Foto de Trujillo en el periodo de convalecencia en su domicilio de la Estancia Ramfis. Esta foto no se hizo pública en su Gobierno, luego fue transferida al Archivo General de la Nación. Fue tomada por el famoso austríaco K. Schnitzer (Conrado).

Tras el desplome de la tiranía de Rafael Trujillo Molina, uno de los símbolos del despotismo que se mantiene vigente lo constituye el nombre del hospital Doctor Darío Contreras. En defensa de esta aberración histórica se arguye que el distinguido médico realizó grandes aportes al desarrollo de la medicina dominicana. Aseveración inexacta, se trataba de un médico muy bueno, pero sus contribuciones al avance de la medicina criolla no fueron extraordinarias como podrían calificarse las de sus contemporáneos Pedro Emilio de Marchena, Ramón de Lara, Francisco Henríquez y Carvajal, Salvador B. Gautier, Ramón Báez, Heriberto Pieter, Miguel Canela Lázaro, Arturo Grullón, Miguel Pardo, Luis E. Aybar, Fernando Defillo, Evangelina Rodríguez, Antonio Zaglul, Manuel Tejada Florentino, Nicolas Pichardo, Antonio Elmúdesi, Miguel A. Hernández, Félix Goico, Ramón Rafael Cohen, Enrique Lithgow Ceara, Rafael Miranda, Arturo Damirón Ricart, Maireni Cabral, Rodolfo de la Cruz Lora, Héctor Read Barreras, entre otros.

La principalía histórica de Darío Contreras se concentra en la extirpación de un ántrax (gran nacido) en el cuello a Rafael Trujillo.

 

El Directorio Médico Dominicano, editado con motivo del Congreso Médico Dominicano del Centenario en 1944, en torno a la carrera profesional de Darío Contreras (que para esa época se acercaba a 34 años de ejercicio) se anotaba:

“Graduado Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto Profesional de Santo Domingo, 1896. Cursó estudios universitarios en el mismo Instituto y se graduó como Licenciado en Medicina y Cirugía en 1900. Tesis: “Tratamiento del chancro blando”. Recibió su Exequátur del Poder Ejecutivo en 1900. En 1911 se inscribió en la Universidad de París, Francia, y recibió su diploma de doctor en Medicina el 10 de julio de 1914. Realizó estudios especializados en París en Cirugía y Ginecología con los profesores Pozzi, Faure, Marion y Cassel. Ex-Médico legista del Distrito Judicial de Santiago de los Caballeros; ex-Cirujano del Hospital “San Rafael”, Santiago de los Caballeros; ex-Catedrático del Instituto Profesional de Santiago de los Caballeros; Médico Director del Hospital Billini”, Ciudad Trujillo, 1940-42. Presidente ex oficio de la Junta Nacional de Protección a la Maternidad y a la Infancia; Presidente Asesor ex oficio del Comité Organizador del Congreso Médico Dominicano del  Centenario. Actualmente Secretario de Estado de Sanidad y Asistencia Pública, desde  abril 1942 y catedrático de Cirugía y Ginecología de la Facultad de Medicina de Santo Domingo, desde 1940”. (Directorio Médico Dominicana.  Congreso Médico del Centenario. Luis F. Thomén, compilador. Santo Domingo (C. T.) 1944. pp. 45-46).

 

En las Memorias de este Congreso se consignó sobre Darío Contreras:

“En los primeros años de ejercicio profesional no hizo más que la cirugía de guerra, pero desde 1915 en adelante, que se radicó en Santiago, comenzó a hacer cirugía general con todo éxito. Como no había comodidades para atender los casos quirúrgicos, que entonces se hacían en la misma casa de los enfermos, instaló el Dr. Contreras la Clínica “Altagracia” donde con menos peligro pudo atender a todos los pacientes, tanto de Santiago como del resto del país que iban a reclamar sus servicios”.

