Porque: “El hombre es un punto entre el infinito y la nada”
La verdadera inteligencia es
reconocer la propia ignorancia.
Sócrates.
Nuestro problema para salir del medioevo en el cual vivimos no es de fácil solución, porque sin educación, los problemas solo tienen una manera de resolverse y que, desgraciadamente, por donde quiera que se mire, solo se ve violencia. Un organismo llamado a mantener el orden y hacer cumplir las leyes, se muestra incompetente, abusivo y prepotente ante los problemas, sin esperanza alguna que actúe de manera diferente, ya que adolece de las mismas debilidades de quienes está supuestamente llamado a controlar.
Las manifestaciones violentas se presentan y cuando acuden las autoridades en vez de controlar el problema, se ven envueltos en el mismo, utilizando las mismas palabras y actitudes de quienes están violando la ley, es decir, se convierten en parte del problema haciéndolo como algo personal. Hace unas semanas vimos como un oficial superior de ese organismo fue a poner el “orden” en un “centro de romo y tigueraje” y, en vez de él actuar con autoridad, decencia y firmeza, se involucró con las mismas actitudes y lenguaje de quienes se encontraban en el lugar. Resultado de esto, ¡el caos!
El gran problema para la imagen personal o institucional es que ahora existen las redes sociales, abiertas a “toda manifestación”, donde hasta los propios miembros de bandas relatan sus fechorías donde no faltan la complicidad abierta de sus compañeros uniformados que proceden de los mismos barrios. Mucho se ha hablado sobre los presos y las cárceles, modernamente hoy llamados “internos y centros penitenciarios o de reeducación” pero que continúan siendo los mismos antros y contubernios de quienes están llamados a custodiarlos, convirtiéndose estos últimos en los facilitadores de toda clase de abastecimiento para los presos, incluyendo drogas y hasta armas de fuego. Para demostrar esto, solo hay que ir a la llamada “Victoria”, Najayo, el 15 de Azua, y, la peor de todas, Villa Colina en Manoguayabo, fundos que siquiera las famosas Sodoma y Gomorra les llegan a los tobillos.
Y todo esto es porque tenemos un cuerpo de seguridad purulento, hacedor de criminales y corruptos donde apenas sobreviven muy pocos a estas tentaciones. Jefes policiales ineptos que cuando no es un político corrupto y manipulador quien ejerce en sí el mando en el mismo, lo es algún familiar con peores condiciones, y, los políticos conocen de esto, pero, no dicen ni esta boca es mía. Muchos conocen que para mí es altamente doloroso tratar este tema, pero, según un decir, hasta la belleza cansa, ya es demasiado lo que hemos estado padeciendo por el desastre institucional al cual ha llegado este cuerpo de seguridad que ya, simplemente, hiede.
En ocasiones, pienso, que sería mejor mudarnos para el Estado de Romana o el de Punta Cana y ponernos a cantar bereberes en algún lejano y solitario lugar de este país, para salir de esta angustia que a diario vivimos, ya sea con el tránsito; los recoge basura o los canillitas pidiendo como limosneros haciendo la vida imposible, porque además hay que soportar las acciones antojadizas de los agentes que componen este maltrecho cuerpo de seguridad y siquiera hablar de aquellos que sustituyen los semáforos para causar mayor caos.
Y de todo esto solo hay dos culpables, los políticos y el pueblo, tal como se expresa por ahí, que los primeros, son como los perros, que si ven que no te puedes defender te muerden y los segundos, por sumisos, que lo permiten. Los políticos han sido y son irresponsables ante todos los problemas que nos aquejan y solo se caracterizan por cada día crear nuevos organismos administrativos a costa de producir el desmembramiento institucional de otros. He ahí el caso de la policía, donde se dedicaron a cambiar nombres solo para cambiar imagen, dejando el fondo del problema igual o peor.
Nos da la sensación de que somos como la hipotenusa de un triángulo rectángulo, opuesto por un lado por la irresponsabilidad y, por el otro, por la ineptitud de teóricos y funcionarios, cuya visión solo se centra en “obtener lo mío”. Y para tener una referencia del desgaste de este organismo, solo hay que dirigir la mirada hacia la República del Salvador, donde esos mismos organismos, han apresado más de 70 mil pandilleros y los muertos de estos últimos, se cuentan con los dedos de las manos. ¿Por qué tal diferencia? ¿Será la capacidad, aunada a la falta de intercambios? Quizás. ¡Sí señor!