Estas fueron las críticas del pasado fin de semana de varios políticos de oposición. Merecen ser analizadas.

Comencemos con Danilo Medina, que salió de su exilio. El hombre y su familia que desfalcaron las arcas publica está preocupado por el retroceso del país y el aumento de la pobreza.

Pero como su memoria quiere borrar el pasado, parece que olvido que en sus últimos 6 meses en el gobierno (marzo-agosto del 2020) y en plena pandemia, miles de gente perdió su empleo, otro tanto cayó en la pobreza y el COVID-19 había matado a 1,453 personas, con 83 mil casos registrados, una altísima positividad de 31.94% y letalidad récord de 1.68%.

A pesar de eso, y bajo la mirada de Dios, sus funcionarios hicieron pingües negocios con la compra de medicamente y otros materiales para el sector salud. No perdonaron ni la pandemia para robar.

Quien recupero esa pérdida de empleos, supero la pandemia con éxito y disminuyo la pobreza causada por el COVID-19, fue precisamente este gobierno y Danilo debe sentarse a leer un poco los datos que están publicados aquí y en los 7 mares del mundo ante de hablar pendejadas.

Margarita, aspirante a ser candidata presidencial de su partido, que la odia con locura, en su última declaración dijo que el gobierno está “desorientado”. Es su costumbre tener un diccionario de palabras que usa con frecuencia para hacer sus críticas, que muchas caen en el ridículo.

Es común oírla decir que el gobierno no sabe hacia dónde va, nos da apagones, es incompetente, hay irregularidades en los planes sociales, esta desorientado, y en un giro inesperado declaro “yo sé lo que es pasar hambre” lo que motivo miles de comentarios en las redes sociales burlándose de ella por esa estúpida declaración.

En el vocablo de los opositores no falta la palabra “desesperanza” pero sin señalar cual es la vía de la esperanza. Porque si hoy los dominicanos disfrutan de algo es precisamente de esperanza. Esperanza es el manejo transparente de sus impuestos, en la ética pública, en la persecución de los que se robaron miles de millones, en las reformas de un estado obsoleto, en el sacrificio fiscal para ayudar a los pobres, en la confianza de los inversionistas en el país, en la limpieza moral y en la estabilidad y el crecimiento económico.

Finalmente, la mejor de todas es la de Leonel Fernández y su Nueva York chiquito.

Pero démosle algo de crédito a esta declaración. El problema de Fernández es que su Nueva York chiquito, rodeado de un cinturón de miseria, era controlado por familias muy similares a los Colombo, Gambino, Castellano, Lucchese, Genovese y Salerno, los dueños de Nueva York en décadas pasadas. Leonel instauro una verdadera mafia que se robó medio país con absoluta impunidad.

Una mafia absolutista que llego a controlar todos los poderes del estado y no dejaba respirar a la gente. El pueblo se sentía ahogado por el poder de un hombre egocéntrico que solo le falto declararse El Mesías del Caribe o el Generalísimo del Progreso.

La transición periódica del poder a través del voto, consolida la democracia. No importa que Abinader dure 4 u 8 años gobernando, el problema es que el futuro quede en manos de gente que continue cambiando al país, haciéndolo más confiable y trasparente y no de gente que lo vuelva a convertir en un paria internacional controlado por mafias que eran protegidas desde el Palacio Nacional.

Los partidos de oposición deben ofrecerle al país opciones mas refrescantes, gente en la que se pueda creer y candidatos con trayectoria inmaculada. Y esos candidatos son los que deben hablar y criticar al gobierno para que la gente le crea. Pero no la misma lacra del pasado, que estuvieron en el poder solo para enriquecerse.

Jamás debemos retroceder ni un ápice y mirémonos en el espejo de Nicaragua, que reeligieron a unos de los hombres más malignos y sinvergüenzas que ha dado ese país y hoy lo están pagando con creces. Un hombre que morirá gobernando, aunque tenga que cerrar las iglesias y expulsar a todos los obispos y pastores.