En un documento del Archivo General de Indias fechado en 1768 y con el número 43, encontró el doctor Antonio Zaglul esta carta que fue publicada en 1976 en la Revista AMD gremial, en tiempos en que la asociación médica estaba bajo la presidencia del doctor Fernando Sánchez Martínez. Es una carta escrita por el doctor Santiago de Labrosse a modo de solicitud, pero que nos brinda algunas informaciones de la situación de la Isla Española en el siglo XVIII.
Dice así: “El doctor Don Santiago de Labrosse, médico del hospital Real y Militar de San Nicolás de Bari de esta ciudad y cirujano mayor del batallón de esta plaza con la mayor atención a vuestra señoría dice que en todos los lugares de esta isla de la dominación española se esta produciendo la corruptela de introducirse un gran numero de forasteros vagos que sin títulos y sin más licencia que el nombre de médicos, que se usurpan, se lanzan a ciegas a curar todo genero de enfermedades de que resultan a la causa publica y particular, las perniciosas consecuencias que por su ignorancia y desaciertos producen necesariamente contra la salud y vidas de los infelices enfermos. Además de los perjuicios que por las cantidades que por las curan les exigen aun a los que matan ellos más que las enfermedades”. En su carta seguía pidiendo a las autoridades de la isla que se aplicaran las leyes, particularmente las del titulo 6, libro 5 que se referían a la necesidad de “destinar a esta capital un profesor aprobado y recibido al ejercicio de la facultad que con titulo y facultades de Protomedico examine a los que pretendan licencia de curar de medicina en la Isla y apruebe a los hábiles y suficientes y repruebe los inhábiles, llevando por el examen de todos los derechos que le correspondan”.
A continuación el doctor De Labrosse presenta sus méritos, a saber, haber sido vecino de esta ciudad de Santo Domingo por 20 años, y tener por esposa a una prestante residente de Santiago de los Caballeros Doña María Brito, y encontrarse arraigado por tener hijos y familia. En segundo lugar resalta en su carta que durante cinco años ha sido profesor de la catedra de medicina de la universidad de Santo Tomas, erigida en el Convento de la orden de predicadores, posición ganada por oposición y sin recibir ningún salario. Relata también haber sido por ocho años cirujano mayor del batallón fijo de esta plaza por legitimo nombramiento. Es interesante su mención del cuidado de los marinos que con rumbo a La Florida, desembarcaron en el Puerto de Ocoa en los navíos Tridente y Asunción. Esos marinos enfermos fueron llevados por la diligencia del doctor Labrosse, de acuerdo a su relato, a hospitales en donde se controlaron las epidemias y se restablecieron para continuar al servicio de España. También se refiere a los batallones que provenientes de Murcia y Granada vinieron a Santo Domingo como refuerzo ante la invasión de fuerzas británicas. Dice que se edificó un hospital en la Ermita de San Miguel para el cuidado de esas tropas. Cita además su participación en campañas militares en las sierras de Neiba contra un grupo de “negros furtivos”. Finalmente hace gala de su capacidad para atender partos difíciles lo que le había otorgado gran fama y que era aclamado por toda la población. Y en último termino solicita ser designado Protomédico de la ciudad así como un aumento de sueldo y las gratificaciones pertinentes por su trabajo como cirujano mayor. Es un documento que muestra la realidad de esos años, la poca presencia médica en la isla y la importancia del Hospital de Bari.