1.- Betancourt por vez primera entre nosotros, en 1929


Declinaba ya el gobierno de Horacio Vásquez cuando en patriótico periplo, buscando apoyo a la causa libertaria de Venezuela, vino a recalar en la patria de Duarte, procedente de Curazao, donde vivía exiliado por aquellos días, el entonces joven dirigente estudiantil Rómulo Betancourt y Ponte quien con el tiempo se convertiría en presidente de su país y uno de los más connotados estadistas democráticos del continente en el pasado siglo. Eran los días finales del mes de mayo de 1929.
Vino a nosotros, como reseñara entonces el Listín Diario, “con esa sencillez que caracteriza al apóstol, al que camina por el mundo con esa carga sagrada y preciosa de ideales y con la absoluta consigna del sacrificio por guía y por escudo”.
En aquellos días sombríos para Venezuela y otros países de América, República Dominicana fue patria de acogida de connotados exponentes de la juventud estudiantil defensora de la libertad, pues a nuestra patria llegaron, entre otros, Raúl Leoni, quien luego, al igual que Betancourt, alcanzaría la más alta magistratura de Venezuela, Carmencita Gil, "la nueva Juana de Arco venezolana”, Carlos Julio Ponte, Hernando de Castro, la distinguida poetisa y revolucionaria peruana Magda Portal, quien para esos días coincidió también con Betancourt entre nosotros, en afanes libertarios, al igual que Horacio Ducharne, Carlos Cabrera, Bernardo Suarez y Rafael Ángel Castillo.
Con manos de hierro gobernaba Venezuela el tirano de Maracay, Juan Vicente Gómez, a quien el destacado escritor e intelectual venezolano Laureano Vallenilla Lanz describiera, desde Paris, como “Maquiavelo tropical empastado en papel higiénico”.
La ergástula inmunda de “La Rotunda” se convirtió en antro despreciable donde se mancillaba la dignidad humana de la juventud inconformista y luchadora. En ella había guardado prisión el entonces denominado “sublime apóstol adolescente venezolano”, Rómulo Betancourt, por defender sus ideales libertarios.
Faltaba todavía seis duros años de combate contra tan oprobioso régimen dictatorial, pues Gómez moriría en su cama, con desconcertante placidez, el 17 de diciembre de 1935.
El encendido y flagelante verbo de Betancourt resonaría por los escenarios culturales más destacados del país, poniendo en evidencia los desmanes autoritarios de Venezuela, encendiendo la chispa del ideal libertario en la juventud idealista de entonces.
En su ardoroso peregrinaje pronunciaría conferencias en nuestra capital, específicamente en el teatro Capitolio y en la Universidad de Santo Domingo, invitado por la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU), que entonces lideraban, entre otros, Guido Despradel Batista y Enrique Plá Miranda.
En Santiago disertaría en dos ocasiones en la meritoria Sociedad Cultural “Amantes de la luz”, lo mismo que en Barahona en el teatro “ Unión”, en San Pedro de Macorís en el teatro “Aurora” y en la Vega en la Sociedad Cultural “La Progresista”.
Con relación a su celebrada disertación en San Pedro de Macorís, afirmaba un cronista de entonces: “Nos hace recordar Betancourt los apóstrofes tremendos y los periodos fulgurantes de nuestro máximo tribuno Eugenio Deschamps, así como las bellas concepciones inmortales de aquel gigante que cayó de cara al sol, en Dos Ríos…Siga el noble combatiente, ex huésped de La Rotunda, en su soberbia peregrinación de propaganda emancipadora”.
En “Memorias de un cortesano de la era de Trujillo” ( Pp. 44-48), describe Joaquín Balaguer las incidencias de aquella memorable estadía del joven Betancourt entre nosotros
Correspondería al entonces joven abogado y escritor presentar a Betancourt en el teatro Capitolio, de Santo Domingo. De la admiración que suscitara entonces la personalidad y meritoria causa enarbolada por Betancourt se hizo eco con valiosas descripciones la prensa de la época, como lo pone de manifiesto el vibrante artículo escrito por E. Generoso de Marchena E., en el Listín Diario.
