El otro día estuve leyendo un interesante artículo del periodista-escritor catalán Francesc Canosa -me fascina su estilo-; el título traducido al castellano es ¨Comerse al tío y a la madrina¨ en el que revela entre muchas cosas interesantes que en seis estados de Norteamérica está permitido hacer ¨compost¨ con las personas muertas.

El compost es un fertilizante natural producido de bacterias, hongos y gusanos sobre residuos orgánicos que se utiliza para mejorar la fertilidad de la tierra y como alimento para las plantas, es el abono que tanto les gusta hacer o tener las y los amantes de la jardinería, horticultura y fruticultura sin componentes químicos artificiales.

La mayoría de la gente de todo el mundo ya sea por las costumbres ancestrales o por las creencias religiosas sigue enterrando a sus muertos de muy variadas formas y ritos siendo una de las más originales las que se hacen en Nigeria donde construyen los ataúdes de las más variadas y diferentes formas, de avión si el muerto fue un piloto, de gallina, de pájaros y animales totémicos o exóticos según lo deseaba el difunto o su familia, además de que las ceremonias funerarias son muy divertidas.

En los países occidentales y en otros donde llega su cultura mortuoria, los cuerpos son lavados o regados de arriba abajo como lo hacen con los vehículos en los carwash, maquillados igual que para ir a una entrevista de televisión, vestidos con trajes formales como para ir a solicitar préstamos o empleos, metidos en ataúdes si es posible de los más caros y sofisticados.

Con acolchados interiores de finas telas y colores para dormir las siestas eternas con mayor comodidad, coronas de flores refinadas y exóticas de las cuales muchas de ellas nunca hemos visto u olido, bandas de seda con mensajes que tal vez no las hemos oído o pronunciado en vida, tumbas, criptas y lápidas a ser posible mármol bien labrado o esculpido y los cementerios que ahora son Memoriales, Puertas del más allá y pronto pasarán a ser Resort del Descanso, y que ya se han convertido en preciosos parques de recreo con bosquecillos, áreas de paseo y entretenimiento, con pequeños lagos donde patos o gansos nadan placenteramente. Y eso sin contar los servicios religiosos como los rezos, el rosario, misas, las caravanas…

La muerte se ha sofisticado como casi todo en nuestros días hasta tal punto que un entierro de categoría sale por tres ojos de la cara, los dos del muerto y un tercer ojo de la familia si no recibe una herencia cuantiosa con que pagarlo, y también va cambiando las formas con el asunto de las cremaciones.

Ahora muchos prefieren simplificar toda esa parafernalia con la incineración que podría decirse están de moda entre la gente más progre. A uno lo queman y achicharran como a un chicharrón hasta dejarlo en puras cenizas grises, las envasan en una urna pequeñita y con ellas las esparcen al mar, en el río o en la montaña que tanto le gustaba al finado, o la colocan sobre la repisa del cuarto de estar.

Al comienzo las o los deudos las miran, las lloran un tanto y al cabo de un tiempo es un adorno más de la casa para mostrarlo con orgullo a las visitas: Miren, son los restos del pobre Alberto, lo queríamos tanto que de esta manera siempre está con nosotros. Y también sirve como saco callado donde echar las culpas: Lo ves Alberto, Laurita llegó anoche otra vez de madrugada oliendo a alcohol y mariguana, eso pasa ¡estúpido! porque la consentías tanto…

Claro que hay casos extremos, como aquel cónyuge que llevaba una parte de las cenizas del deudo en una capsulita con cenizas colgado del cuello como si fuera un camafeo (¿camamuerto?) Y una viuda que quería tanto a su marido que de tanto en tanto se las iba tragando a cucharitas como si de una medicina de consuelo se tratara. También los hay más naturalistas y reciclables, un amigo mío quiere que sus cenizas las pongan en un campo y en ellas a manera de fertilizantes se plante un árbol. Excelente y productivo final de existencia.

Por mi parte siempre he tenido algunas ideas diferentes que ojalá un día puedan materializarse. Una de ellas es hacer los ataúdes de arcilla, como los tarros de las matas, con un molde resultan mucho más baratos que los de madera, pueden pintarse o barnizarse y como los de Nigeria ya citados lograr formatos diversos, son algo más pesados y frágiles, pero no son cosas para golpearlas y con un poco más de cuidado y un par de cargadores más todo solucionado. De manera similar podría hacerse de tablas tipo cajas de frutas y asimismo de cartón normal o reciclado.

¿Saben cuántos árboles dejarían de talarse al año con estos sistemas más ecológicos? Cientos de miles en beneficio del tan apaleado medio ambiente. Otro método más económico y menos contaminante es cambiar los calurosos trajes, zapatos y corbatas de los finados por los antiguos sudarios o sabanas, más frescos y ligeros ¿o es que los muertos van a ir a asistir a una ópera de Verdi después de enterrados?

De todas las manera yo prefiero el compost citado al inicio, así muchas personas pueden tener su huerto propio, en la casa, en la terraza, en el techo, o en el campo y producir sus vegetales o árboles frutales que tal como están los alimentos de caros puede ser un ahorro importante, y además se pueden seleccionar a la carta.

¿Hoy que prefieren comer berenjenas tía Rosita o lechugas crujientes del abuelo Andrés que era tan buena persona? Las naranjas del tío Ramiro ya saben que salen agrías…con aquel carácter endemoniado que tenía… De esta manera si hemos sido útiles en vida ya sea mucho, bastante, poco, o nada, tenemos la oportunidad de servir para algo más.