Sin duda alguna, las expectativas de América Latina en materia política electoral se centran en las elecciones de Brasil de cara a la segunda vuelta de hoy.

Cuando este artículo esté publicado los brasileños estarán acercándose a las urnas para elegir entre sus candidatos, el actual presidente Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva.

Este proceso electoral tiene un colofón que podríamos establecer claramente en el ámbito de los procesos democráticos avance o retrasos de la democracia.

Este proceso que se ha caracterizado por una fuerte confrontación de ideas alrededor de temas tan fundamentales como el aborto, la protección del medio ambiente, la lucha contra la pobreza, la alimentación y la seguridad de los brasileños.

De acuerdo a los últimos sondeos, el candidato Lula da Silva debería ser electo al final del día, pero con un margen estrecho. Lula ha sido obligado a replantear sus posiciones y moverse al centro político; nuevas visiones que tienen que ver con el tema del aborto y además moderar su discurso frente a grupos conservadores como las iglesias, que quiere atraer en la última franja del proceso electoral.

De lo que se trata no es de una simple elección, se trata de que a nivel mundial más de 60% países no viven en democracia plena, una democracia de calidad, eso es mucho si decimos que esto puede abarcar el 70% de la población mundial. Algunos de esos países tienen expresiones de autoritarismo electorales, eliminado jueces, parlamentos, tribunales y violando la propia Constitución. Esto es un desafío abierto respecto al movimiento y la consolidación democrática como sistema político.

Si bien es cierto que las democracias liberales y las democracias participativas  se encuentran focalizadas en 34 países, cuando analizamos en materia porcentuales se establece que solo el 13% de la población mundial está viviendo en democracia plena.

Esas democracias están siendo afectadas por derivas autoritarias, que más bien se parecen a patrones guiados y aprendidos del pasado, con un marcado drama de personalismo y mesianismo, que terminan sustituyendo las instituciones a nivel funcional.

En los últimos dos años, a esta deriva autoritaria de algunos países se ha sumado seis(6) golpes de Estado directo, significando que la amenaza por la vía autoritaria militarista está presente en el quehacer de lo político.

Un brillo de esperanza en relación al funcionamiento de las instituciones, en cuanto el funcionamiento de la democracia, es la República Dominicana y la República del Ecuador. Particularmente la República Dominicana ha sostenido su índice de desarrollo humano, su PBI, lo que le permite mejorar las condiciones políticas y la participación, sobre todo en materia de derechos de las mujeres para ser escogidas en la dirección de los partidos políticos y seleccionadas en los puestos de dirección pública.

Cuando hacemos una identificación de los problemas esenciales de la sociedad latinoamericana nos damos cuenta de que prácticamente son los mismos problemas: la desigualdad social y económica en la región más desigual del mundo, amplio nivel de desempleo, por lo tanto, pérdida de las oportunidades y aumento de los procesos migratorios irregulares y la inseguridad ciudadana, alto índice de asesinatos y secuestros. América Latina concentra las 35 de la ciudades más peligrosas del mundo, México tiene 4 y también Brasil se agrega a la lista.

Al final del día esperamos que en Brasil se imponga la democracia, la sensatez y que los ataques al órgano electoral no sean la base para deslegitimar el proceso y desconocer los resultados de unas elecciones que son sumamente importantes para América Latina.

La salud democrática está en juego en la elección de Brasil. Suerte a los brasileros, sin duda alguna la necesitan.