La corrupción es un antiguo mal en la R.D., es, además una práctica de épocas pasadas. Aún en estos días, leemos, oímos y vemos informaciones de actos de corrupción en las mismas entrañas de las estructuras en las iglesias cristianas; en las esferas de Estado; pero, la jerarquía está tratando de corregir el fondo de este mal, y se busca establecer lo que es conveniente para la sociedad, y en conformidad a la ley, y a los principios morales.
La conciencia del ser humano debe sensibilizarse y tomar los debidos pensamientos, planes y acciones para enfrentar las malevolencias que inciden en el planeta Tierra. Para eso se requiere de una serie de formalidades que ayuden a los afectados, ya que gente de todas clases y condiciones sufren y mueren por falta de la atención que se debe ofrecer de manera mancomunada. Es indispensable la demostración de ética, responsabilidad personal, buena voluntad y disposición para encarar los problemas y asistir a los habitantes de todo el globo terráqueo.
Existe la necesidad de observar el protocolo y las exigencias que demandan la ética sobre las ideas, conjeturas y comportamiento, para dar amparo a los pueblos, especialmente a los más vulnerables; por tal razón, se predican las bienaventuranzas y la solidaridad de los creyentes seguidores de Jesús el Cristo; pero, es obligación de toda persona de mente sana, de buena voluntad y con capacidad, ofrecer asistencia para el bienestar de las comunidades.
Cada miembro de la sociedad es personalmente responsable de hacer lo necesario para auxiliar a los más necesitados. Con esto en mente, se requiere que las normas de seriedad, rectitud y moralidad sean condiciones y actitudes permanentes en la ciudadanía, propia de ministros religiosos, comerciantes, políticos, educadores, comunicadores, militares, policías, profesionales de todas las áreas de la vida cívica y gubernamental; en fin, toda persona que vive y labora, cual sea su modus vivendi. Esto debe ser así, para prometer y efectuar con eficacia y ética moral las exigencias de disciplina y el aporte de buena voluntad; es necesario apoyar las buenas intenciones y ejecuciones en todos los niveles de las actividades, programas y servicios sociales.
Se debe corregir lo malo, apoyar lo bueno y mantener siempre la claridad y transparencia en que se está sumergido por vocación o compromiso cívica y humanitaria. Hay que luchar a “tiempo y fuera de tiempo” en todas las esferas del mundo donde se requiere ética moral y responsabilidad, para eliminar los hechos de corrupciones.