El sistema electoral dominicano conduce a que un partido con gran apoyo popular actúe como un gandío en la elección de la Cámara de Senadores.
En ese sentido, se trata de un sistema mayoritario, conforme al criterio de Geovanny Sartori, quien lo condiciona a que la votación tenga lugar en circunscripciones (por lo general, uninominales), donde el ganador se lo lleva todo.
La definición restringida de Dieter Nohlen del concepto de los sistemas electorales, en el sentido de que estos determinan las reglas a través de las cuales los electores pueden expresar sus preferencias políticas y mediante las cuales es posible convertir los votos en escaños parlamentarios (en casos de elecciones legislativas) o en cargos de gobierno (en caso de elecciones para presidente, gobernador, alcalde, etc.), libera de culpa al partido que trata de llevarse los treinta y dos escaños de senadores.
Cuando algunos partidos y organizaciones de la sociedad civil claman impotentes: ¡no se sacian, quieren todos los senadores! el ganador puede responder con propiedad: ¡es el sistema!
Distinto al diputado, que se elige mediante lista de candidatos por circunscripción territorial en representación del Distrito Nacional y las provincias, el senador se elige de manera uninominal o individual, debido a que, por disposición del artículo 78 de la Constitución de la República, cada uno representa una provincia y uno al Distrito Nacional.
Se debe destacar que las circunscripciones uninominales de senadores, escogidos en base al principio de representación de mayoría, solo existen en América Latina en la República Dominicana y en la República Federativa de Brasil. Los demás países tienen dos o más senadores por demarcación territorial, lo que contribuye con garantizar una representación de más de un partido en el Senado.
Como una muestra de la incidencia del sistema electoral en la obtención de la mayoría o la totalidad de los escaños de senadores están los resultados de las Elecciones Congresuales y Municipales del 2002, en las que el Partido Revolucionario Dominicano, bajo el liderazgo del entonces presidente Hipólito Mejía, que disfrutaba de una alta valoración de la ciudadanía, obtuvo 29 de 32 senadores, así como los de las elecciones del 2010, en las que el Partido de la Liberación Dominicana, bajo el liderazgo del entonces presidente, Leonel Fernández, obtuvo 31 de 32 escaños de senadores.
¿Es conveniente para la democracia que un solo partido ocupe todos los escaños de la Cámara Alta? Por supuesto que no, lo ideal es que el sistema garantice que las minorías también estén representadas. Pero, en caso de que no exista tal garantía, la debida lealtad a cada uno de sus candidatos obliga a los partidos y sus líderes a luchar para ganar todos los escaños.
Para dificultar que un solo partido político pueda tener la representación total del Senado de la República, sería necesario modificar la Constitución Política, a los fines de cambiar las demarcaciones uninominales por plurinominales, de manera que, por ejemplo, las provincias con poblaciones superiores a los 250 mil habitantes estén representadas por dos senadores.
Mientras tanto, a un mes de las Elecciones Presidenciales y Congresuales, todo indica que el Partido Revolucionario Moderno y sus aliados ganarán, como mínimo, 30 escaños de senadores, tomando en consideración su valoración de más de un 53% y la intención de votos de casi un 70% de su candidato presidencial, Luis Abinader.