Donald Trump, quien encabezó la gestión de gobierno en el período 2017-2021, no pudo aumentar su probabilidad de retornar a la Casa Blanca luego del primer debate presidencial con el demócrata Joe Biden, actual mandatario.
Tampoco Biden logró afianzar su posibilidad de ser reelecto, como aspiran los líderes de su partido y gobiernos aliados a nivel internacional.
Las posibilidades de un retorno de Trump al poder siguen siendo improbables, dado el cúmulo de demandas legales que tiene pendiente en su contra en varias cortes federales.
Peor aún, luego de que un jurado de Nueva York lo encontrara culpable el pasado 30 de mayo de 34 delitos penales, entre ellos manipulación de registros para influir ilegalmente en las elecciones presidenciales de 2016, y supuestos pagos a la actriz porno Stormy Daniels para silenciar una supuesta relación sexual extramarital.
La culpabilidad emitida por un jurado federal neoyorkino fue un duro golpe moral para Trump, pero más fuerte fue el golpe financiero sufrido por el multimillonario magnate de bienes raíces.
El desplome de las acciones de su empresa Trump Media & Technology Group (TMTG), arrojó pérdidas en más de $300 millones de dólares, según reportó la bolsa de valores de Nueva York.
Pero nada de eso afectó sus aspiraciones políticas. Las recaudaciones para su campaña presidencial se incrementaron en más de $58 millones de dólares.
Sus seguidores tienen la esperanza de que el juez Juan Merchan no dicte sentencia de cárcel al líder republicano.
Han manifestado públicamente que están dispuestos a realizar movilizaciones a nivel nacional si el dictamen del juez es enviarlo tras las rejas.
La amenaza fue tomada muy en serio por las autoridades policiales y federales que conocen la actitud agresiva de miles de grupos radicales seguidores del ex mandatario.
El presidente Biden tendrá que ordenar a la policía, y posiblemente a la guardia nacional, reprimir con severidad a los trumpistas si deciden salir a protestar la decision del juez.
Las consecuencias de estos enfrentamientos serian impredecibles en medio de una campaña presidencial, especialmente si los protestantes ven la agresión policial como una violación de sus derechos constitucionales sobre la libertad de expresión y asociación.
Trump, de 78 años, y Biden con 81 se presentarán ante el electorado estadounidense el 5 de noviembre con cerca de un 60% de tasa de rechazo a sus candidaturas presidenciales.
Actualmente, Trump alcanza el 41% y Biden el 38% de la intención del voto, según encuestas confiables.
Los estadounidenses habilitados para votar, unos 218 millones, elegirán a 538 delegados electorales, que en su nombre, seleccionarán al presidente y vicepresidente de los EEUU.
En el pasado primer debate, creí que ambos aspirantes a la Presidencia presentarían propuestas novedosas que despertara el interés de votar a un promedio de 13 millones de estadounidenses indecisos (6%). Por lo observado, es probable que este número se haya incrementado.
Es tiempo de que en los EEUU surja un nuevo liderazgo político más jovial, tanto a la Presidencia como en el Congreso, portadores de ideas progresistas acorde con los tiempos modernos. Con verdaderos planes sobre la solución a los graves problemas económicos, de salud, y medio ambiente.
Que traigan tranquilidad mental y logren desaparecer el miedo y la incertidumbre que agobia a millones de personas, en especial los estadounidenses.
Que presenten reales estrategias humanitarias para frenar la creciente indigencia que se observa en la mayoría de los estados de la Unión, en la que hombres y mujeres vagabundos orinan y defecan en calles y avenidas a plena luz del día, sin intervención de las autoridades.
Que inviertan menos en financiar guerras y conflictos bélicos en países extranjeros, y utilicen esos recursos para incrementar los fondos de los departamentos de policía y organismos investigadores a fin de reducir el robo y los crímenes violentos con armas de fuego en manos de los delincuentes.
Que realicen reales ayudas a los países pobres y en desarrollo, para evitar la emigración masiva a naciones con economías más sólidas y desarrolladas, así como efectivas medidas contra el creciente tráfico y consumo de drogas narcóticas.
Ver a un ex presidente de 78 años aspirando volver gobernar los EEUU, convicto, grosero y arrogante, y a un octogenario con visuales problemas de salud propios de su avanzada edad queriendo continuar dirigiendo la nación más poderosa del mundo, induce a la población electora en este país a abstenerse de votar por falta de mejores opciones.