Los tópicos, los valores y las dimensiones de la democracia empezaron a adquirir significación en República Dominicana a raíz del ajusticiamiento de Trujillo. Hasta el acontecimiento histórico del 30 mayo de 1961 eran práctica y virtualmente desconocidos en la vida de nuestra sociedad.
En nuestra cultura no formaban parte de los usos y costumbres — y todavía hoy en gran medida — temas como: elecciones, voluntad popular, constitución, leyes, pueblo ,libertad, derecho, justicia social, participación, ciudadanía, tolerancia, respeto a la diferencia, convivencia.
El repertorio temático de la democracia es abierto e infinito. Conforma un registro terminológico cada vez mayor y que tiende a ensancharse conforme van afirmándose la conciencia, los hábitos y la necesidad de nuevas conquistas del pueblo.
Justamente, el ideologema líder de la democracia es la palabra pueblo. Y es el que más se destaca en nuestro país como conquista democrática . En estas últimas seis décadas, su uso se ha disparado exponencialmente en la población.
Con base en la palabra pueblo se articuló un discurso político de la democracia, contrapuesto al discurso político de la dictadura, en torno a tópicos nuevos y diferentes — por lo menos en la intencionalidad— que significaron una ruptura con los tópicos de la dictadura.
El pueblo entró en acción en aquellos momentos acarreando los demás tópicos en sus hombros: libertad, derecho, justicia,etc.Y la palabra misma democracia. Y con esta llegaron los términos de voluntad popular y elecciones.
En la búsqueda de la democracia la narrativa centrada en este concepto está inscrita en las acciones fácticas de la sociedad y el Estado. Asimismo, el concepto pueblo es el marco del discurso político de la democracia proferido por los actores de los niveles sociopolíticos más disimiles.
Sin embargo, entre las dimensiones de la democracia antes señaladas, la democracia electoral— que tiene como centro a la voluntad popular, al pueblo en el ejercicio de su soberanía— ha sido hasta ahora la de mayor desarrollo en nuestro país.
El viaje de la democracia electoral, como conquista principal de la democracia, es compendiado por Jorge Blanco en su discurso de juramentación del 16 de agosto de 1982, al considerar que las elecciones de entonces significaron un avance en la conquista de la democracia .
Es a lo que se refiere el presidente de la República al afirmar que “Nunca había ocurrido en nuestro país un gobierno elegido libremente por voto directo”. Al señalar que el traspaso de mando sucedió de modo singularmente ejemplar, producto de la participación del pueblo y la pulcritud del proceso electoral :
“La ceremonia que celebramos en estos momentos no tiene precedentes en la historia nacional. Nunca había ocurrido en nuestro país que un gobierno elegido libremente por voto directo y con participación plena de la oposición, traspasare el poder a otro gobierno de naturaleza democrática similar y surgido de una consulta popular con características fundamentalmente idénticas y hasta superadas a las ya señaladas. Además, habría que agregar como dato histórico singular, que nuestro gobierno recibe el poder que le transmite un gobierno surgido del esfuerzo del mismo partido, habiendo nosotros salido triunfadores en una consulta electoral que se ha convertido en ejemplo de pulcritud, pues aunque el gobierno que nos antecede se originó en nuestro propio Partido Revolucionario Dominicano, en ningún momento obtuvimos, ni tampoco solicitamos, los recursos gubernamentales o la fuerza del poder, para favorecer nuestra elección”.
Innegablemente, desde 1978 los valores de la democracia habían alcanzado algunos peldaños de mejoría. Sin embargo, esas afirmaciones de Jorge Blanco eran demasiado bellas para ser ciertas bajo su gobierno . Su ejercicio en el poder no fue un ejemplo de respecto a la voluntad popular.
Por otra parte, no hay, no puede haber, dicotomía entre voluntad popular y Estado de derecho. Difícilmente pueda avanzarse en la construcción del uno sin la construcción del otro. Y, asimismo, en la relación de estos dos valores con el de la justicia social.
