La República Dominicana tiene el potencial de convertirse en un líder en innovación tecnológica en la región. Para lograrlo, es necesario un compromiso firme de todos los sectores para superar las barreras actuales y aprovechar las oportunidades que ofrece la era digital. La transformación tecnológica no es un lujo, sino una necesidad para garantizar el crecimiento inclusivo y sostenible del país.

Vivimos en una era de transformación sin precedentes, donde las nuevas tecnologías y la digitalización impregnan todos los ámbitos de la sociedad. Este cambio afecta desde las relaciones interpersonales y los patrones de consumo hasta la estructura administrativa de las organizaciones y los marcos legales en los que operan. En este contexto, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) se presenta como un factor crucial para la adopción y adaptación exitosa de tecnologías.

La I+D no sólo genera conocimiento, sino que también impulsa la capacidad de absorción tecnológica, fomenta nuevas competencias y permite la adaptación de tecnologías existentes a nuestras necesidades locales. Sin embargo, la falta de inversión en esta área limita la capacidad del país para asimilar conocimientos extranjeros y desarrollar innovaciones propias.

En las últimas dos décadas, la República Dominicana ha experimentado avances significativos en términos económicos y sociales. A pesar de ello, la economía dominicana sigue enfrentando desafíos estructurales, como su vulnerabilidad a choques externos —por ejemplo, el encarecimiento del petróleo— y la dependencia de un modelo de bajos costos laborales, que limita su competitividad internacional.

Es imperativo iniciar una nueva revolución empresarial que genere beneficios económicos, sociales y comerciales sostenibles para todos los sectores del país. Esto requiere el desarrollo de ecosistemas de innovación robustos, apoyados por instituciones académicas y de investigación, así como por políticas públicas que impulsen la innovación, la infraestructura, la inversión y los servicios de apoyo empresarial.

El diálogo y la colaboración entre el sector público, el sector privado, las organizaciones internacionales y los donantes son esenciales para escalar tecnologías innovadoras con impacto positivo. Solo mediante un esfuerzo conjunto podremos transformar la economía dominicana en una más resiliente, competitiva y orientada hacia el futuro.

Etapas de la Innovación Tecnológica en la República Dominicana

El desarrollo de la innovación tecnológica en el país puede dividirse en tres etapas:

  1. Infraestructura Básica y Tecnológica: Se han realizado inversiones en infraestructura agrícola, vial y de conectividad, incluyendo avances en la infraestructura de última milla. Aunque los progresos han sido notables, la velocidad de implementación aún es insuficiente.
  2. Regulaciones y Políticas de Consumo: Se han establecido impuestos y normativas para frenar prácticas nocivas, lo que está transformando los sistemas de producción, manejo y consumo de bienes en el país.
  3. Impulso a la Innovación: Con bases más sólidas, se han creado centros de investigación, laboratorios y fondos para incentivar la innovación, como el IDIAF, CONIAF, IIBI y FONDOCYT. Sin embargo, la falta de eficiencia en la segunda etapa ha limitado el impacto pleno de estos esfuerzos.

A pesar de los avances, el país enfrenta importantes debilidades en la gestión de la ciencia, tecnología e innovación. La ausencia de información precisa sobre el gasto en I+D, los actores involucrados y las áreas prioritarias dificulta el diseño de políticas y programas efectivos. Además, la falta de datos sobre el número de investigadores y su dedicación a tareas de investigación constituye una barrera para la planificación estratégica.

En lugar de centrarse exclusivamente en cuantificar el gasto en I+D, es crucial establecer mecanismos para evaluar y mejorar la eficiencia de estos recursos. Solo así podrá la República Dominicana posicionarse como un referente regional en innovación tecnológica y desarrollo sostenible.