¿Para qué se escribe y por qué se escribe? Ambas preguntas me han obsesionado, de modo insistente, a lo largo toda mi existencia. Gabriel García Márquez, con esa particular gracia que mueve a los genios a la hora de responder a las cuestiones más serias de está vida, lo sintetiza más o menos de este modo: escribo para que mis amigos me quieran más. Con su respuesta muestra la generosidad de un gesto que está muy por encima del ciego egoísmo que observamos regularmente en el oficio de la literatura. Todo esto que cuento viene a colación porque, esté próximo lunes 4 de Julio, dos de los más importantes escritores de la generación de los ochenta en República Dominicana se sentarán frente a frente para dialogar, en una especie de cortar la madera entre ambos, haciendo –en alusión al poema de Ezra Poud– que exista comercio entre ellos.

Estos grandes poetas de los que hablo no son otros que Medar Serrata y José Mármol. Ellos dos reúnen en su persona toda la prudencia y la exquisita  elegancia del buen decir.  Escritores, cultos y sin la menor pose, sus trayectorias personales transcurren en paralelo sin que existan sin embargo coincidencias que las unan en un pasado común.

En el caso de Serrata la suerte en algunos momentos tal vez  le haya sido difícil y algo esquiva hasta el punto de que uno de sus más célebres poemas “Rapsodia para tontos” tiene su punto de partida en una dura experiencia vital como limpiador en una gasolinera estadounidense y aún a pesar de ello el poeta que llevaba dentro jamás llegó a ser vencido por la incertidumbre de aquel oscuro destino. José Mármol, por su parte, a pesar de su procedencia humilde, alcanza por méritos propios una condición laboral de privilegio envidiada por muchos y criticada por no pocos que entienden la literatura como una peregrinación de sufrimiento sin límite y precariedad económica. El éxito no siempre se perdona , ni le perdonan su buen hacer en un mundo de cumplimientos y horarios establecidos, muy alejado del habitat bohemio y sin compromiso de todo artista.

Y serán estos dos extraños y exitosos individuos, cada uno virtuoso en su área de acción, quienes intentarán tocar el pasado literario reciente de nuestros últimos cuarenta años y lo harán con su peculiar estilo y veteranía. No me gustaría llamar espectáculo a este encuentro por la connotación peyorativa del término, pero sentarse en primera fila de este debate a dos no deja de ser un regalo en la grada. Encargo como tarea para quienes pretendan asistir a esta exquisita velada dar respuesta a alguna de mis múltiples interrogantes, muchas de ellas aquí compartidas y otras que se agitan dentro de mi ser.

Por enumerar solo unas pocas aquí las formulo abiertas a la reflexión. ¿Qué  significan las generaciones literarias? ¿Cómo llegan Mármol y Serrata al mundo de la literatura? ¿Cómo se mueven los egos en el estrecho campo de una época? ¿Que entienden ambos por ruptura? ¿Qué son y que significan las capillas literarias? ¿Uno y otro sienten formar parte de alguna de ellas? ¿Cuál es el sentido de la palabra generosidad y su contrario el canibalismo literario? Todas estas cuestiones me las hago a escondidas y hoy las lanzo al ruedo en esté artículo. Ojalá que estas sean respondidas por mis queridos amigos o bien por cualquiera de los contertulios que participarán con sumo gusto de tan sabroso festín.