“Curiosamente, en menos de seis meses, a finales de 2014 y principios de 2015, coincidieron las ediciones de por lo menos tres libros acerca de la salsa: uno del venezolano Leopoldo Tablante, “El dólar de la salsa. Del barrio latino a la industria global de fonogramas, 1971-1999” (Colección Nexos y Diferencias; Iberoamericana, Madrid, y Vervet, Frankfurt, 2014); y dos de los dominicanos Eugenio Pérez, “La Salsa en la República Dominicana” (Editora Nacional, Ministerio de Cultura, Santo Domingo, 2015), y Alexis Méndez, “Salsa desde mi balcón. Relatos y alegatos de un melómano” (Sección Nacional Dominicana del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Editora Búho, Santo Domingo, 2014)”.

El párrafo que acabo de citar es el primero de un artículo que escribí en Acento, el 26 de septiembre de 2018, titulado “Los dos primeros libros de Alexis Méndez”, contenido en este enlace:

https://acento.com.do/opinion/los-dos-primeros-libros-alexis-mendez-8608622.html

Y los siguientes son los últimos párrafos de otro artículo que escribí (en Plenamar el 14 de marzo de 2020):

“No puedo resistir la tentación de despedir estas líneas citando un párrafo de la conferencia magistral de Leonardo Padura, titulada “Identidad y literatura en el Caribe”, en el acto de instauración de la Cátedra de Literatura Caribeña René del Risco Bermúdez en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (con el auspicio de la Fundación René del Risco Bermúdez), el 12 de septiembre de 2018:

“Sin duda, la manifestación cultural, espiritual e identitaria más trascendente que ha generado la región es la llamada música «afroantillana» o «afrocaribeña». De Nueva Orleans a San Salvador de Bahía, de Veracruz a Cartagena de Indias, pasando por Cuba, La Española, Jamaica, Puerto Rico, Panamá y decenas de islas, ha enriquecido al mundo con complejos musicales tan trascendentes como el jazz, el son cubano, el calipso, el reggae y la bossa nova brasileña, además de modalidades tan extendidas como el bolero, la habanera, el danzón o el merengue –entre muchas otras– y, como culminación, ese híbrido de todo lo tocable o bailable que es la revolucionaria mezcla musical y cultural que logró mover al mundo bajo el significativo nombre de «salsa». La música caribeña, con su potencia, ha permeado incluso otras manifestaciones artísticas de la región y ha conseguido obras de alcance no solo regional, sino universal”.

Dos decenios antes, en su libro “Los rostros de la salsa” (Ediciones Unión, La Habana, 1997),  Padura se había referido a la salsa como “uno de los proyectos de fusión cultural latinoamericana más impresionantes que jamás se hayan emprendido: la consecuente y necesaria comunión de numerosos ritmos provenientes de diversas regiones del continente (desde Nueva Orleans a Brasil, de Cali a Santo Domingo), vertidos en un mismo patrón y un mismo proyecto, ha conseguido una impresionante conciliación musical capaz de renovar la sonoridad latinoamericana, acercándola, fundiéndola, identificándola”.

En dicho libro, Padura reúne entrevistas que hizo a Mario Bauzá, Willie Colón, Rubén Blades, Juan Formell, Israel “Cachao” López, Papo Lucca, Adalberto Álvarez, Nelson Rodríguez, Radamés Giro y los dominicanos Johnny Pacheco, Johnny Ventura, Wilfrido Vargas y Juan Luis Guerra. Algunos años después de la edición cubana, fue traducido al inglés por Stephen J. Clark y publicado en Estados Unidos por Smithsonian Institution Press en 2003 con el título “Faces of Salsa: A Spoken History of the Music”.”.

Este último artículo citado, titulado “Jazz, Cortázar, Murakami y un chin de salsa y Padura”, está contenido en este enlace:

https://plenamar.acento.com.do/musica/jazz-cortazar-murakami-y-un-chin-de-salsa-y-padura/

He traído a colación ambos artículos a propósito del que escribió recientemente José Rafael Lantigua en Diario Libre, el 20 de mayo de 2022, titulado “Quítate tú pa’ ponerme yo… Padura !!”, que les recomiendo leer en este enlace:

https://www.diariolibre.com/opinion/columnistas/2022/05/19/reflexiones-sobre-la-salsa-como-genero/1838893