Señalaba, al respecto:
“Betancourt no es sólo un estudiante, es un MAESTRO de energía que con su fe inquebrantable tiene perfecta visión del porvenir. Este muchacho intranquilo, que apenas cifra en los 21 años es, por su espíritu, por su corazón, por su inteligencia y por su ideología sencillamente un COLOSO. Tiene, en la enérgica actitud de su ademán y en la fuerza magnética de sus convicciones, el poder de los predestinados: por eso, yo lo admiro!.
Yo me tengo seguro que después de la asonada estudiantil del 7 de abril, que tuvo a punto de desquiciar al régimen absolutista de Gómez, la juventud venezolana, teniendo en cuenta la rara capacidad de Betancourt, lo ha lanzado en Embajada Apostólica por toda América, junto con la bellísima señorita Carmencita Gil, la nueva Juana de Arco venezolana, para que nos venga a contar de los crueles martirios y dolores sin fin de su Patria enlutecida”.
Días después, correspondería a Balaguer acompañarle a Santiago, donde pronunciaría Betancourt una magistral conferencia en la Sociedad “Amantes de la Luz”.
El periódico “La Información “de Santiago le calificaría entonces como “inteligente y vigoroso estudiante universitario venezolano”.
Iban, además, en peregrinaje incansable por varios pueblos del Cibao y el país a fin de vender ejemplares del libro escrito por Betancourt y el destacado escritor venezolano Miguel Otero Silva titulado “En las huellas de la pezuña”, denuncia valiente contra los desmanes y atropellos del sátrapa venezolano, prologado por el también brillante intelectual José R. Pocaterra.
Y fue para entonces, y en el marco de aquellas juveniles efervescencias patrióticas, que también Juan Bosch y Betancourt se conocieron y trabaron amistad, pues Bosch le acompañaría en los mismos propósitos promocionales del libro, con el propósito de recabar algunos fondos para coadyuvar a la lucha de los jóvenes exiliados.
Respecto al libro de Betancourt, afirmaba Bosch haber escrito un artículo en el periódico que para entonces dirigía Luis Sánchez Andújar.
Específicamente, el 20 de junio de 1929 pronunciaría Betancourt una de sus exitosas conferencias en los abarrotados salones de la Sociedad Cultural “Amantes de la Luz”, de Santiago de los Caballeros, siendo acompañado por prestantes ciudadanos e intelectuales, entre ellos Ercilia Pepín y doña Josefa Sánchez de González, Pablo Franco Bidó, Lic. Rafael Estrella Ureña, Ramón Emilio Jiménez, el Pbro. Manuel de Jesús González, Lic. Joaquín Balaguer, Lic. Emiliano Bergès, Lic. Domingo A. Bergès y Emilio Castaños.
Acompañaba también a Betancourt su compañero de lucha, el coronel Simón Betancourt.
El periódico “El Diario” de Santiago, correspondiente al día 21 de junio de 1929, al reseñar tan importante acontecimiento político- cultural, expresaba:
“Entonces el gallardo tribuno Lic. Rafael Estrella Ureña se puso en pie para presentar al conferencista. Como siempre, su verbo tribunicio y enérgico le habló al pueblo de libertad, precioso don de que había sido despojado el pueblo hermano de Venezuela desde varios lustros atrás. Y al terminar sus hermosas palabras de presentación, nuevas salvas de aplausos atronaron los ámbitos.
Rómulo Betancourt, un adolescente pleno de ideales para su oprimida patria, con voz clara y correcta dicción, leyó su conferencia, un extenso trabajo dividido en varias partes, todas llenas de gran interés histórico”.
Todas las vicisitudes por las que ha atravesado Venezuela desde el alborear de su independencia hasta nuestros días, especialmente en los periodos de franca tiranía de Cipriano Castro y Juan V. Gómez, fueron pintadas con los más vivos colores que pueden esperarse de la palabra”.
2.- La salida del país de Betancourt.
Betancourt se vio precisado a marcharse en agosto de 1929, por el puerto de Barahona, en la goleta denominada “La Gisela”. Había sido llamado por Trujillo -ya poderoso jefe del ejército- a la Fortaleza Ozama, conforme versión de Bosch, a fines de solicitarle que abandonara el país, debido a que en el puerto de Barahona había sido descubierto un contrabando de armas llegadas a su nombre, las cuales ya estaban en poder de las autoridades militares dominicanas.
