Mujer y girasoles de Pedro Pablo Méndez.

Los amigos de mi padre venían a casa a escuchar música y hablaban mucho de los compositores. Así fue como Lope Balaguer y Rafael Solano entraron en mi mundo a finales de los sesenta. Estaba lejos de imaginar que un día de julio de hace seis años empezaría a leer, estudiar y enamorarme del estilo directo y contundente de una autora de Acento. Un estilo que recuerda los puñetazos del inolvidable boxeador Mohamed Ali. Debo admitir que muchas veces he esperado que sus artículos aparecieran a medianoche, para poder leerlos y finalmente acostarme. En verdad les digo, «por amor, por amor, por amor».

Por esas cosas inexplicables de la vida, el Leo que soy se dio cuenta de que admiraba a una escritora del mismo signo astrológico. Ella nació el 15 de agosto y yo el 14. En teoría, deberíamos estar ante una situación bastante explosiva. He disfrutado contando los días desde aquel julio, con la increíble determinación de quedarme en su ventana. Sí pasando por Gascue ustedes ven una sombra cerca de una ventana, soy yo. El caballero de la ventana. Un domingo por la tarde, mientras llovía a raudales en mi ciudad, no encontraba las palabras para explicarle lo mucho que me gusta leer sus textos bajo la lluvia; así que decidí enviarle «cosas del alma». Me contestó inmediatamente para decirme que le encanta Cheo Feliciano. Esa noche me dormí tarareando «las cosas del alma despiertan dormidas».

Cuando mi ciudad está ardiendo en ese país de al lado donde cada semana hay una insurrección (y cada cambio de gobierno es una revolución), ella es la primera persona que me llama por teléfono para ver si tengo lo suficiente para pasar el día, la semana, etc. Con estas palabras del corazón, saludo a la gran Familia Acento, en la República Dominicana y por el mundo. Durante estos últimos seis años, he aprendido a mirar nuestro planeta de forma diferente, gracias a Acento.