 

“Mas tarde, siendo el Dr. Emilio Ginebra, Director del Hospital “San Rafael” de Santiago, fue el Dr. Contreras el director Cirujano de dicho  establecimiento, haciendo una intensa labor de cirugía general. Ha sido considerado en el Cibao como uno de los más hábiles cirujanos”. (Memoria Congreso Médico del Centenario.  Editorial El Diario. Santiago, 1945. p. 107)

 

Una hoja de vida profesional muy buena, pero no extraordinaria como siempre se ha tratado de consignar, agotó una jornada de médico de hospital en tiempo no precisado en el hospital San Rafael de Santiago. La gran estrella de la cirugía en esa zona era Arturo Grullón, quien aplicó múltiples técnicas quirúrgicas desconocidas en el país, recuerdo me señaló el maestro Rubén Andújar que desde la Capital pacientes viajaban a Santiago a ponerse en manos de Grullón. Lo mismo ocurrió en la Capital con Henríquez y Carvajal quien desarrolló las técnicas quirúrgicas más avanzadas de París.

 

Como refiere la Memoria del Congreso fue Contreras “considerado en el Cibao uno de los más hábiles cirujanos”, uno más.  En el Hospital Padre Billini fue director dos años, a partir del proceso quirúrgico a Trujillo y profesor de la universidad a raíz de este acontecimiento. Esa semblanza fue publicada en el momento de mayor esplendor del médico de referencia y en ella no se inserta ninguna aplicación por su parte de algunos de los novedosos métodos clínicos y quirúrgicos que fluían con frecuencia en el desarrollo de la medicina de la época, ni se incluyen contribuciones en las revistas médicas y congresos científicos y otros aspectos relevantes del ejercicio médico, el suscrito ha revisado todas las ponencias de los antiguos congresos médicos.

 

¿Entonces por qué  su gloria exagerada? El propio Rafael Trujillo lo dejó consignado en una comunicación pública insertada en el diario El Caribe,  con motivo de la inauguración del hospital ortopédico el 16 de mayo de 1960, el “Jefe” advertía que había dispuesto el nombre de Darío Contreras a ese centro porque le salvó la vida, como establecía la reseña periodística la designación se hizo: […] acogiendo una expresa recomendación del Padre de la Patria Nueva, Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien se hallaba presente en el acto”.

 

Se escogía su nombre para denominar el hospital de ortopedia y traumatología no por su currículo profesional, sino porque le salvó la vida a Trujillo como lo decidió el propio tirano, de igual modo se procedió con el hospital militar Marión que fue designado con el nombre de Georges Marión, que lo operó de la uretra. El de la Aviación Militar Dominicana le impuso el epígrafe de Miguel Brioso Bustillo, porque este médico cubano lo curó de la difteria durante su infancia. El hospital infantil de la Cruz Roja dispuso se llamaría Ramfis, mientras el nuevo hospital pediátrico le impuso Angelita, hoy Robert Reid. El hospital para obreros resolvió designarlo William Morgan (Luis E. Aybar), porque este médico aventurero norteamericano además de convertirse en un cabildero suyo operó a Ramfis de amigdalitis. El hospital infantil de Santiago era el Radhamés (Arturo Grullón).

 

El Juan Pablo Pina de San Cristóbal, lleva ese nombre no por la genealogía de este señor hijo del prócer Pedro Alejandrino Pina, sino porque era el esposo de su abuela Luisa Ercina Chevalier. El Hospital Plinio Pina Chevalier (Pedro E. Marchena) de Bonao, su tío materno. Hospital María Martínez de Samaná (su mujer), hoy Leopoldo Pou. El Hospital Benefactor (desaparecido hospital Meriño)  en Batey Verde, Sabana Grande de Boya.

Sus panegiristas en el pasado justificaron estos nombramientos alegando el “Benefactor” construyó esos hospitales, pero se les olvidó decir que no se construyeron con sus cuantiosos fondos particulares sino con recursos del Estado, en atención a una muy elevada tasa de morbi-mortalidad que caracterizó toda la fatídica “Era”.

 

Balaguer albacea histórico de Trujillo, se encargó de describir con tintes de héroe a Darío Contreras informando que supuestamente le respondió con entereza a los hermanos de Trujillo que le reclamaban que sucedería con la salud del “Jefe”.

 

Dentro de este festival personal y familiar de nombres de hospitales vinculados a la familia Trujillo han sobrevivido el Juan Pablo Pina y el Darío Contreras. Juan Pablo Pina no vivió en la “Era de Trujillo”, no se le puede imputar complicidad con el régimen, aunque no era médico, y no tenía méritos personales para que un hospital llevara su nombre. En lo relativo a Darío Contreras era uno de los médicos exitosos, pero sus contribuciones a la medicina no fueron sobresalientes, ni siquiera tomadas en cuenta previamente hasta que realizó el pequeño procedimiento quirúrgico a Trujillo.

