El mundo ha entrado en una etapa de mucha incertidumbre, con varios frentes de guerra al mismo tiempo. No saber el curso que seguirán los acontecimientos altera a veces nuestro ancestral optimismo.
A sabiendas de que el orden internacional quedará definido principalmente por la guerra en Ucrania y las persistentes provocaciones de los EUA contra China, así como su intento de paralizar el progreso de aquel país, estoy convencido de que la guerra que tiene lugar en Palestina va a tener efectos indeseables de largo plazo. Por lo pronto, es la que tendrá un impacto más negativo en la imagen mundial de EUA y todo Occidente.
Menos mal que en algunas partes del mundo aparecen ya voces y movimientos manifestándose contra lo que estamos viendo en Gaza, impulsados principalmente por los estudiantes universitarios. El gobierno de Biden y algunos europeos, como los de Alemania y Reino Unido, a eso le llaman antisemitismo. Y los reprimen metiendo presos a los que protestan.
Hay algo que mis limitados conocimientos no logran discernir bien. Si el pueblo palestino es de origen semita y el israelí por igual, cómo puede alguien que esté en su sano juicio (ya comienzo a dudar de que Biden lo esté), considerar antisemitismo la protesta por la matanza, pero no la matanza en sí.
Y si alguna vez emiten una declaración condenándola no es más que poses teatrales por razones puramente electorales, como se aprecia en días recientes debido al temor de Biden a perder el favor de la juventud, observando grupos que le siguen en sus actividades de campaña con cartelones de “genocide Joe”.
Parece que, tras muchos siglos de odio y persecución contra los judíos en el mundo occidental, incluyendo su expulsión por los Reyes Católicos y otras monarquías europeas, hasta la Solución Final de Hitler, eso les ha conferido un cheque en blanco para cometer las mayores atrocidades contra otros, particularmente contra aquellos de cuyas tierras se apropiaron, basados en una imagen de victimismo que cultivan, a sabiendas de que cualquier reacción en contra puede ser catalogada de antisemitismo.
¿Cómo puede ser posible que Estados Unidos vete en Naciones Unidas todo intento de aprobación de treguas humanitarias en Gaza, y el único día en que no la veta sale a decirle a Netanyahu de inmediato que no la cumpla? ¿Cómo explicar que mientras abandona la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, que significa dejar de suministrarles alimentos, combustibles, agua y medicinas a millones de personas que están encerrados y sin capacidad de moverse, aprueba miles de millones de dólares en armas al verdugo que los bombardea?
Las protestas juveniles parecen haberse concentrado en universidades de los países del norte occidental, no porque ellos sean más sensibles frente al dolor ajeno que los latinoamericanos, asiáticos o africanos, sino porque esos jóvenes perciben que son sus gobiernos los que actúan como cómplices del genocidio contra los palestinos, al apoyar financieramente, darle cobertura diplomática y suministrarle armas al gobierno que lo ejecuta.
Si las universidades y los grupos de población de Asia, África y América Latina no están siendo escenarios de protestas, eso no significa que los pueblos no se sientan asqueados al ver tanta barbarie. Es mas bien porque entienden que presionar a sus propios gobiernos no conduce a nada debido a que no son ellos que la patrocinan.
En los países árabes y en los de religión musulmana de Medio Oriente, Asia y África deben tener la sangre ardiendo por dentro, y si no se manifiestan activamente es porque son gobernados por autocracias o teocracias que responden, principalmente, al poder estadounidense. Pero muchos de esos gobiernos podrían comenzar a derrumbarse en los próximos años; habría que ver la reacción futura de los pueblos de Egipto, Jordania y Arabia Saudita por el colaboracionismo de sus gobernantes.
Igualmente, los Estados Unidos va a seguir perdiendo su influencia y legitimidad. Lo que es peor, podrían multiplicarse las acciones terroristas a lo largo y ancho del mundo, pues, por mucho que Israel logre matar, irremisiblemente quedarán vivos muchos niños y jóvenes huérfanos y desamparados, que habrán perdido toda esperanza de verse emancipados por medios civilizados, y que saben que es imposible enmendar tanta injusticia enfrentando militarmente a enemigos tan poderosos. No les quedará otro camino.