En la entrevista que le hizo Padura para el referido libro “Los rostros de la salsa”, Juan Luis Guerra declaró que el momento que marcó el inicio de su carrera como músico “fue en Casa de Teatro, en 1976. Creo que desde hace más de 20 años toda la gente de este país que ha tenido que ver con la música ha pasado por esa institución. Freddy Ginebra es un hombre excepcional, que creó él solo una casa para todos nosotros, los que empezábamos y no teníamos dónde ir, los que queríamos hacer algo y no teníamos cómo mostrarlo. Allí yo di mi primer recital como cantautor, con mi guitarrita, cuando apenas comenzaba el proyecto Casa de Teatro… Y Freddy Ginebra, gracias a Casa de Teatro, fue también el primero que me llevó a la televisión. Por lo tanto, tengo un vínculo de gratitud incondicional con esa institución y con el hombre que la fundó, la ha sostenido y la ha convertido en algo tan importante para el arte dominicano contemporáneo: mi gran amigo Freddy Ginebra” (páginas 186 y 187 de la primera edición).

Reafirmando tan valiosa trayectoria, Casa de Teatro dio otro paso trascendental (léase: otro palo descomunal) en el año 2000, cuando empezó su festival de jazz en el que podemos deleitarnos, cada verano, con los más representativos grupos dominicanos de jazz, así como internacionales procedentes de distintos países, contribuyendo a la difusión de la llamada “música de los músicos” y al crecimiento del público que gusta de la misma.

Durante las 21 ediciones del festival, los jazzómanos dominicanos hemos disfrutado con las visitas de jazzistas cubanos (como Roberto Carcassés), puertorriqueños (como Negroni), panameños (como Patricia Vlieg), colombianos (como Bozá), venezolanos (como Prisca), chilenos (como Carmen Paz González), argentinos (como Luis Nacht), brasileños (como Manoel Cruz), norteamericanos (como Brian Lynch), ingleses (como Trevor Watts), franceses (como Laurent Paranthuen), españoles (como Natalia Calderón), israelíes (como Anat Cohen), entre otros, lo cual nos ha permitido conocer en vivo una diversidad de manifestaciones del jazz de naciones hermanas.

Al mismo tiempo, han tenido una presencia destacada con sus sendas propuestas los dominicanos como Guillo Carías, Pengbian Sang, Fellé Vega, Sandy Gabriel, Rafelito Mirabal, Pachy Carrasco, Guy Frómeta, Patricia Pereyra, Xiomara Fortuna, El Prodigio, Bonyé y un largo etcétera.

Este verano de 2022 tendremos la 22da. edición del festival todos los jueves de junio y julio, con la cartelera que informa Fernando Rodríguez de Mondesert (Jazz en Dominicana) en este enlace:

https://www.jazzendominicana.com/2022/05/el-2-de-junio-se-dara-formal-inicio-la.html

Así como nos ponemos contentos al recordar lo que gozamos en las 21 anteriores ediciones, recibamos con entusiasmo esta 22da. entrega del Santo Domingo Jazz Festival Casa de Teatro 2022. Allá nos encontraremos en las maravillosas noches de jazz, todos los jueves de junio y julio, para celebrar y compartir la alegría y la buena música y brindar por los 48 años que cumple la Casa.

Y el jazz sigue los viernes en el lounge La Azotea del hotel Dominican Fiesta, cuya cartelera de junio se informa en este enlace:

https://www.jazzendominicana.com/2022/05/fiesta-sunset-jazz-presenta-su_26.html

Y como estoy en desacuerdo con la monogamia musical, ¿qué les parece si saltamos de la salsa y el jazz a la ópera?

The Metropolitan Opera House (The Met: Live in HD) cierra su temporada 2021-2022 de transmisiones en el cine Fine Arts Novo Centro con la ópera “Hamlet” el sábado 4 de junio a la una de la tarde y repetición grabada (encore) el miércoles 8 de junio a las 6:30 p.m.

Inspirada en la tragedia de William Shakespeare, “Hamlet” es una ópera del compositor Brett Dean con libreto de Matthew Jocelyn, acerca de la cual hay información en este enlace:

https://www.metopera.org/season/in-cinemas/2021-22-season/hamlet-live-in-hd/

A continuación, la página web de The Met nos informa su sinopsis:

ACTO I

Elsinor, Dinamarca. El rey Hamlet ha muerto, y su hijo, el príncipe Hamlet de Dinamarca, lo llora. Al funeral del rey le sigue inmediatamente el matrimonio de su viuda, Gertrude, con su hermano, Claudius. Hamlet está profundamente perturbado por la prematura defunción de su padre y la apresurada boda de su madre, y su estado se agrava aún más con la aparición del fantasma del rey muerto, que hace saber a Hamlet que fue asesinado por su propio hermano, el presente marido de Gertrude y rey de Dinamarca. El difunto rey pide a su hijo que vengue su muerte matando a Claudius.

