Hay un retrato de Mami hecha en un estudio a sus 30 años. Su característica mirada en ángulo, y la iluminación sobre dos tercios del rostro permite apreciar su perfil suave, definido, distinguido. El juego de luz y sombra destaca el ángulo derecho de su mentón, de un exquisito rostro ovalado. Su negra cabellera iluminada, se revela abundante y voluminosa, peinada libremente sobre los hombros, los cuales lucen apenas sugeridos gracias al discreto escote de un vestido de color claro, o blanco, enmarcado con un collar de cristal de murano, muy en moda en la época.
Observo largamente este retrato. Es como una Gioconda, con la sonrisa apenas insinuada, enigmática. La mirada de sus negros ojos contrasta honestidad, calidez, con valentía y determinación.
Las fotografías en blanco y negro más emblemáticas de Mami que he visto, son las amplificadas del día de la boda. Es una colección de imágenes que permiten recordar un día especial y significativo en la vida de Mami.
Papi vestía smoking negro, usaba bigote; mami vestida de novia con un traje blanco satinado, bordado en perlas y pedrería, con un escote recortado como flor, mangas muy largas, que dibujaban una V sobre sus manos, ajustado a su cintura. Cubría su cabeza con un velo de tul hasta la cintura, sujeto gracias a corona de pedrería, acorde con la moda de la década del 60s.
Imagino los instantes previos en que se vestía, nerviosa, feliz, en casa de mi abuela, con la ayuda de sus hermanas. Eligiendo cada detalle, hasta que por fin se mira al espejo para que le coloquen el tocado con velo. Mi abuela debe haberle dado un gran beso en la cara y haberla bendecido, su hija menor formaba familia. Mis tías deben haber estado alborotadas impidiendo que Papi la viera vestida antes de tiempo.
La clásica foto de los novios cortando el pastel, tomados de la mano, en la cual Papi mira seguro a la cámara, muy guapo; Mami tiene con una de las expresiones más hermosas y sublimes que le he visto en este recorrido de imágenes. El rostro de mami en un perfil de tres cuartos, su mirada ligeramente dirigida hacia abajo, con los ojos entrecerrados, como mirando las manos unidas de ambos. La siento pensando que se había comprometido por toda la vida con su compañero y amor de su vida.
Hay una serie de fotografías posteriores, tomadas con cámara personal o tal vez instantánea. Están situadas en el portón de la casa de mi abuela. Esta serie relata un tiempo histórico de nuestro país.
El hogar de mi abuela sirvió de refugio a la joven pareja. En esa ocasión Papi le pidió regresar a la casa de mi abuela en San Pedro de Macorís, poco después del estallido de la revolución del 24 de abril del 1965 y en el mismo año el 28 de abril se inició la invasión de los Estados Unidos de América a nuestro país. Mami luce embarazada.
Mis padres vivían en plena zona del conflicto, sector de Ciudad Nueva. No era para nada seguro para ninguno de los dos permanecer allí. Sin embargo, papi permaneció algunos meses más en Santo Domingo, por su trabajo en el Hospital Padre Billini. Su vida se vio amenazada en varias ocasiones trabajando como médico en el hospital, por lo que decidió reunirse con Mami en San Pedro de Macorís, mientras se calmaba el conflicto.
No puedo evitar que mi imaginación discurra para hacerme la idea de las emociones y pensamientos de mis padres en ese tiempo tan único y violento de nuestra historia. Los pienso como en una película titulada “Amor en tiempos de revolución”, o algo similar, siendo el argumento dos personas comunes que se encuentran y deciden unir sus vidas para siempre por el amor en medio de una revolución violenta en su país.
Mis padres fueron una pareja que vivió y tomó decisiones a causa o a pesar de las circunstancias vividas, que les sirvió tal vez para crear unos cimientos firmes que años después se verían sometidos a las mayores pruebas que puede experimentar una familia. Con el tiempo he ido descubriendo sus fuertes convicciones sociales y políticas, mano a mano con sus valores y filosofía de vida personal.
Pero esos recuerdos están recogidos en fotos a colores, y no transmiten igualmente las emociones. Además se necesitarían muchas entregas más, así que por ahora aquí lo dejamos.
Mientras redactaba este artículo celebraba con Mami el Día de las Madres e intentaba recorrer con ella “las memorias que iluminan en las esquinas de su mente” (verso de la canción “The way we were” cantada por Barbara Streisand), captadas en las imágenes antes descritas.
Lo hacemos con la banda sonora de su vida como música de fondo, tales como el danzón “Las perlas de tu boca” de Barbarito Diez, el tango “El día que me quieras” de Carlos Gardel, “Que te vaya bonito” compuesta por el mexicano José Alfredo Jiménez, interpretada por Chavela Vargas. Ella las tararea y canta con gran alegría.
Me asombra y alegra escucharle recordar su vida, con especial cariño la escucho hablar de su amor en tiempos de revolución, recogida en las fotos en blanco y negro.