Con respecto al Estado de derecho, Jorge Blanco se distanció del concepto de libertad del presidente anterior, Antonio Guzmán, de su mismo partido, el PRD. Bajo su gestión, hasta la matanza de abril de 1984 no terminaron los encarcelamientos de líderes de izquierda, los atropellos cometidos por los militares comandados por el general Cuervo Gómez, jefe de las Fuerzas Armadas, conocido esbirro en 1961.
Durante ese gobierno, la persecución injustificada de segmentos de la izquierda y ,en general ,de la población, contradecía el compromiso asumido por Jorge Blanco con el estado de derecho y las libertades en su discurso de juramentación:
“El fortalecimiento de nuestra democracia, con la gran base proveniente de las libertades públicas y los derechos fundamentales del hombre que se disfrutan ampliamente en todo el país, constituyó un camino ascendente del cual todos los partidos son compromisarios…”.
Si ciertamente las libertades se disfrutaban “ampliamente” en ese momento, lo cual mueve a dudas (¿hasta dónde llegaba esa amplitud?), lo que quedó claro fue que, en relación con el gobierno anterior presidido por Antonio Guzmán, hubo un retroceso en esa materia en el país durante el mandato de Jorge Blanco.
Y si no retroceso, al menos estancamiento: el país no superó el respeto a las libertades políticas esenciales, básicas. No se ampliaron los derechos democráticos en los aspectos sociales y económicos.
Es decir, en términos de justicia social o equidad en educación,salud,empleo,servicios,etc.
El gobierno de Jorge Blanco fue deficitario y catastrófico en relación con esos tópicos esenciales de la democracia. En fin, que el aspecto, quizá, recuperable en cierta medida, fue la voluntad popular, al menos en lo relacionado con la elección y la reelección.
Aconteció un hecho sin parangón en la historia democrática del país, ni siquiera durante los Doce Años de Balaguer , que echó por el suelo las escasas reivindicaciones que pudieran atribuirse a ese gobierno: la represión inmisericorde de lo que se ha denominado la “poblada de abril de 1984”.
En un memorable –por funesto– discurso de Jorge Blanco, muy extenso como eran los de su estilo, la imagen del gobernante había cambiado drásticamente en relación con la que presentó el 16 de agosto de 1982.
El 18 de abril de 1984 anunció que su gobierno iba a firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional –FMI–, dada la gravedad de la crisis económica, no la que él encontró, sino la que produjo su gobierno. En esa fecha, día de Viernes Santo, el presidente de la República despidió a los vacacionistas con una amarga noticia y con graves amenazas.
La amarga noticia:
“Las medidas habrán de afectar sensiblemente al presupuesto de la familia dominicana, y de manera particular la canasta familiar de los grupos sociales de bajos ingresos”.
La amenaza:
“Invoco, pues, como presidente de todos los dominicanos, y como Jefe Supremo de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas y Policía Nacional, a todos mis conciudadanos a unirse al poder legítimo y democrático que represento, el cual ejercerá siempre, hoy más que nunca, con autoridad justa y enérgica tal como las circunstancias lo exigen.
”Encaro la voluntad soberana del pueblo y no toleraré que se produzcan acciones que, consciente o inconscientemente traten de menoscabar la plenitud de mi mandato”.
Luego de la Semana Santa, al regreso a la normalidad, durante los días 23, 24 y 25 las masas populares de los barrios pobres de la capital y de las principales ciudades del interior del país, protestaron por el anuncio hecho por el presidente de la República.
Hubo saqueos, barricadas, enfrentamientos.Hubo,sin duda, manipulación de la oposición; cuándo no la ha habido para sacar provecho. De todas maneras, estos son los hechos: los muertos civiles se contaban por más de un centenar y los heridos y apresados por miles.
A raíz de esa masacre y la gran crisis económica que le sirvió de resorte, la imagen de ese presidente Constitucional de la República se hundió en el descrédito. El gobierno de Balaguer, que le sucedió, le dio el tiro de gracia mediante la acusación de corrupción orquestada, que se tradujo en una condena de veinte años de prisión de Jorge Blanco.
La desgracia de ese presidente y la desgracia mayor del pueblo durante su mandato completaron las malas imágenes de los gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano, que empezaron a tejerse con la crisis económica en el gobierno de Guzmán y el infausto suicidio de este presidente .