Las reflexiones que propongo acerca de la educación dominicana, a veces con afirmaciones y evidencias científicas, otras veces con preguntas, las hago motivado por el interés de contribuir a la construcción, así fuera desde la distancia, de un imaginario propositivo por una mejor educación, como todos las queremos.

Insisto en la necesidad de pensarla y construirla traspasando toda aspiración coyuntural concentrada solo en lo inmediato y que, no necesariamente, apuesta a una mejor educación, aquella que aseguraría que todos los niños, niñas y jóvenes adolescentes aprendan.

No pongo en duda la necesaria mejora de las condiciones de vida de los docentes, como tampoco, que éste ponga mayor atención y motivación como compromiso, por mejorar también sus habilidades y capacidades de enseñar, que al final de cuentas es su función profesional para la cual se le paga.

Una persona amiga y muy cercana, que incluso dirige un centro educativo público quien leyó la entrega anterior a través de este mismo medio, me envió de viva voz un mensaje a propósito, iniciando con la siguiente afirmación: “este articulo tiene una radiografía general de cómo está la realidad educativa”.

A seguidas inicia una serie de observaciones y opiniones que nacen de su realidad concreta en la dirección de su centro educativo. En ocasiones refiriéndose al gremio y en otras a las instancias ministeriales con las cuales tiene que lidiar día a día. Su historia se la he oído a otros tantos directores de centros.

Con su permiso expongo las ideas principales vertidas en su comentario.

“Hay partes que son como un cáncer, dentro del cual, lamentablemente, está la ADP, un gremio que ha crecido sin control y ciertamente, a veces se convierte en un obstáculo para la educación. Pero igual ocurre con…” con instancias del ministerio, y “es que una cosa es lo que dice la ley, el currículum y otra… la que se ejecuta”.

“En los procesos que yo hago, muchas veces parece que las autoridades, en lugar de ser parte del sistema, son enemigos de la escuela, o sea, tú vas y solicitas que INABIE evalúe la calidad del almuerzo, o la cantidad, y entonces ellos se ponen a favor de los distribuidores, de la gente que tienen contratado para ese servicio”.

“Si la dirección de la escuela no se empodera y no sirve un día todos los alimentos juntos, para darse cuenta de que no llegan las raciones suficientes, las que están contratadas, si uno no se empodera para mandar a analizar la calidad de lo que está llegando y todo eso…, el ministerio lo que no quiere es dejar de pagarle a esa gente”.

“En educación pasa lo mismo, después que la gente está nombrada, trabaje o no trabaje se le paga. Es un tema. De repente, te cancelan al que está trabajando y no te nombran al que tú necesitas y todo es difícil. Lamentablemente los informes y solicitudes que se envían al distrito no sirven para nada, no se hace caso”.

“En muchas ocasiones si no fuera por los representantes de la ADP que asumen el caso del personal, incluso administrativo, las cosas no funcionarían. Ellos conocen muy bien cómo se mueven los hilos en el ministerio y llegan donde nosotros no podemos. Esa es una realidad constante”.

Por otro lado, “no está el equipamiento, ni las herramientas para dar la clase y la ADP tiene razón cuando dice que el concepto de escuela es el de guardería, o sea que usted lleve los muchachos temprano y páselo a buscar por la tarde y listo, y que a ahí lo alimenten. No tenemos el concepto de una institución que gestiona el aprendizaje”.

“Tengo la experiencia, por ejemplo, de este curso que está terminando. Al principio tuve que detener el programa normal de la escuela y comenzar de agosto a diciembre un propedéutico de lectoescritura con el fin de alfabetizarlos. Lo que se debe hacer en primero, segundo y tercero de primaria, hacerlo en cuarto de secundaria, imagínate”.

“En la matemática lo mismo: las operaciones fundamentales, el razonamiento lógico. Si no saben leer, si no entienden lo que leen, pues así mismo es el razonamiento.  O sea, es una vergüenza”. Son “estudiantes que llegan con excelentes calificaciones. Yo no voy a criticar el centro de donde vienen, porque esto es sistémico.”

Admite, en esa perspectiva que, así como “hay escuelas públicas que se destacan, que son mejores que muchos centros educativos privados; pero es verdad que en el sector privado también hay centros que va en esa misma línea, porque es sistémico el problema”.

Otra cuestión que señala, la cual considero igualmente importante, es lo relativo a las normas de convivencia escolar. Señala: “Es verdad, en las escuelas no hay normas de convivencia porque cualquier norma de convivencia, donde haya régimen de consecuencias, esto parece atentar contra la ley de protección al menor. ¿Y quién se mete con eso?”

“Son como muchas cosas, además de la burocracia del sistema. Mucho papeleo, muchos cursos, muchos talleres. El maestro vive un nivel de estrés extraordinario, pues cualquier día hay una suspensión de docencia porque tiene que irse a capacitación. Una capacitación que después no se puede implementar”.

Señala que, en el caso concreto de su centro educativo, generalmente, “las capacitaciones ayudan poco porque se da una capacitación que sirve para el nivel primario. Entonces en secundaria no se puede aplicar, porque son actividades o estrategias que no van con los grupos con los cuales trabajamos. Entonces se complican mucho las cosas.”

“El Ministerio siempre viene con nuevos proyectos, programa de éstos, de aquello, de lo otro, y de repente hay que tener todo preparado para desarrollar esos programas y… mucha pantalla. Muchas redes, de hicimos esto, hicimos aquello, hicimos lo otro. Pero, no hay sistematización. De esa manera el cansancio nos abruma”.

“En educación yo estoy por vocación, y eso me lleva a mantenerme en pie, pero imagínate lo que pasa con aquel que entró al sistema solo buscando salario para sostener su familia”.

Otro tema fue el de la supervisión: “Necesitamos que se definan bien las funciones para no tener a muchas instancias haciendo lo mismo. No es justo que una escuela la supervise el distrito, pero luego llega el técnico del área y a la semana siguiente otro y después el de la regional y luego el de la sede central. Supervisando las mismas cosas”.

Las cosas se complican cuando dicha supervisión sigue lineamientos distintos. Pone como ejemplo el tema de registro. “Un registro no puede ser supervisado por tantas instancias del ministerio y cada instancia pide que todo el equipo de gestión esté en esos dos o tres días con dedicación exclusiva. Si tú sumas 3 días por instancia, ¿cuándo el equipo de gestión hace el acompañamiento áulico?”.

Pero lo mismo ocurre con el INEFI y luego los de tecnología educativa. Todo el mundo va buscando quedar bien y ser bien evaluado. ¿Cómo puede un director, en estas condiciones, hacer una buena gestión de centro?”.

Termina señalando lo siguiente: ”Necesitamos ministros que respondan a las políticas públicas educativas y no a otra cos; y a directores regionales y distritales que conozcan de educación para que entonces se puedan hacer procesos educativos encaminados hacia el logro de los lineamientos curriculares”.

Como terminaba aquella serie de televisión de los años 50 y 60 “La ciudad desnuda”, “hay ocho millones de historia en la ciudad desnuda, esta es solo una de ellas”.