Es evidente que la semilla de Francisco de Victoria, padre del Derecho internacional, cimentada en sus cátedras en la Universidad de Salamanca y en la Universidad de Santo Domingo, tienen arraigo entre nosotros, propiciando una cultura de paz y de solución pacifica de las controversias internacionales. Por eso Victoria hablaba de la cohabitación entre pobladores originarios, los indígenas, y los conquistadores.
En el año 2008, mientras se celebraba la cumbre en Santo Domingo del Grupo de Río, los presidentes Álvaro Uribe, Rafael Correa y Hugo Chávez Frías tuvieron profundos debates sobre temas divergentes que tenían en el epicentro la incursión militar unilateral de Colombia en el territorio ecuatoriano para bombardear un campamento de la guerrilla de la FARC. También, el gran diferendo entre Álvaro Uribe y Hugo Chávez Frías sobre el enfoque y las divergencias de las relaciones colombo-venezolanas.
En aquel momento Venezuela se orientaba en la línea de una declaración habilitante para concederle a las FARC el estatuto de beligerantes, conforme al Derecho Internacional, lo que permitiría participar en la Sociedad Internacional mediante un reconocimiento internacional.
Esta posición confrontaba abiertamente con Colombia y amenazaba con incendiar América del Sur; momentos álgidos de la historia de América Latina. En aquel momento los buenos oficios del presidente anfitrión de la cumbre, Leonel Fernández, dieron un vuelco a la reunión en Santo Domingo para amainar y reducir las tensiones entre Colombia, Venezuela y Ecuador.
Este pasado 16 de agosto, fecha en que se conmemora la Restauración de la República, en ocasión también del segundo mandato del presidente Luis Abinader Corona, la República Dominicana volvió a ser no solo fuente de noticia Internacional, sino suelo para cultivar la solidaridad internacional, la paz internacional, la solución pacífica de las controversias internacionales, el respecto a los derechos humanos.
Esto, expresión del americanismo regionalizado expresado en la Declaración de Santo Domingo sobre Venezuela. Esta declaración firmada por más de una veintena de países y la Unión Europea constituye una victoria diplomática del gobierno dominicano.
La declaración reclama el respeto al principio democrático, a la dignidad humana, a los derechos fundamentales, a la libertad de expresión y la aplicación de la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático de 1954. Además, la declaración tomo nota del informe preliminar del Panel de Expertos de Naciones Unidas sobre las elecciones presidenciales de Venezuela en el que se señala que el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela aún no ha presentado las actas electorales que sustenten la veracidad de los resultados anunciados el 2 de agosto. Tomamos nota asimismo de que ha sido publicada una versión digital de más del 80% de las actas electorales, que arrojan un resultado distinto al publicado por el CNE.
A partir de ayer, el gobierno de Venezuela se encuentra más aislado porque también la OEA aprobó una resolución por unanimidad para que se aplique el principio de transparencia. En el marco regional, solo Cuba, Nicaragua, Honduras y México mantienen, hasta ahora, su apoyo abierto hacia el gobierno de Venezuela, mientras Colombia y Brasil giran sus posiciones hacia una coincidencia con los reclamos internacionales.
La Declaración de Santo Domingo sobre Venezuela es la más importante victoria diplomática de la oposición venezolana. A partir de ahora la manera más sensata de resolver la crisis política es mediante una negociación que auspicie una transición pacífica. Esa es la mayor aspiración de los amantes de la paz. El otro camino – el de la confrontación- solo le traerá a Venezuela sangre, sudor y lágrimas, como dijo Churchill.