Morada. Morada pestilente. Llegada. Lengua de claves y tornillos. Lo sórdido que enuncia cercos y temblores. Reino de la historia. Ataques del lenguaje. Juego de derechos penales que exigen las pruebas de preguntas y respuestas. La risa de espectros estatales. Qué es esto? Qué es aquello que dice  la sentencia probable del deseo? Tornillo sagrado. Agarrado al verbo que es Dios  y vive en cuerpo y en pecado permanente.  Corre. Nada puede negar ni prohibir los cristales del poema. Así es como se oye en la noche de los tiempos. Es una verdadera historia. Testimonio de miradas y orígenes. La figura en masa y hueso. Todo lo  traduce el tacto. Es la visión de lo táctil, lo intocable.

La sima y el abismo se ignoran entre sí.  Los números del mundo erosionan el lenguaje. Es el golpe lo que avisa. El nombre prohibido grita en la tierra. Ella, la morada del hombre y lo pesado de la guerra. Qué cosa, qué destino?  Pentagrama  que corre desde la mirada, lo inasible.  Es el espíritu lo real.  Es la tormenta. Todo hecho viral, polar, extra-polar y triangular.

No calla la  historia,  aquella historia legendaria. Más bien se convierte en grito y luz.  Ya no ilumina el silencio.  No es silencio. Todo lo  acapara el signo en una noche maldita . Sobria. Ver la  virgen maría fiflá y bailando una guaracha ardiente. Desnuda en nacimiento. Todo tiene su reflejo. Claridad inencontrada. Nuevo número accesible.  Moderno cuadro con señales y elemento táctil recordado. Vocal y consonante no se pierden y encima se destruyen,   se sostienen en la lengua. Se detienen en el piso. Una muñeca  gigantesca de carne y hueso. Se perciben  hueso y carne caminando por los cielos.  Especie que perdura, se vuelve agua de cielo,  aparece por lo visto y corre y une y da la vida de la rosa.

Es el comienzo,  es el vínculo posible. Es el cuadrado diurno, el mito que se abre al elemento y se destruye,    se mantiene,  se ilumina el todo.  Todo permanece.  Quiere su comienzo cerrado del eterno. Todo el que golpea sueños mata la esperanza de vivir. Usted lo escucha y no lo sabe. Escribir es dar saltos desde  y contra la danza del lenguaje. Lucas lo enseña en  su evangelio que es también evangelario de aquellas aves humanas e inhumanas. Se trata de los signos y donde se cocina el lenguaje por dentro y por fuera de la historia. Malla y valla que contiene escorpiones, cucarachas y ratones que provocan espantajos y alacranes gigantescos;  hiperobjetos gratificadores y residuos de un cuerpo (social) envenenado. Góngora se agita y escupe la comida de obispos y miembros de muchísimas  empresas eclesiásticas;   aspira a corregir los errores truqueros creados por agentes androides y siniestras salamandras salidas de oscuros laberintos, donde no se escucha la palabra atómica y sentiente del que aspira a ser sujeto de la pérdida.

Acierta la androginia en la pregunta por la “cosa” que no exime la cuchilla. Luego la oscura y tempestuosa carne que no asume el centro de poder, ni tampoco pervertir  lo que  ha quedado  en duda. Lo que quiero decir es que la crónica de grandes y menores sucesos atildan en siniestros cuerpos insurgentes; vetustos animales y temblores que producen máscaras rojas y negras…Es lo que no acaba de volcarse como polvo apocalíptico. Pero ese es el relato. La pregunta ataca y permanece junto al vínculo sagrado. Y por qué dudar de ese profeta perdido en un desierto de arena y viento ardientes?

Mano. La mano, la huella difundida como estéril punto de equilibrio pide a gritos  la palabra, el nido de culebras políticas tejidas por sujetos imprudentes, impúdicos, enfermos de sentidos y metales en la sangre. Cercos, cielos y centellas son marranos de una fe perdida. El número transita por un cuerpo secreto, secretísimo,  mistérico y horriblemente serpentino. Ya sabes, hermano macanudo. Esto es La Secreta.  Esa misma que persigue a los que hablan en secreto y esconden la memoria tempestuosa del ser y el movimiento. Ese es el cuadro que asimila el logos que jode el pensamiento, cuando el dios aprieta la garganta. Sucede que la noche mueve muertos y espermas pensativas que cubren las oscuras y obscenas larvas del deseo, perdón, de la verruga y el arete; fuego lagunoso que ataca la pareja y vuelve y vuelve el desgraciado. Es lo que cuenta y se cuenta en el bosque perdido,  en la pelea entre ortodoxos y cercanos asesinos de ángeles que gritan sus temores y tumores dolorosos.

Heterodoxia. Subterráneos alcanzados por demonios seculares… Diabólicos oficios,  pavorosas voces gravemente tormentosas; operaciones de intestinos (gruesos y delgados), que rugen lanzando llamaradas orgánicas, solubles, ruidosas  y pujantes. Poema excremencial que afecta el ecológico planeta y sobre todo el universo anal, la neurona que calienta el nervio óptico y sus tórridas funciones. Eso es lo que pasa con el diálogo de sombras y artificios. Véase: Manual para orientar fantasmas y sacerdotes fantasmales. Y muchas cosas que mueren y salen de nosotros.