Para una persona medianamente informada (aquella que recibe en un celular inteligente por lo menos el servicio de noticias en línea) lleva dos años recibiendo noticias alarmantes y alarmistas, desde que en el 2019 se desatara un foco de infecciones de un llamado “novocoronavirus” en Wuhan, China, y que al ser reportado a la Organización Mundial de la Salud, fue bautizado como COVID-19.

Una pandemia se define como la "propagación mundial" de una nueva enfermedad. Considerando que un brote es la aparición de casos de enfermedades que exceden lo que normalmente se espera, una epidemia es más que un número normal de casos de enfermedades, comportamientos específicos relacionados con la salud u otros eventos relacionados con ésta en una comunidad o región, según la Organización Mundial de la Salud. Revisemos las pandemias del pasado reciente según CNN, en su documental: https://cnnespanol.cnn.com/video/que-son-las-pandemias-y-pueden-detenerse-cnn-orig/ .

Las pandemias han sido parte de la historia de la humanidad durante siglos, y una de las primeras de la historia se remonta a 1580. Desde entonces, al menos cuatro pandemias de influenza ocurrieron en el siglo XIX y tres en el siglo XX, según los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos de América (CDC, por sus siglas en inglés).

La pandemia más grave en la historia reciente fue la pandemia de gripe de 1918, a veces denominada "gripe española". Se estima que la pandemia infectó a unos 500 millones de personas o un tercio de la población mundial y mató a unos 50 millones en todo el mundo.

Sigue habiendo cierto debate sobre dónde se originó este virus de la gripe H1N1, pero los científicos han descubierto que el virus tenía genes de origen aviar. En otras palabras, tenía una conexión con las aves.

Según los CDC, más soldados estadounidenses murieron a causa de la pandemia de gripe de 1918 que los que murieron en la batalla durante la Primera Guerra Mundial en ese mismo año. En 1919 la pandemia disminuyó, pero el virus H1N1 continuó circulando estacionalmente durante 38 años.

Luego, en 1957, surgió un nuevo virus de influenza A H2N2 en el este de Asia que desencadenó una pandemia que se estima mató a 1,1 millones en todo el mundo y 116,000 en Estados Unidos. El virus estaba compuesto por genes que podrían estar relacionados con un virus de influenza aviar A.

El virus se informó por primera vez en Singapur en febrero de 1957, Hong Kong en abril y en ciudades costeras de Estados Unidos en el verano de ese mismo año. Sin embargo, su supervivencia en la población humana fue corta y el virus desapareció aproximadamente una década después de su llegada. Algunos científicos sugieren que fue suplantado por un subtipo H3N2.

En 1968, una pandemia causada por un virus de influenza A H3N2 que se originó en China arrasó con el mundo. Ese virus estaba compuesto por dos genes de un virus de influenza aviar A, según los CDC. El virus se observó por primera vez en Estados Unidos en septiembre de 1968 y provocó alrededor de 100,000 muertes en todo el país y 1 millón en todo el mundo. La mayoría de las muertes en exceso fueron en adultos mayores de 65 años, según los CDC. El virus H3N2 continúa circulando globalmente como un virus de gripe estacional.

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Ante la COVID-19, República Dominicana reaccionó como todo el mundo: en el mayor desconcierto y en la improvisación completa y absoluta. Hicimos elecciones municipales dos veces y las presidenciales y congresuales en medio de la pandemia, preocupándose las autoridades en todo nivel por incidir en el desorden que como respuesta organizamos a la COVID-19. Era más la preocupación por “mercadear” con el gobierno mascarillas e insumos que coordinar con los países de la región un plan de acción colectivo.

John Avion, analista político de CNN, produjo un documental titulado ¿Cómo hemos superado las pandemias pasadas? Disponible en el enlace siguiente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/03/25/como-hemos-superado-las-pandemias-pasadas/. Nos advierte de los errores cometidos en la pasada pandemia de la gripe española y que seguimos cometiendo en esta.

