Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “a incidencia del suicidio a nivel mundial entre las mujeres es cuatro veces menor que en los hombres”, debido a su instinto maternal y al rechazo a los métodos letales (Estudios de la OMS y OPS, 1992-2019).

Por su parte, los estudios epidemiológicos realizados por psicólogos sociales y psiquiatras auspiciados por la OMS, período 1989-2015 refieren que, la conducta suicida muestra diferentes facetas o caras: (1) El suicidio consumado; (2) el suicidio frustrado; (3) las tentativas de suicidio; y, (4) el parasuicidio.

En tal sentido, “la mayoría de los suicidios consumados ocurren con premeditación y alevosía, tanto por los hombres como por las mujeres. Como se sabe, los hombres utilizan métodos letales para consumar sus suicidios, mientras que las mujeres recurren en la ingestión de fármacos como  mecanismos para llamar la atención (Värnik, 2012).

De su lado, el suicidio intencional consumado, tiene como propósito acabar con la vida del sujeto; mientras que, el suicidio frustrado, a pesar de que el sujeto tiene una intención inequívocamente de suicidarse, utilizó un método que le falló o fue frustrado (Spirito y Donaldson, 1998).

No obstante, las tentativas de los parasuicidios tienen la intención expresa de causar un daño físico deliberado, sin la intención aparente de quitarse la vida, pero en muchos casos, este intento causa la muerte, dado los medios y los procedimientos utilizados, como son la ingestión de fármacos o las autolesiones superficiales, entre otros (DSM-V, 2018).

Según se sabe, el objetivo del parasuicidio es manipular a personas cercanas y, al mismo tiempo, producir cambios en el entorno que le favorezca al sujeto que intentó suicidarse. En tal sentido, se trata pues, “de una llamada de atención con finalidades diversas, tales como vengarse de alguien, mostrar lo desesperado que está el sujeto, buscar ayuda, averiguar si alguien la quiere realmente, huir temporalmente de algo insoportable o mostrar lo mucho que el sujeto quiere a otra persona” (Blasco-Fontecilla, 2010).

Por su parte, cuando se trata de un parasuicidio, los especialistas en higiene y salud mental, sabemos que, estamos frente un sujeto con una posición ambivalente, ya que por un lado, el sujeto desea morir, si su vida continúa tal y como está; mientras que, por el otro lado, desea vivir, si se producen cambios significativos que le favorezcan en el corto y en el mediano plazo (DSM-V, 2018).

Según las estadísticas sobre el suicidio, “los hombres somos más decididos a suicidarse, ya que éstos tienen una menor tolerancia al dolor y al sufrimiento crónico y, al mismo tiempo, somos más reacios a buscar ayuda cuando estamos atravesando por un problema que nos agobia, prefiriendo recurrir al consumo de alcohol y otras sustancias prohibidas” (DSM-V, 2018).

En tal sentido, los especialistas en higiene y salud mental sabemos que, el mayor índice de suicidios masculinos guarda relación con la forma como los hombres manejamos nuestras dificultades personales y emocionales, “ya que los varones no soportamos la soledad o la ruptura amorosa, pero tampoco solemos hablar de nuestros problemas” (Echevarría, González-Ortega, Corral y Polo-López, 2011).

Por otro lado se sabe que, las causas y las motivaciones por las que las mujeres piensan suicidarse o se suicidan, son inferiores a los motivos que tenemos los hombres, ya que la mujer tiene la misión de ser dadora y protectora de vida, según su propia naturaleza y su intento maternal.

Según los estudios de la OMS y la OPS y la Federación Mundial de Salud Mental , cuando una mujer decide suicidarse, utiliza métodos más pasivos y silenciosos, tales como la intoxicación con fármacos o la inhalación de monóxido de carbono, entre otros métodos que son pocos letales (Federación Mundial de Salud Mental, 2022).

Asimismo se sabe que, las mujeres realizan cuatro veces más tentativas de suicidios que los hombres, pero estos, en su mayoría, resultan ser fallidos. No obstante, los hombres consiguen consumar el suicidio tres veces más que las mujeres, debido a los métodos e instrumentos que utilizan, según los resultados de los estudios realizados por la OMS-OPS, período 1984-2006.

De su lado, las estadísticas sobre intentos o de suicidios en mujeres refieren que, estos responden a un llamado de atención, cuando éstas están siendo agredidas física y psicológicamente o, están siendo abusadas sexualmente, o son víctimas de infidelidades reiteradas por parte de sus esposos.

Finalmente, todo intento de suicidio (joven, hombre, mujer) debe preocupar a sus familiares, ya que la verbalización o la planificación del hecho podría ser inminente si el sujeto tiene problemas económicos, sentimentales y de salud física y mental que este no está en capacidad de enfrentar o resolver.

Es humano, estar atento al dolor y al sufrimiento de quienes sufren, sin importar su color, estatus social y preferencia religiosa de quienes sufren” (ANONIMO).