencia. Cuando la persona no logra explicarse a sí misma las razones por la que conviene que siga viviendo, sus posibilidades de vida son limitadas.
Algunas conductas liberan en nosotros potentes neurotransmisores que activan todo nuestro ser: abrazar, besar, acariciar, acompañar a los que lloran o ríen, ejercitarnos, los orgasmos, ayudar voluntariamente, alcanzar una meta difícil, jugar con tu nieto, decorar tu hogar, contemplar la naturaleza. Vive mucho si quieres mucha vida.
Si definitivamente no puedes disfrutar la vida, una consulta a tiempo con un psicólogo o psiquiatra es muy necesaria.
Procura vivir con espíritu joven tus años viejos y sobre todo, que la vejez no te alcance en tus años jóvenes.