Creo que nadie debe olvidar que durante el período de transición, el patrón conductual de las autoridades dominicanas se asemejaba a los anti vacunas, con poca fe en los esfuerzos de la ciencia. La decisión de la nueva administración Abinader colocó una orden a Astra-Zéneca de vacunas anti-COVID-19. Esta no pudo cumplir por un extraño giro de la historia. Trump, en su búsqueda para acelerar el desarrollo de las vacunas, financió la experimentación con la tecnología del gen-mensajero con fondos reservados de la “seguridad nacional” norteamericana incluyendo a Astra-Zéneca, empresa Sueco-británica. Astra-Zéneca buscó los permisos ante el gobierno británico y se olvidó de la producción en Estados Unidos, que no fue recibida por la falta de autorización sanitaria norteamericana.

Cuando en Europa arreció a finales del 2020 la COVID-19, le pidió a EE. UU. autorización para exportar su producción estadounidense y le fue negada porque, por el Acta de Seguridad Nacional, “no puede salir de territorio gringo para no caer en manos del enemigo”. Por ello, Astra-Zéneca no pudo cumplir con el presidente Abinader. Ante tal coyuntura, con decisión gerencial y sin miramientos ideológicos, aceptó la oferta de Sinovac –empresa estatal china– de suplirnos con su vacuna producida por tecnología más tradicional. Así, República Dominicana comenzó un proceso de vacunación que hoy reconocemos como la razón principal del repunte del turismo y la recuperación económica actual.

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Subiendo un escalón, ¿existe alguna evaluación comparativa entre la mudanza del virus desde su origen asiático en 2019 a que el epicentro se encuentre en occidente en 2022?  Una historia que parodiando a Hamlet y su frase «ser o no ser» quiere significar la dualidad cultural de los humanos. Para ello recurro a Byung-Chul Han, filósofo sudcoreano que reside en Berlín, en una entrevista sostenida el 24 de octubre de 2020 en El País, de Madrid, sostiene esa comparación: disponible en el siguiente enlace: https://elpais.com/ideas/2020-10-24/por-que-a-asia-le-va-mejor-que-a-europa-en-la-pandemia-el-secreto-esta-en-el-civismo.html

Byung-Chul Han, en octubre de 2020.

La explicación se resume en estos párrafos de la entrevista: «¿La exitosa contención de la pandemia en Asia se debe pues —como muchos en Occidente suponen— a un régimen de higiene que actúa rigurosamente y que recurre a la vigilancia digital? Evidentemente, no. Como sabemos, el coronavirus se transmite por contactos estrechos y cualquier infectado puede especificarlos por sí mismo sin necesidad de estar sometido a vigilancia digital. Entre tanto, ya sabemos que para que se produzcan cadenas de contagios no es tan relevante quién ha estado brevemente dónde y cuándo ni quién ha ido por qué calles. ¿Pero cómo se explica entonces que, con independencia del sistema político de los respectivos países, los índices de contagio en Asia se hayan mantenido tan bajos? ¿Qué une a China con Japón o Corea del Sur? ¿Qué hacen Taiwán, Hong Kong o Singapur de forma distinta de nuestros países europeos? Los virólogos especulan sobre las causas de que las cifras de contagio en Asia sean tan bajas. El premio Nobel de Medicina japonés Shinya Yamanaka habla de un “factor X” que es difícilmente explicable.»

«Es incuestionable que el liberalismo occidental no puede imponer la vigilancia individual en plan chino. Y mejor que sea así. El virus no debe minar el liberalismo. Sin embargo, también en Occidente olvidamos enseguida la preocupación por la esfera privada en cuanto empezamos a movernos por las redes sociales. Todo el mundo se desnuda impúdicamente. Plataformas digitales como Google o Facebook tienen un acceso irrestricto a la esfera privada. Google lee y analiza correos electrónicos sin que nadie se queje de ello. China no es el único país que recaba datos de sus ciudadanos con el objetivo de controlarlos y disciplinarlos. El procedimiento de scoring o calificación crediticia social en China se basa en los mismos algoritmos que los sistemas occidentales de evaluación del crédito, como FICO en Estados Unidos o Schufa en Alemania. Mirándolo así, la vigilancia panóptica no es un fenómeno exclusivamente chino. En vista de la vigilancia digital, que de todos modos se hace ya en todas partes, el seguimiento anonimizado de contactos a través de la aplicación Corona-App sería algo del todo inofensivo. Pero muy probablemente el seguimiento digital de contactos no sea el motivo principal de que los asiáticos hayan tenido tanto éxito combatiendo la pandemia».