Las referidas armas serían enviadas a Venezuela, a fines de ser usadas en pequeñas acciones clandestinas que fueran preparando el terreno a lo que sería un desembarco militar que desde Europa realizaría, para combatir a Gómez, el general venezolano Román Delgado Chalbaud.
Delgado Chalbaud moriría, días después, al inicios de agosto de 1930, enfrentándose a las fuerzas gomecistas.
La “ Gisela” estuvo a punto de zozobrar, viéndose precisado Betancourt a retornar y permanecer por varias días más en el puerto de Barahona, saliendo días después, acompañado de Raúl Leoni y otros jóvenes venezolanos exiliados hacia Costa Rica.
Prueba de la positiva estela de afecto y confianza sembrada por Betancourt en la juventud estudiantil dominicana es el hecho de que el 23 de septiembre de 1930 la junta superior directiva de la Asociación Nacional de Estudiantes (ANEU) le designa, junto a Leonio Otero, para representarle en un interesante congreso estudiantil internacional organizado en Colombia, el 17 de diciembre del mismo año, con motivo de cumplirse el primer centenario de la muerte de Bolívar.
Eran para nosotros días sombríos, especialmente para la capital, tras el paso del terrible huracán San Zenón, al iniciar la era de Trujillo.
En fecha 16 de junio de 1931, poco tiempo después de su exitosa gira patriótica entre nosotros, dirige Betancourt a Balaguer, desde Costa Rica, la siguiente misiva, muy poco conocida en el país:
San José, Costa Rica, 16 de junio de 1931
Señor Lic.
Joaquín Balaguer
Mi querido Balaguer:
Excúsame si hace mucho tiempo no te envío noticias de mis andanzas. He llevado una vida inquieta, viajando por Centro y Sur América, en consecución de unos pocos fusiles para ir a Venezuela a combatir con sus propios elementos de barbarie a aquellos bárbaros. Hasta ahora, nuestros esfuerzos se estrellan contra el egoísmo y la falta de solidaridad de quienes podrían ayudarnos. Se suceden los gobiernos, pasan los hombres que los representan; y una misma es la política de todos con respecto a nuestro problema: cordialidad con despotismo y desdén, cuando no persecuciones, para quienes combatimos al despotismo.
Hoy va de nuevo mi compañero y amigo entrañable, coronel Betancourt, a tu país. Lleva mucha fe en lograr de ustedes alguna ayuda. Yo lo he alentado a ese viaje, pensando que pasadas las dificultades de los primeros días y ya firme el gobierno, podrán concretar los ofrecimientos que tan generosa como espontáneamente nos hiciera el Lic. Estrella Ureña, en nuestros días dominicanos.
Préstale a Betancourt, querido amigo, toda la ayuda de que seas capaz. Mueve en favor suyo, porque es en favor de una causa que quiere por justa todos los valiosos recursos de que disponen dentro de la actual situación dominicana. Yo me quedo aquí confiando mucho en las gestiones del coronel, porque de antemano sé que ellas tendrían en ti su mejor abogado, su más eficaz aliado.
Me gustaría saber directamente de ti, de tus proyectos, de lo que haces. Escríbeme y cuéntame lo que de nuevo haya por esas tierras, mías por derecho de afecto y de gratitud.
Saludos para Estrella Ureña: muchos recuerdos cariñosos para toda esa gente interesante de Santiago de los Caballeros. Para ti la seguridad renovada de mi afecto y de mi cariño.
Amigo afmo.
Rómulo Betancourt
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Plagado está el devenir histórico de inéditas ironías, pues lejos estaba entonces Betancourt de imaginar que la ayuda esperada no llegaría jamás, pues ya se instauraba en suelo dominicano una dictadura más larga y dura que la encabezada por Gómez, de la cual Balaguer se convertiría en fiel servidor y Estrella Ureña se vería precisado a tomar la cartera del proscrito, en amargo exilio, tras romper con Trujillo.
Pero más aún, nunca podría suponer que en su agitada vida política le correspondería convertirse en unos de los paladines de América, combatiendo la férrea satrapía trujillista.
No pisaría nuevamente Betancourt suelo dominicano, hasta que, en calidad de primer mandatario de Venezuela, acudió como invitado especial a los actos de toma de posesión de Bosch, el 27 de febrero de 1963.