 

Trujillo enfermó en 1940 de un gran nacido en el cuello, su médico personal era un prestigioso cirujano Francisco Benzo Chalas, graduado en la Universidad de París. Un nacido o absceso generalmente se procede a drenar o extirpar dependiendo sus características, era un procedimiento rutinario que Benzo estaba acostumbrado a realizar pero rehusó asumir el caso en atención a la principalía del paciente, por su actitud fue conducido prisionero a la cárcel de La Torre del Homenaje.

 

Se tiene entendido que el agresivo paciente estaba postrado y con fiebre, esto podría sugerir que hacía un cuadro de septicemia, pero un cuadro de esa naturaleza hubiese sido mortal, ante la ausencia de antibióticos primordiales como la penicilina (que su experimentación en Londres estaba suspendida), se usaban algunas sulfas que no tenían importante acción terapéutica en este caso. Darío Contreras asumió el caso e hizo el desbridamiento o extirpación del nacido, obviamente tomando también tejido periférico no afectado, se hicieron las curas de rigor y el paciente se salvó. Un procedimiento de cirugía menor. Me informó el querido maestro Nelson Astacio que Contreras utilizó una especie de navajita Guillete para extraer el nacido. En caso de septicemia no era posible salvarlo con este solo procedimiento, porque se hubiese difundido el germen a través de la circulación general. El procedimiento se realizó en la Estancia Ramfis, donde está la Cancillería, de acuerdo a la usanza de la época esos procedimientos de cirugía menor se podían realizar en los domicilios de los pacientes. Luego Trujillo salió al exterior para seguir las curas de la lesión extirpada.

 

Como hemos observado Darío Contreras fue uno de los buenos cirujanos, pero no con un historial extraordinario, su gran “aporte” fue prorrogarle la vida a Trujillo para que durante 20 años más continuara asesinando dominicanos y extranjeros que no aceptaban su tiranía.

 

Por justicia y decencia histórica el muy importante hospital de ortopedia y traumatología debe llevar otro nombre, si se quiere más cónsono con los médicos dedicados a la ortopedia y traumatología como su pionero, el italiano aplatanado Manuel Vincitore Giannone, dedicado a la ortopedia desde que se graduó en la Universidad de Santo Domingo cuando presentó su tesis: Fracturas diafisarias del cubito y del radio y sus tratamientos.

También el eximio cirujano Maireni Cabral Navarro, pionero de importantes cirugías ortopédicas. Agustín Rodríguez Cabral jefe del primer servicio de ortopedia del Hospital Morgan (Aybar).

Octavio Mejía Ricart, cirujano torácico del John Hodgkin de Baltimore, que abandonó su importante trabajo en el New Rochelle Hospital para integrarse a la expedición patriótica del 14 de Junio de 1959, en pleno campo de batalla le realizó una cirugía de tórax a Anselmo Pilarte, entonces mayor del ejército que le perseguía, y le dejó prendido en la manta en que estaba tendido el herido un recetario con el tratamiento postquirúrgico que debían seguir, se salvó y llegó a general. Octavio fue torturado y asesinado.

Otro nombre que se debe plantear para hacer un justo homenaje en vida (como el merecido reconocimiento que se hará con el doctor Julio Manuel Rodríguez Grullón) es con Eliseo Rondón, maestro de la ortopedia dominicana, profesor de generaciones de la asignatura de ortopedia, llegando a ser el coordinador de esa cátedra por muchos años. Cuando el tiranicida Pedro Livio Cedeño fue llevado convaleciente de sus heridas al entonces hospital Miguel Brioso Bustillos (Ramón de Lara) el maestro Rondón fue de los médicos que con discreción dispensaron toda la ayuda necesaria para la recuperación del paciente, que Ramfis Trujillo asesinó al partir del país.  Luego, tras el heroico movimiento guerrillero encabezado por Manolo Tavares a finales de 1963, los guerrilleros heridos y prisioneros que fueron enviados al hospital Ramón de Lara, recibieron un excelente manejo de parte de Rondón, como lo pueden atestiguar varios de los antiguos guerrilleros como Rafael Pérez Modesto.  ¡Desterremos los vestigios del trujillismo, que atentan contra la sanidad mental de las nuevas generaciones!