Me pregunto qué sería del presente si Shakespeare hubiese tenido que estudiar literatura bajo una beca del Mescyt. Hamlet, Ottelo y Macbeth serían apenas las cenizas del algún sueño como los míos, ahora que me han echado encima un balde de agua fría. Para que pueda usted entender de qué va este relato cómico-trágico, debemos remontarnos al 30 de junio de este año cuando recibí la llamada:

 

—Sí, ¿me comunico con el señor Claudio? Le habla Miguel Chirinos, representante de la Universidad Internacional de La Rioja, y le llamo para comunicarle que usted ganó una beca del 100% por medio del Mescyt, para cursar el “Máster Universitario en Publicidad Integrada: Creatividad y Estrategia”. ¡Enhorabuena!

 

Imaginarán ustedes que después de haber aplicado en varias ocasiones para becas del Ministerio —sin éxito alguno, a pesar de cumplir con todos los requisitos—, recibir esa noticia me llenó de una profunda alegría. Este tipo de sorpresas, hacen que desees creer un poco en que no todo está perdido en este país, que algo por fin funciona.

 

I: El contacto

 

Después de recibir esta llamada, mi primera acción, fue la de contactarme con el Mescyt. Les escribí por correo, redes sociales, teléfono —sin respuesta alguna—, por lo que tuve que pedir un permiso en mi trabajo e ir en persona. Después de esperar un buen rato, la representante que me atendió me dijo que tenía que esperar el correo oficial. Cuando le pedí que, por favor, al menos confirmara mi status, me dijo que no le era posible, que yo debía esperar el correo con los detalles y que, si ya fui contactado por la universidad, es porque seguramente tienen el listado correspondiente.

 

Incluso encontrándome en la institución, no pudo en ningún momento verificar que la llamada que recibí era legítima. Desde ese punto, mantuve una comunicación vía telefónica con el representante de la universidad, quien en todo momento me afirmó que no había ningún problema, que no me preocupe y que ya el Mescyt había pasado un listado oficial de los becados. Le di entonces, permitiéndome ilusionarme, le di el voto de confianza tanto al ministerio como a la universidad.

 

II: El diplomado y los correos oficiales

 

Mientras voy reuniendo toda la documentación solicitada por la universidad, empecé un diplomado de cinco semanas previo a la maestría impartido por la MIU City University Miami a través de la plataforma virtual de la UNIR, propedéutico que está incluido como parte del programa y del cual obtendría también una certificación. Estamos calentando motores, me dije, y mientras cambiaba los pañales de mi nena de dos años, aguantaba tapones y me quedaba hasta tarde en el trabajo, la emoción subía: esa ilusión de que por fin tu vida empieza a dirigirse al lugar que crees merecer, ese espacio de crecimiento en el podrás construir el porvenir. Ahí la curva emocional empieza a llegar a su punto álgido.

 

Voy cursando los módulos hasta llegar a la 5ta semana. En ese tiempo, comienzo a preocuparme porque no he recibido el correo oficial, e intento comunicarme —sin éxito—, nuevamente con el Mescyt, mientras en esa misma semana, publican en su cuenta oficial de Instagram que “el día de la entrega formal de becas sería el 10 de agosto”. Ese mismo día llegan a mi correo electrónico las devastadoras palabras: “Saludos, estimad@. Tenemos a bien hacer de tu conocimiento que, en esta ocasión, la solicitud a becas en la que has participado no ha sido aprobada”. ¿Cómo que no ha sido aprobada?

 

Llega el día 10 de agosto. La cuenta de Instagram del Mescyt se llena de imágenes de la entrega de becas con caras felices y sonrisas brillantes. Me comunico con el señor Chirinos preguntando si ha habido algún cambio en mi estatus, quien me dice: “Nos han indicado nuestras autoridades que en este momento existe una incidencia en el sistema interno del MESCYT. Esto está siendo tratado directamente entre nuestras autoridades y el ministro, Dr. Franklin García Fermín, para solventarlo a la brevedad, por lo que pedimos un poco de paciencia, mientras realizamos las gestiones para que todo sea aclarado”.

 

El día 11 de agosto —como si fuese casi una coreografía maléfica—, reviso mi gmail y me percato de que he recibido otro correo oficial en el que el Mescyt culpa a la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) de otorgar becas sin su consentimiento:

 

“…hay personas que están recibiendo llamadas de la Universidad UNIR, en dicho correo o llamada ellos dicen que están hablando de parte del Mescyt diciéndoles a ustedes que han recibido una Beca, esto se ha debido a un error de coordinación de información ya que, todo candidato(a) de todas maneras, para poder cambiar su estatus de preseleccionado a seleccionado en el Mescyt debe tener la Admisión y para eso necesitan completar los requisitos con la Universidad, pero esto no significa que tienen una beca de parte del Mescyt…”.

 

La comunicación, escrita a través del representante del Mescyt, Luis A. Núñez Henry, me dejó boquiabierto. ¿Cómo es posible que una institución educativa contactara a un estudiante sin tener una aprobación previa del Mescyt? ¿Será posible que una universidad como la UNIR se preste para tal cosa sin ningún tipo de aprobación o diálogo previo, sin una carta firmada o algún acuerdo? ¿Cómo fue a parar mi expediente a manos del representante de UNIR si no fue a través del Mescyt?

 

III: Inicio de la maestría

 

Cuando ya daba todo por perdido, el 29 de septiembre recibí un correo de la UNIR en el que se me daba el acceso al campus virtual para cursar la maestría. Empecé a hacer todos los preparativos de lugar, sin embargo, para mi sorpresa, el 5 de octubre me contactó la señorita Yeny García, representante de la UNIR, informándome que lamentablemente recibió el último listado del Mescyt en el que se desestimaba mi beca, por lo que tenían la obligación de retirarme el carnet estudiantil que me da acceso al campus virtual de la universidad.

 

Más que coraje me da vergüenza estar inmerso en un proceso tan desafortunado en el que una institución pública como el Mescyt que supuestamente intenta “becar mi futuro”, juegue de esa manera con mis ganas de salir adelante. Cabe resaltar que todo el papeleo cuesta: solicitar, legalizar, apostillar, ir de aquí para allá, renovar visa, para que me aplaste la falta de organización interna.

 

¿Cuándo se va a acabar el desorden del Mescyt, señor Franklin García Fermín? ¿Valdrá la pena haber escrito este artículo amigos lectores? Decídanlo ustedes. Espero que este mensaje les llegue al menos a todas las personas que están pasando por esta misma situación: ojalá ustedes se animen a contar también sus historias y que se nos dé una explicación satisfactoria como ciudadanos que pagamos nuestros impuestos y tenemos derechos.