Sin saber muy bien qué hacer y comportándose erráticamente, Hamlet rechaza a su alma gemela y amante, Ophelia, y hace marchar a sus antiguos compañeros de estudios Rosencrantz y Guildenstern, a quienes Claudius ha convocado en Elsinor para que ayuden a descubrir la causa de la aparente locura de Hamlet.

Un grupo de actores llega a Elsinor. Hamlet les pide que interpreten una escena recreando el asesinato del rey Hamlet a manos de su hermano. Claudius reacciona violentamente ante la actuación, y Hamlet interpreta esto como prueba de la culpabilidad de su padrastro. Su madre le pide que acuda a sus aposentos para explicar sus acciones, y, al llegar, Hamlet se encuentra a Claudius sumido en una oración, pero no se siente capaz de matarlo.

Una vez con su madre, Hamlet oye un grito ahogado y, pensando que Claudius le está espiando, desliza su espada a través de un tapiz, lo que ocasiona la muerte de Polonius, el padre de Ophelia. A continuación, Hamlet reprende a su madre por su desvergüenza y libertinaje. Aparece el fantasma de su padre para recordarle a Hamlet que su misión más importante es vengar su muerte.

ACTO II

Laertes, el hijo de Polonius, regresa a Elsinor para vengar la muerte de su padre, lo que supone una amenaza para Claudius y su reinado. Claudius consigue apaciguar la furia de Laertes convenciéndole de que Hamlet es el culpable; Claudius y Laertes conspiran para matarlo.

Aparece Ophelia, visiblemente enloquecida por el rechazo de Hamlet y la muerte de su padre. Esto solo consigue reafirmar la sed de venganza de Laertes, que se intensifica momentos después al descubrir que Ophelia ha muerto ahogada en un arroyo cercano.

Hamlet y su amigo Horatio se topan con el funeral de Ophelia, y, al enterarse de su muerte, Hamlet provoca a Laertes.

Valiéndose de los mediadores Rosencrantz y Guildenstern y de acuerdo con el plan pactado con Claudius, Laertes desafía a Hamlet a un duelo. Hamlet acepta el desafío.

Sobrevienen muchas muertes.

NOTA: Los sábados 16 y 30 de julio y 13 y 27 de agosto, The Met: Live in HD presentará, en el mismo cine Fine Arts Novo Centro, una serie de cuatro “encores” o retransmisiones (grabadas) de óperas de anteriores temporadas: una de Donizetti, “La hija del regimiento”; una de Lehár, “La viuda alegre”; y dos de Puccini, “Madama Butterfly” y “La Bohème”. Este enlace contiene más información:

https://www.metopera.org/season/summer-2022/live-in-hd-summer-encores/

Acerca del autor de “Madama Butterfly” y “La Bohème”, considerado como creador en sus óperas de los conceptos de música utilizados en las películas, permítanme citar a Sergio Crespo: “Si la ópera es la antesala del cine, Puccini es el precursor de Hollywood. Nadie como el maestro italiano supo comprender que una superproducción necesitaba de historias épicas y momentos majestuosos en países exóticos, casi imaginarios, para que el gran público viviera un gran espectáculo”.

Algo más relacionado a Puccini y el cine: Si usted es fan de James Bond y vio la segunda entrega protagonizada por Daniel Craig, “Quantum of Solace” (Marc Forster, 2008), recuerda que en la misma aparece una escena de una ópera de Puccini: “Tosca”; y si es fan de la saga “Misión Imposible” que protagoniza Tom Cruise y vio su quinta entrega, “Rogue Nation” (Christopher McQuarrie, 2015), recuerda que en la misma aparece una escena de otra ópera del mismo Puccini: “Turandot”.

Es curioso lo ocurrido con Puccini entre 1982 y 1987 cuando se estrenaron por lo menos siete películas en las que escuchamos fragmentos de óperas de su autoría, que se mencionan a continuación:

“Victor Victoria” (Blake Edwards, 1982), “Mona Lisa” (Neil Jordan, 1986) y “Fatal Attraction” (Adrian Lyne, 1987): “Madama Butterfly”

“A Room With A View” (James Ivory, 1986): “Gianni Schicchi” y “La Rondine”

“Hannah and Her Sisters” (Woody Allen, 1986): “Manon Lescaut”

“The Witches of Eastwick” (George Miller, 1987): “Turandot”

“Moonstruck” (Norman Jewison, 1987): “La Bohème”

En esta última película, es memorable la secuencia en que los protagonistas asisten a una presentación de “La Bohème” en The Metropolitan Opera House, de la cual hay un fragmento en este enlace: