Hay momentos en que  uno se puede sentir orgulloso de un político, cuando éste actúa como un estadista.

 

En el mundo actual es difícil para los presidentes de potencias medianas -como es el caso de España- y, pertenecientes a la OTAN y a la UE, cada vez más dócil ante los intereses particulares del Imperio USA, mantener en política internacional posiciones, no digo progresistas.

 

Simplemente dignas, decentes, acordes a derechos casi, “naturales”, como es el respeto a la población civil en situaciones bélicas, la proporcionalidad de los medios empleados, el uso ético de la fuerza sin caer en el abuso, por no referirnos a impedir  el genocidio.

 

Sánchez está limitado en la toma de posiciones en relaciones internacionales, porque en la órbita occidental y de la UE, se ha optado -por la mayoría de los Estados miembros- forzados por los más potentes (Alemania, Francia, Italia y los nórdicos, inter alia), a no jugar un papel de "tercera fuerza" internacional, sino de practicar la absoluta subordinación a los designios imperiales de USA.

 

Es desde esta situación factual que debe entenderse y valorarse, la iniciativa del Gobierno español y del Presidente Pedro Sánchez, de ir a Israel y cantarle a Netanyahu las verdades del barquero. Es decir, que uno no puede escudarse en el "derecho de Israel de defenderse", para matar a casi 14 mil gazatíes, incluidos unos ¡4 mil niños!

 

Es criminal cebarse, abusivamente, en bombardear población civil, bajo el argumento de que cada escuela, cada hospital, cada sede de una organización internacional, de una fundación o de una ONG, así como de campos de refugiados, son "tapaderas" de milicianos de Hamas.

 

Las fuerzas de defensa de Israel tienen ganada fama de eficaces. Si lo son, deben demostrarlo en Gaza, donde ellos tienen el control de las comunicaciones, de los suministros, incluida el agua.

 

Ese territorio, de 360 kilómetros cuadrados, está sometido a una vigilancia panóptica, por drones y cámaras, así como de satélites (incluida la asistencia satelital y el espionaje digital que ejerce el principal proveedor de fondos, asistencia, armamentos y asesoramiento militar a Israel, que es el Gobierno hoy de Biden, ayer de Trump y antes de Obama y etc.).

 

Es decir, Gaza es un gran campo de concentración, con la densidad de habitantes mayor del planeta 5,046 habitantes por km. cuadrado. Rodeado por Israel, con muros para aislarlos por tierra y, por mar, está cercado por los buques de guerra de Israel. De manera que los pescadores gazatíes, están  limitados a la pesca de bajura, no pudiendo los barcos de bandera palestina, abandonar unos límites marítimos, prefijados por Israel.

 

Esa realidad hace que los bombardeos, los cohetes, la invasión  terrestre con tanques e infantería, no pueda ser analizada militarmente como una gran operación caracterizada por un derroche de talento táctico, logístico o de audacia y valentía de los militares, sino como una carnicería mayúscula.

 

Para que se entienda la lógica del gobierno israelí de Netanyahu y de sus aliados de extrema derecha religiosa. Si una centena de milicianos de Hamas cometieron la osadía y el acto criminal (sin duda alguna), de matar civiles israelíes. ¿Esto les da la "patente de corso" de matar a 20 palestinos por cada israelí muerto o herido. Y además, destruir el 30% o más, de las viviendas y construcciones del norte de Gaza? ¡No!

 

Lo hacen, porque destruyendo las viviendas, los tanques y la infantería tienen más seguridad de evitar verse atacados por francotiradores, encontrarse en cada esquina, callejón o resquicio, con un "terrorista" que los embosque o les haga frente y, además, disuaden con su destrucción que la población tenga el deseo de volver a construir y alojarse en esas partes de Gaza.

Es iniciativa del gobierno de Netanyahu emplear la táctica militar nazi de la guerra total. Del exterminio sistemático y sin pizca de humanidad, de una población que consideran y,  así lo dijo un ministro de ese gobierno, "subhumanos".

Con razón dijo el filósofo existencialista cristiano Nicolás Berdiaiev que no hay mayor explotador que el que antes fue explotado. Parodiando esa idea, diríamos que Netanyahu y, parte de los que siguen y aplauden en Israel sus prácticas, respecto a los palestinos: no hay peor criminal que el que antes fue víctima de criminales.

No hay ninguna justificación jurídica, ética, racional, al exterminio que hace el gobierno de Israel contra Gaza. Como no lo hay a que se apoderen del territorio que fue otorgado por las Naciones Unidas a los Palestinos. Con el voto favorable de las potencias occidentales pero también con el de la Rusia de Stalin.

Gaza es la gota que desborda un vaso de iniquidades cometidas por Israel contra la población palestina,  y que ha sido, sistemáticamente, justificada por los gobiernos de USA, con su veto, en más de treinta ocasiones, en Naciones Unidas para sancionarlas.

Israel se ha acostumbrado a la impunidad. A actuar a sabiendas que sus desmanes no tendrán represalias ni condenas. Mientras USA sea la potencia hegemónica mundial y el mayor aparato militar que se ha conocido en la historia.

El presupuesto de USA  era de 587,8 miles de millones de dólares. Mayor, sumados, que el de China, Rusia, India, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido España, Australia, Arabia Saudita y Japón

Por tanto, dado ese poderío y de su influencia militar, política, económica y de Inteligencia, sobre Israel, está más  que claro, que si USA expresa su veto firme a la política territorial expansiva, a la violación de los derechos humanos de los  palestinos y a su incumplimiento del Derecho Internacional y del Derecho Humanitario, aunque sea a regañadientes, con ira, el gobierno de Netanyahu obedecerá.

Cesaría así la carnicería en Gaza y comenzarían a darse cuenta, que el sacrificio de  seis (6) millones de judíos, por los nazis, no les da ningún derecho a apoderarse de todos los territorios que les plazca en Oriente Medio.

Los que, como es mi caso, nos consideramos amigos de Israel, nos oponemos a las tesis extremistas de acabar con el Estado de Israel, y creemos que es estratégicamente beneficioso para sus ciudadanos, la existencia real y regularizada de dos estados, Palestina e Israel, con fronteras delimitadas, a partir de las de 1948. O con  correcciones de límites negociados entre las partes. Ese es el camino de la paz.

Kant propugnaba por una paz perpetua. Modestamente propugnamos por evitar la guerra perpetua entre Israel y los palestinos, o el exterminio de éstos últimos, o el de ambos. Israel y los árabes son pueblos semitas, tienen raíces comunes, no son tan extremadamente diferentes y deben vivir en paz, cada cual en las fronteras   reconocidas por las Naciones Unidas y llegar a acuerdos sobre el uso compartido de recursos esenciales, como el agua, por ejemplo