Este año, la Serie del Caribe se juega en Mexicali, lo cual me sirve de excusa para hablar de dicho lugar, famoso por estar «un poco» alejado del resto del país y porque allá no se considera que con 40 grados haga demasiado calor.

En efecto, la capital del estado de Baja California está a más de dos mil kilómetros de la ciudad de México y en verano el termómetro suele subir como la espuma, diría el lugar común. Es más, al estar bajo el nivel del mar, asentada como en una especie de agujero, el visitante cree que recorre un sauna interminable. ¿Será por eso que en la canción Puro Cachanilla se escucha: «Nací en los algodonales bajo un sol abrasador»? ¿El astro rey que, según las ganas o el aguante de cada uno, puede hacernos sentir «abrazados» o «abrasados», mas nunca indiferentes?

 Quiero aclarar que nunca he puesto ni medio pie en este sitio (ojalá y pronto cambie mi situación) así que escribiré como más me gusta: a lo tonto y sin frenos, sobre temas que desconozco. Lo anterior no significa que Mexicali no tenga encanto, ni que su única virtud sea su cercanía con Estados Unidos.

Es más, si uno ignora el muro absurdo que las divide, sabrá que a ambas ciudades las une incluso el nombre: Calexico es igual que California-México aunque más breve y Mexicali es la contracción de México y California.

Otra cosa sorprendente es que el platillo típico no sea el taco de… ni nada parecido, sino la comida china, que podemos disfrutar en más de doscientos restaurantes (comida china estilo Mexicali, se jacta uno de ellos). A inicios del siglo XX, muchos llegaron desde el Lejano Oriente para trabajar en los campos (¿algodonales?) aunque luego se pasarían a la nada sencilla tarea de construir el ferrocarril. Inclusive, hay información relativa a que, en aquel tiempo, el numero de asiáticos era mayor al de los cachanillas o mexicalenses.

La Chinesca es uno de los resultados más visibles de tal convivencia. No se trata del barrio chino tradicional, ya que su mayor atractivo se encuentra bajo tierra. Como la gente no quería estar «todo el santo día» metida en su casa pero tampoco exponerse a las caricias de este sol abrazador/abrasador, construyeron unos túneles provistos de lugares para el sano esparcimiento, lo que esto signifique.

Al parecer, había bares, casinos, prostíbulos y hasta fumadores de opio, aunque tampoco faltaban farmacias ni médicos. Cuando, por culpa de la Ley Seca, se prohibió el consumo de alcohol en la casa del vecino, era común ver manadas de güeros surcar aquellos meandros subterráneos, ávidos por saciar sus deseos más urgentes y de paso, echarse una copita.

Ahora bien, si a usted le da comezón meterse en un túnel así, aunque ahora sólo se usen con fines turísticos (¿sin opio ni casinos, ni…?), puede pasar el tiempo al aire libre. En la misma ciudad hay parques para chicos y grandes, además de un zoológico y por supuesto, no nos olvidemos del majestuoso desierto. Igualmente, a menos de dos horas, podría bañarse en el Mar de Cortés, allá por los rumbos de San Felipe o irse a Ensenada, Tecate o dirigir sus pasos hacia la «coqueta» Tijuana…

En fin, yo no dejaría de ir al Nido de las Águilas, donde juega la novena local, que en estos días se viste de gala, por aquello de la Serie del Caribe. Sin duda, Mexicali es tal como la definió el compositor Antonio Valdez Herrera en la canción ya aludida, Puro Cachanilla: «Cumplidora y orgullosa». Eso sí, cuando yo vaya, será entre noviembre y febrero…