¿Cuáles son los retos éticos más desafiantes que enfrenta la administración pública en la sociedad dominicana? Esta fue la pregunta fundamental que formulamos al director de la Dirección General de Contrataciones Públicas de la República Dominicana, Carlos Pimentel, en el marco de las charlas mensuales que realizamos desde el Programa Nacional de la Promoción de la Ética (PROÉTICA). (Ver su ponencia en este link: https://www.youtube.com/watch?v=J09Pda7Xk8o&t=2221s).

Entre los desafíos señalados por nuestro invitado destaco los siguientes:

  1. Llevar a la Administración Pública a su legalidad. Uno de los problemas fundamentales de nuestra sociedad es una historia de autoritarismo que se impone sobre las normas. Estas se han subordinado al capricho de los “jefes”. El apego a las disposiciones constitucionales y normativas de control, prevención y control -así como la incorporación de la participación ciudadana en la exigencia de rendición de cuentas y de transparencia- son básicas para la democratización del Estado.
  1. La superación de la impunidad estructural. La histórica debilidad institucional ha promovido la ausencia de un régimen de consecuencias que no solo incentiva la impunidad, sino que crea estructuras para lograrla. (Captura del Estado sobre la base de una red de complicidades).
  1. La generación de una cultura valores en torno a la noción de justicia. La misma permite socavar la imagen del del servicio público como una fuente de enriquecimiento sin control, percepción que contribuye a la destrucción de un proyecto de cuidado y bienestar común.
  1. La devolución de la confianza en lo público. Sobre esta base puede construirse un modelo de sociedad donde la confianza en los procesos institucionales incentive a la ciudadanía a su participación activa en los distintos procesos sociales que fortalecen la democracia e implican el compromiso para evitar los retrocesos, la desidia, la falta de compromiso y la desesperanza en lo público.

Para enfrentar estos retos no basta con establecer reglas claras y lograr un régimen de consecuencias más efectivo, sino también, se requiere crear un clima de interiorización de hábitos éticos que conlleve un aprendizaje sobre la participación y la discusión ciudadana en el espacio público.