La imagen de Richard Nixon la definió su renuncia a la presidencia para evitar ser destituido por el Congreso por su infeliz manejo del escándalo de Watergate. Lo que se inició como un repudiable intento de espionaje de política electoral, instalando micrófonos en las oficinas del opositor partido demócrata, se agravó con imperdonables actos de obstrucción de justicia.
Nixon había sido exitoso, pero en su caso y el de muchos dirigentes se plasma un lamento de Albert Speer, el arquitecto y Jefe de Producción de Armamentos de Hitler, que fue tan astuto que se libró de la horca en el juicio de Nuremberg. Sabichoso, al cumplir su condena de 20 años de cárcel se convirtió en una celebridad mediática mundial con su “best seller” “Inside the Third Reich”. Refiriéndose al nazismo, Speer expresó que no es apropiado evaluar los hechos y los hombres dando preponderancia únicamente a la forma en que terminaron.
Junto a errores y maniobras truculentas, Nixon tuvo la visión y la voluntad de cambiar la historia cuando decidió reunirse con Mao Tse Tung y reconocer la República Popular China. Ambos encargaron a Kissinger y Chou en Lai que escribieran el guión del nuevo rumbo de la humanidad, que dejó inconcluso el sempiterno capítulo de Taiwán.
Los vientos de marzo del 2022 comenzaron a soplar a favor del mejoramiento relativo de la imagen de Nixon pues los bombardeos de Vietnam del Norte los intensificó tratando de lograr negociaciones para terminar esa guerra, que no debió ocurrir y que Estados Unidos no podía ganar. Nixon intentó salir de esa trampa histórica procurando lograr una inalcanzable “Paz con Honor”. Las bombas de Nixon para terminar la guerra contrastan con los misiles que Putin ordena disparar para escalar su invasión, haciendo caso omiso a la aceptación de neutralidad por parte de Ucrania.Zelensky ha reclamado un cese de las hostilidades, casi con clemencia, para salvar vidas, sin dejar de encabezar con valentía la lucha heroica de los ucranianos.
En ese mismo orden, los medios académicos y periodísticos comienzan a resaltar los planteamientos visionarios de Nixon acerca de Rusia, ya como expresidente, después de la Guerra Fría. Poco antes de su muerte, en su último artículo advirtió sobre el “nuevo despotismo” que llenaría el vacío político, con el riesgo del retorno del histórico expansionismo de Rusia en especial con Ucrania.
Nixon enfatizó: “La independencia de Ucrania es indispensable. Una confrontación ruso-ucraniana haría que Bosnia pareciera un picnic de escuela dominical. Se debe hacer entender a Moscú que cualquier intento de desestabilizar Ucrania, por no hablar de la agresión abierta, tendría consecuencias devastadoras para la relación ruso-estadounidense. En la medida que Kiev esté preparada para proceder con las reformas económicas apoyar estos esfuerzos debería ser una prioridad de seguridad nacional para los Estados Unidos”.
Con claro sentido de la oportunidad el mismo día en que Putin invadió a Ucrania la Fundación Nixon divulgó una selección de citas de su libro póstumo, titulado “Más allá de la paz”. Una de ellas expresa: “En el desarrollo de una política hacia la nueva Rusia, debemos comenzar reconociendo que los Rusos no perdieron la Guerra Fría. Perdieron los comunistas. Por tanto, no debemos tratar los Rusos como enemigos derrotados sino como aliados que se unieron a nosotros en la derrota del comunismo Soviético en su madre patria, Rusia”.