La corrupción es un antiguo mal en la R.D., es, además, una práctica de épocas pasadas como aparece en la Santa Biblia en los Hechos de los Apóstoles, capítulo 28, verso 26, cuando San Pablo anuncia al pueblo acerca de los corruptos: diciendo: “Por más que escuchen, no entenderá; por más que miren, no verán. Pues, la mente de este pueblo está entorpecida”.
Este asunto de la corrupción o el abuso de poder fue denunciado por Martin Lutero, el Reformador Protestante,, en las 95 tesis del 15 octubre, 1517.
En la época de Revolución Francesas, muchos funcionarios y personajes de la nobleza, fueron muertos por la guillotina, al ser declarados culpables de corrupción.
La corrupción en la Europa de los noventa impactó sobre el sistema político. Esa misma condición existe en miembros de partidos políticos que gobernaron la nación dominicana en años pasados,
Aún en estos días, leemos, oímos y vemos informaciones de actos de corrupción en las mismas entrañas de las estructuras eclesiástica y en las esferas de Estado; pero, la jerarquía está tratando de corregir el fondo de este mal, y se busca establecer lo que es conveniente para la sociedad, y en conformidad a la ley, y a los principios éticos-morales.
Se requiere ética moral con bases firmes de las modalidades de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; estas cualidades revestidas de los particulares de ética moral de las virtudes teologales de: fe, esperanza y amor. Este conjunto de cualidades debe ser sobre llevados con responsabilidad personal, para dar ejemplo efectivo de solidaridad y asistencia en la lucha mancomunada, a fin de combatir y liquidar los nocivos pensamientos, planes, acciones y efectos de corrupciones que provocan mal en la familia, grupo íntimos, comunidades religiosas, partidos políticos, estructuras de gobiernos, establecimientos comerciales, ordenes policiales y fuerzas armadas, corporaciones bancarias, organizaciones humanitarias, asociaciones filantrópicas; por tanto, en todas las etapas donde el ser humano se involucra en la sociedad y el mundo; pues, estamos viviendo un periodo en que la perversidad azota a los pueblos en la faz de la Tierra; por tanto, se requiere que la ética moral y responsabilidad personal asuman importancia, sean observadas de manera objetiva, y unirse en la lucha contra el mal, a fin de exterminar las maledicencias que perduran.
La consideración de esta recomendación es de mucho valor, por ejemplo: “Moral y ética deben ser las simples ropas, que uno viste cada día de su vida, fina corona en las cabezas, y parte desarrollada del alma” (Cinachi, citado por Sang-Ben, A., 2021).