Porque: “Primero descubre lo que quieres ser y luego haz lo que debas hacer".

Si tienes la fuerza para hacer algo,

pero no para aprender a hacerlo,

¿qué ganas con tener la fuerza?

Marco Aurelio.

Creyendo, cual si fuésemos fieles creyentes, se nos pasa el tiempo contemplando todo tipo de situaciones atentatorias contra nuestra propia existencia. Clamando a dioses y santos para que nos los resuelva, quizás, creyendo que los tiempos de amarrar los perros con longaniza no han pasado. En tanto esto sucede, toda una generación perdida, poco a poco se va convirtiendo en carroñeros, dejando tras de sí, solo desgracias, despojos y dolores sin que aparezca algún rastro de progreso o superación ciudadana.

¿Exagero? Es muy posible, pero, lo que a diario vemos más nos convence de no estar muy alejado de la triste realidad. Y, quienes se supone que deben de tomar las debidas decisiones para cambiar esta situación, en su gran mayoría, sufren de un agudo sesgo de confirmación pero que, a todas luces, lo que creen, no es lo que el resto de los mortales vemos y padecemos. En este momento, podríamos hablar de algo peor a pasar hambre, es decir, que no importa el orden en que lo coloquemos, los mismos, por su naturaleza, son todos fatales. El tránsito, oh, mi Dios, que peste infernal hemos creado, mejor dicho, han creado los políticos acompañados de su claque policial, corrupta e inepta, donde los miles de millones de pesos han circulado por sus venas sin producir otra cosa que no sea caos y desasosiego en este pendejo pueblo, quizás, como se está haciendo costumbre, de comparar con otros lares nuestras penurias, como si fuese un premio de consolación.

Pero muchos que nos criamos creyendo en un Adán y Eva; en los cuentos de Caperucita y su supuesta inocencia; en los super héroes de los cartones animados y en tantos otros inventados por ingeniosas mentes creativas, especialistas en rodearnos de fantasías, hoy, agradecemos  esos engaños, porque de no haber sido así, hoy, nos comeríamos sin rechistar las teorías y fantasías creadas por los políticos, solo para su provecho personal, como ese de los partidos políticos, supuestamente para que no robaran el erario y que hoy, todos los años reciben pingües beneficios sin pudor alguno. Toda una barrabasada que bien les ha caído imitando otros países muy diferentes a nosotros. Si no fuese una ofensa, hasta diría que solo es un vulgar robo, disfrazado con un dejo de dignidad o quizás de legalidad.

Por un lado, como si fuese algo simple, la justicia se convierte en un  mercado donde todo se compra y todo se vende, salvo está, con las debidas excepciones: Vemos como un “pata puel´suelo” hace cualquier fechoría o crimen y en pocos meses le cantan 20 o 30 años de prisión, en tanto, otros se pierden en las inmundas cárceles sin nadie que dirija la mirada hacia esa desgraciada realidad, donde convierten hombres en animales y, para los privilegiados ladrones con ribetes hasta de honorables, los juicios se prolongan de tal manera que, por cansancio, llegan a los 4 años sin conclusión alguna, debido a las argucias elaboradas por los abogados y basadas en leyes o códigos que “ellos” mismos han elaborado, se escurren como agua entre los dedos de la justicia. Aclarando que, en estos casos, es difícil distinguir hacía que lado se dirigen y por qué las actuaciones de los jueces que lo permiten.

Entre estos hechos y el fanatismo religioso o el tigueraje, es en realidad difícil darle una calificación, porque, cuando más de 500 motoristas se lanzan por una pendiente botella en manos, en una sinuosa carretera, para supuestamente ir a adorar una virgen, la cosa pasa de castaño a gris oscuro. ¿Es un acto de reflexión o una manifestación de nuestra falta de civismo y una falta de autoridad que ejerza sus funciones, antes que buscar falsos protagonismo o dedicarse a dar cifras como si fuese una lotería? Pensemos en eso. ¡Sí señor!