A menos de un año de las elecciones municipales resulta inevitable observar las gestiones actuales del Gran Santo Domingo, especialmente del Distrito Nacional y cuestionarse si durante estos tres años las administraciones locales han contribuido al aumento de la calidad de vida y de bienestar de sus habitantes. Y esta reflexión necesariamente sucede en el lugar común de todos los que vivimos en el Gran Santo Domingo: el tapón cotidiano.

La comunicadora Alicia Ortega recientemente subió una fotografía de la avenida John F. Kennedy donde se muestra el colapso total del tráfico y lo peor es que, aunque la foto fue tomada a eso de las cinco de la tarde, bien pudo haberse hecho a las once de la mañana o a las ocho de la noche. Los tapones ya no tienen hora, convivimos todo el tiempo con ellos.

Solo ese gran problema de la ciudad más importante y pujante de las Antillas nos transmite el sentimiento desolador de que Santo Domingo está sin rumbo. Las gestiones locales carecen de plan de acción respecto de la movilidad urbana, de la gestión de los residuos sólidos, de la recuperación y ampliación de los espacios públicos, de la organización y rigurosidad del uso del suelo, de la necesaria señalización de las vías, de la iluminación y el alumbrado en las calles, de conseguir un Santo Domingo más vivible.

Al parecer los ayuntamientos del Gran Santo Domingo se han rendido y simplemente se han dedicado a la gestión de los problemas para mitigar sus efectos, es decir, ya no procuran la solución de estos y se han quedado en un quehacer estético de la municipalidad. ¿Puede ser un tema de presupuesto? ¿Es un asunto del alcance de las competencias de las administraciones locales? ¿O es la ausencia de visión, voluntad y entereza para asumir políticas alternativas que disminuya los problemas que aquejan a Santo Domingo?

En realidad, teniendo el calendario electoral encima poco importan las respuestas a las anteriores preguntas retóricas pues lo cierto es que el liderazgo político que gobierna el Gran Santo Domingo no tiene interés en mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Santo Domingo es una ciudad muy cara que no ofrece seguridad ni movilidad urbana decente ni servicios públicos municipales de calidad ni mucho menos diversidad de espacios públicos de esparcimiento.

Por eso nos toca como habitantes y vecinos del Gran Santo Domingo exigir a los partidos políticos una oferta electoral de candidatos y candidatas que realmente tengan el interés de vencer el esteticismo de las actuales gestiones y nos presenten soluciones concretas, logrables y viables en el mediano y largo plazo.

Los asuntos municipales son de alto impacto en la esfera de derechos de las personas y su bienestar. Por ello, para el 2024 deben instalarse gobiernos locales que asuman una agenda de políticas ataquen el fondo de nuestros problemas y puedan volver a poner rumbo a una ciudad con muchísimas oportunidades para mejorar la vida de su gente.