Todavía, quienes aún tenemos fe en los valores de la democracia en un mundo cada vez más distópico, estamos procesando el reciente fallo de la SCJ de EE.UU. Todo se remonta a 1969, año en el que Norma McCorvey (1947-2017), bajo el seudónimo de “Jane Roe”, se atrevió a desafiar las leyes del Estado de Texas sobre el aborto. Víctima de violación y embarazada, tomó la decisión de enfrentarse al poder político, con todo el estigma que su condición e intención representaban en la época.

En ese entonces, y otra vez ahora, estaba prohibida la interrupción del embarazo por no contemplarse de manera expresa en la Constitución, excepto cuando la vida de la madre estuviera en peligro. Henry Wade, fiscal de Dallas, se opondría a que su caso prosperara. De hecho, fue obligada a dar a luz.

Al cabo de 4 años, en 1973, su apelación llega a la Corte Suprema. Con votación de 7-2, se argumentó que los estados carecían del poder para prohibir el aborto. Una decisión sin precedentes, hizo una interpretación más amplia e integral del derecho a la privacidad, posicionándolo como uno de los más fundamentales y bajo el cual se amparan muchas de las libertades sexuales y reproductivas.

Dicho razonamiento ya venía plasmándose en otros casos relacionados a materias distintas. Entre ellos: Union Pacific Railway Co. vs Botsford (1891), decidiendo que las personas tenían derecho a la integridad de su cuerpo y, por consecuencia, a la privacidad: “ningún derecho es más sagrado o está más protegido tan cuidadosamente por la ley como el de cada individuo a la posesión y control de su persona, libre de control o interferencia de otras…”; Olmstead vs United States (1928), un caso de intervención de una línea telefónica: “para proteger el derecho a que “te dejen en paz”, toda intrusión por el gobierno sin estar justificada en contra de la privacidad del individuo, cualesquiera la forma, se debe considerar una violación a la Cuarta Enmienda (voto disidente del Juez Brandeis).”; Loving vs Virginia (1967), sobre una ley que impedía el matrimonio interracial, entendiendo que violentaba la privacidad en cuanto a su vínculo con la libertad al matrimonio.

No obstante los intentos por revertir estos precedentes, se mantuvieron por décadas, hasta que, sentadas las bases, Lynn Fitch, fiscal general de Mississippi, demandara en julio revocar Roe vs Wade y que se decida que no hay tal prerrogativa constitucional, incluso en casos de violación sexual (Dobbs vs Jackson Women´s Health Organization). A partir del fallo a su favor, 36 millones de mujeres en edad reproductiva vivirán en estados sin acceso al aborto, quedando en mayor desventaja aquellas con vulnerabilidad económica (Instituto Guttmacher).

Esto nos muestra que no siempre una mujer en posición de poder buscará garantizar nuestros derechos más básicos, como el de no injerencia en nuestra privacidad.