Solo un lego podría ignorar la crisis que se avecina para todo el sistema de partidos políticos en la República Dominicana. Cada día crece la influencia de la sociedad civil de élite, lo que amenaza seriamente con sustituir prontamente el papel de intermediación social de las organizaciones políticas.
Si bien los partidos políticos siguen siendo los receptáculos de la decisión del soberano a través del voto en los procesos electorales, es innegable que su ascendencia sobre el pueblo disminuye progresivamente. Frente a la imparable horizontalidad ciudadana que construyen los activos influencers en el mundo digital, la credibilidad y la estima popular de los partidos han ido en declive.
Es por ello que el Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana (FOPPPREDOM), entidad sin fines de lucro que agrupa a casi todas las organizaciones políticas reconocidas por la Junta Central Electoral (JCE), decidió organizar el seminario-taller titulado “Riesgos y desafíos del sistema político, partidario y electoral de la RD: Claves para relanzar la democracia”.
Este evento se llevó a cabo el pasado jueves 30 de enero en el salón multiuso de la JCE. En dicho taller, escuchamos las ponencias de técnicos de los principales partidos, quienes explicaron con notable claridad los retos y amenazas que enfrenta el sistema partidario del país.
En un ejercicio de autocrítica, los representantes expresaron que “los partidos políticos o se innovan y se identifican auténticamente con los reclamos de la gente, o desaparecerán”. En su lugar, emergería con fuerza telúrica la influyente sociedad civil, que, además de los espacios de poder que ya ocupa en los gobiernos, se alzaría también con los votos de la ciudadanía en las elecciones.
Esto se ve favorecido por la reciente sentencia del Tribunal Constitucional TC/0788/24, que simplificó los requisitos para la inscripción de candidaturas independientes ante el órgano electoral.
Los partidos políticos deben modernizar su modelo de representación popular o se extinguirán, como ha ocurrido en varios países de América Latina, donde las otrora principales organizaciones partidarias han desaparecido debido a su falta de conexión con las aspiraciones de la población. En el seminario de marras identificamos las principales taras de la partidocracia nacional, que resumo a continuación:
- Los partidos no están conectando con la ciudadanía, no abrazan causas y su gerontocrática dirigencia se niega a ceder espacio al liderazgo joven.
- El liderazgo paradigmático del pasado (ej. Bosch, Balaguer y Peña Gómez) contrasta drásticamente con la antipatía y desafección que generan en la ciudadanía la mayoría de las dirigencias partidarias actuales.
- El pueblo ya no nos escucha. Mientras seguimos utilizando los medios tradicionales para comunicarnos, han emergido nuevos líderes sociales que, con miles de seguidores en redes, se han convertido en los verdaderos representantes y la voz de la ciudadanía.
- Existe una profunda estigmatización de la clase política. Gran parte del pueblo nos señala como lo peor de la sociedad y nos percibe como los únicos beneficiarios de la inmensa corrupción estatal, pues solo defendemos nuestros intereses particulares.
- La baja calidad de la representación en los órganos del poder público es preocupante. Esto se debe, en gran medida, al inequitativo voto preferencial, que otorga una ventaja desproporcionada a los candidatos con mayor inversión económica en sus campañas, abriendo espacio a personas vinculadas al lavado de activos y al narcotráfico.
- Los partidos deben capacitar a su dirigencia para que esta, a su vez, transmita un mensaje armónico a los electores.
Deben apoyar las causas populares y mostrarse dispuestos a propiciar la unidad total del sistema político, dejando de lado las banderías partidarias y priorizando la solución de los acuciantes problemas nacionales.
El cambio de mentalidad en las estructuras partidarias es una tarea urgente e ineludible. Debemos reconocer nuestras falencias, pues la realidad es inminente: o nos renovamos, o veremos desaparecer, una a una, todas las fuerzas políticas actuales.
Seremos sustituidos por el fortalecido “partido” de la sociedad civil, que cuenta con recursos económicos, control de los medios de comunicación, importantes cuotas de poder en el gobierno actual y vínculos indisolubles con la oligarquía. Si la dirigencia partidaria no comprende esto a tiempo, pronto se hará realidad el antiguo refrán popular: “De fuera vendrá quien de casa nos echará”.