¿Podemos seguir la argumentación cultural asiática, llena de espíritu confuciano y espíritu colectivista? La respuesta la encontramos en la Entrevista: «Paradójicamente tienen más libertad los asiáticos, que acatan voluntariamente las severas normas higiénicas. Ni en Japón ni en Corea se ha decretado el cierre total ni el confinamiento. También los daños económicos son mucho menores que en Europa. La paradoja de la pandemia consiste en que uno acaba teniendo más libertad si se impone voluntariamente restricciones a sí mismo. Quien rechaza por ejemplo el uso de mascarillas como un atentado a la libertad acaba teniendo al final menos libertad».

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Nuestro expatriado filósofo asiático nos muestra a Nueva Zelanda como “un país liberal que ha vencido ya por segunda vez a la pandemia”. El éxito de los neozelandeses, explica Byung-Chul Han, consiste también en la movilización del civismo. La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, hablaba enardecidamente del “equipo de cinco millones” (la población de su país.). Su apasionada apelación al civismo tuvo muy buena acogida entre la población. Por el contrario, el desastre norteamericano se puede explicar porque Trump, llevado por su puro egoísmo y su afán de poder, ha socavado el civismo y ha dividido al país. Su política hace totalmente imposible sentirse parte de un nosotros, concluye el filósofo.

Byung-Chul Han propone una síntesis: «Liberalismo y civismo no tienen por qué excluirse. Civismo y responsabilidad son más bien un prerrequisito esencial para el buen logro de una sociedad liberal. Cuanto más liberal sea una sociedad, tanto más civismo será necesario. La pandemia nos enseña qué es la solidaridad. La sociedad liberal necesita un nosotros fuerte. De lo contrario se desintegra en una colección de egoístas. Y ahí el virus lo tiene muy fácil. Si quisiéramos hablar también en Occidente de un “factor X” que la medicina no puede explicar y que dificulta la propagación del virus, este no sería otra cosa que el civismo, la acción conjunta y la responsabilidad con el prójimo».

No somos modelos los dominicanos ni los esfuerzos del presidente Abinader han guiado a todos y todas a la necesaria disciplina social. El espíritu nihilista ha estado presente durante el rigorismo de los confinamientos y la desconfianza se ha volcado al negacionismo de la necesaria vacuna de refuerzo ante la cuarta o quinta ola de ómicron. Actitud propia o tomada a préstamo de los grupúsculos divulgadores de “noticias falsas”, que podrían complicar la recuperación económica de Quisqueya, la Bella.

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Vamos a considerar cuál será el futuro pandémico desde la perspectiva de la quinta ola generada por la variante ómicron. Desde la Epidemiología –la disciplina que trata de la detección y expansión de enfermedades– se ha desarrollado una nueva disciplina: la prospectiva, la disciplina centrada en los estudios sobre el «futuro» y que tratan de identificar los motores de cambio de la realidad para analizar su posible evolución y, a partir de ellos, construir escenarios a los que dirigirse (si son positivos) o evitar y prevenir (en caso de que sean negativos).

Explica Javier Jordán en un artículo en El País, de Madrid (Disponible en el enlace: https://agendapublica.elpais.com/noticia/13648/covid-19-prospectiva-seguridad-defensa): «Para ello, es necesario contemplar los fenómenos sociales con una perspectiva sistémica, entender qué variables resultan determinantes, qué patrones se pueden establecer y qué factores pueden cambiar radicalmente la morfología de dicha realidad. La prospectiva es una herramienta de uso habitual en el ámbito militar y de inteligencia estratégica. Y, a raíz de la situación generada por la COVID-19, es lógico preguntarse en qué medida los documentos prospectivos en los ámbitos de seguridad y defensa habían identificado las pandemias globales como fenómenos potencialmente disruptivos».

Jordán propone la regla del Cisne Negro a la COVID-19, ya que se ha comportado para los dirigentes políticos y para la mayoría de los ciudadanos como un fenómeno extremadamente inusual, como un cisne negro de pleno derecho. Además, tras su aparición en China, y luego, el rebrote en Italia, la comprensión del cisne negro se convirtió en un concepto más comprensible. Es decir, que estamos en vías de controlar al virus antes de que acabe con nosotros, la humanidad.