“Sevilla tiene un color especial
Sevilla sigue teniendo su duende
Me sigue oliendo a azahar
Me gusta estar con su gente.”

Canción de Los del Río

Quienes deseen escucharla, aquí les dejo enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=JZHf0XLId0Y

La influencia cultural de Al-Ándalus en la historia de la ciudad y de España es en mi opinión una de las más preponderantes de su historia.

Y es que tropezarse con un hamman del año 1163 en un común bar de tapas (Bar Giralda se llama) en una calle cualquiera de las que rodean la Catedral, es testimonio elocuente de la importancia de dicho imperio en la Península y en Andalucía.

Sevilla: hamman del 1663 bajo el califa Abu Yacob. Foto propia.
Sevilla: restos del hamman del 1663 bajo el califa Abu Yacob. Foto propia.

La taifa de Sevilla en los tiempos de Al-Ándalus fue reconocida por el florecimiento de las artes y la cultura.  De hecho, uno de sus reyes era llamado “rey poeta”, se trata de Muhámmad al-Mutámid.

Un ejemplo de la poesía del rey poeta:

“¡Cuántas mujeres hirieron

Allí de amores mi alma,

Siendo cual flechas agudas

sus dulcísimas miradas! (…)”

(https://dbe.rah.es/biografias/17995/al-mutamid-ibn-abbad ) https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/poesia-y-arte-de-los-arabes-en-espana-y-sicilia–0/html/fee9daf4-82b1-11df-acc7-002185ce6064_70.html

No cabe dudas de que el ambiente sevillano, con esa encantadora mezcla entre lo mudéjar y los descendientes de visigodos y romanos, gitanos y judíos, ha servido de inspiración para las artes y la literatura.

Sevilla: del Guadalquivir desde el Paseo de Colón a la hora del crepúsculo. Foto propia.

Miguel de Cervantes, vivió una temporada en la que era una atractiva ciudad durante el Siglo de Oro, y la integró en una de sus Novelas Ejemplares: Rinconete y Cortadillo.

La obra más importante y difundida con Sevilla como escenario central, es “El Burlador de Sevilla y el convidado de piedra” de Tirso de Molina, la cual crea un personaje que hasta se ha convertido en arquetipo psicológico, Don Juan Tenorio.

Sevilla: vista del Puente Isabel II o Puente de Triana a la hora del crepúsculo. Foto  propia.

Una caminata a la hora del crepúsculo por el Paseo de Colón, a la vera del Guadalquivir, con las golondrinas migrando a su lugar de reposo durante la noche, fue suficiente para revelarme a quien es quizás el poeta más conocido de Sevilla, Gustavo Adolfo Bécquer y recordar:

“Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán. (…)”

Su poesía se inscribe en la posromántica española y su influencia abarca a otro poeta sevillano imprescindible Antonio Machado, miembro de la Generación del 98, quien se afilió en el movimiento de una poesía más modernista.

La poesía de Machado se ha popularizado en el siglo XX gracias a la divulgación de Joan Manuel Serrat, quien le puso música a su poesía, siendo la más conocida “Caminante no hay camino”.  Este poeta es favorito de mi madre y con ella memorizamos estos versos:

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;

y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Sevilla: vista del Puente Isabel II o Puente de Triana, réplica de una carabela y de la Torre Sevilla a la hora del crepúsculo. Foto propia.

Además de la literatura, se tejieron leyendas propias de la ciudad, como aquellas en torno a la Torre del Oro, polígono de doce lados, construida en el año 1121 por los almohades que entraron en Andalucía, para la protección de la ciudad del acceso por el Guadalquivir; se encontraba unida por la muralla a otra torre en forma de polígono llamada la Torre de Plata, cerca del Real Alcázar.  Se decía que el rey Pedro I de Castilla guardaba tesoros allí, también que los almohades la forraron de azulejos dorados, de ahí su nombre.

Varias veces transitamos frente a la plaza de toros la Real Maestranza, en el Paseo de Cristóbal Colón.  En el período que estuve en Sevilla no había cartelera lo que en España se denomina la “fiesta de toros”, sin embargo, estaba abierta a visitas, lo que hicimos superficialmente.

Sevilla: Real Maestranza.

Es una actividad típica de España, cargada de rituales y simbolismo, incluso religiosidad, que convierte a los toreros en héroes y a los toros en adversarios; los toreros vestidos de luces, y movimientos que se asemejan al baile flamenco, con la diferencia de que, en su caso, pueden significar la diferencia entre vida o la muerte en la arena.

Las corridas de toros forman parte esencial de Sevilla, tanto que hay numerosos restaurantes y bares de tapas, con cabezas de toros como “decoración” colgadas en las paredes (no tengo idea si eran reales o reproducciones).

A pesar de las múltiples protestas de los grupos de protección de animales las corridas de toros se continúan llevando a cabo en España, y por supuesto en Sevilla.  La costumbre de los toros no fue trasladada a las costumbres la colonia de Santo Domingo, como ocurrió en otras partes de América, por ejemplo México.

Sevilla: Bar de tapas decorado con cabezas de toros (no se si son reales o reproducciones).

Nunca me atrajo presenciar una “fiesta de toros”, sin embargo, la observo y conozco de lejos con gran respeto por lo que representa en la cultura española.

Sobre la gitanería, la judería y algo más en la próxima entrega.