Mientras el presidente de la República en la Cumbre de las Américas, con absoluta razón imploraba no dejaran al país cargar solo con la muy pesada cruz de miserias y conflictos sociales de Haití y demandaba entre otros aspectos la construcción de hospitales en ese país, aquí subalternos del presidente propiciaban un suspicaz globo de ensayo con la impartición obligatoria de un curso de creole al personal médico y administrativo del Hospital Infantil Dr. Robert Reid Cabral.

Esta actitud no es fortuita, se corresponde con intereses extranjeros y aliados criollos de poderosas ONG y gente incrustada en el mismo Gobierno, que pretenden imponer la alternativa de resolver la crisis haitiana creando un solo país en la isla, aprovechando cualquier coyuntura para ir construyendo una estructura estratégica que se corresponda con sus propósitos.

La división de la isla en dos colectividades disímiles propiciada por los errores del rey español Felipe III hace 4 siglos, lamentablemente se ha convertido en irreversible. La fusión ha sido un proyecto no viable, la última tentativa hace 200 años con Jean Pierre Boyer fracasó estrepitosamente, porque el tirano haitiano nos trató como un pueblo conquistado. Reafirmándose en los dos siglos siguientes dos sociedades totalmente diferentes en materia de hábitos y costumbres.

Hasta ahora el idioma oficial dominicano es el español, impuesto por los conquistadores hispanos, que primero asesinaron a los primitivos habitantes de la isla, luego obligaron a los esclavos negros ingresados a la colonia local a aprender su idioma y los colonos españoles que habitaron la isla y América tenían que proceder principalmente del reino de Castilla, donde predominaba el castellano o español. Quizás este fue el único aspecto certero desde el ámbito idiomático dominante, imponernos un solo idioma. En España convergen varias lenguas oficiales, el castellano o español, gallego, euskera o vasco y el catalán, además un montón de dialectos, imaginémonos nosotros con todos estos idiomas y sus variantes en América.

Aquí hablamos y escribimos muy mal el español, las universidades se ven compelidas a impartir varios niveles de ese idioma como paso previo al ingreso a las carreras profesionales, no obstante, las deficiencias persisten. Nunca hemos visto una institución oficial empeñada en que su personal perfeccione el idioma oficial español hasta el momento.

Es más, a nivel sanitario en 30 años que laboré en hospitales públicos fueron muy escasos los cursos de actualización médica promovido por el Ministerio de Salud. Esas actividades  en los hospitales están a cargo de los Consejos de Enseñanza, que sin recursos realizan cursos de actualización médica, generalmente deben buscar ayuda de laboratorios farmacológicos para sufragar los gastos y/o cobrar alguna cuota de admisión. Debemos resaltar que los encargados del personal médico de los hospitales son los subdirectores de acuerdo a la ley general de salud, no los jefes de recursos humanos. El curso de marras no agotó estos canales institucionales.

Se han patrocinado cursos en idiomas extranjeros para médicos como es el inglés, principalmente en las residencias médicas, idioma que se imparte en las escuelas básicas. El caso es totalmente diferente, se trata de un idioma universal, y su aprendizaje facilita la adquisición de los constantes progresos en la medicina que generalmente nos llegan en idioma inglés, como los Journal.

Los médicos y demás miembros del personal hospitalario al ser contratados, no se establece que deben ofrecer sus servicios frente a los pacientes en idioma español y creole. Por lo tanto, al disponer de manera compulsiva que este personal aprenda un idioma que no está contemplado en su rutina de trabajo, se está violando también sus derechos. Solo se piensa en los derechos de los beneficiados con esa medida, los afectados no tienen dolientes. El aprendizaje no solo ocupa espacios en aulas, sino que conlleva el consumo de horas fuera de las docentes para analizar y repasar las lecciones recibidas y las que vendrían más adelante.

En el Hospital Robert Reid, que fue mi lugar de trabajo, siempre se han recibido pacientes extranjeros como los vecinos con idioma diferente, en la mayoría de los casos se presentaban con dominio del idioma oficial local o con algún interprete. Al desatarse ahora una gran estampida de habitantes haitianos se reciben en los hospitales cantidades excesivas de pacientes de este grupo social y este aspecto se hace difícil cumplir a cabalidad, quienes reciben el servicio por demás gratis tienen que agenciarse las formas de traducción, eso es normal en cualquier país.

¿Acaso los miles de dominicanos que residen en los Estados Unidos se les tiene para su atención en los hospitales traductores especiales? Es lógico que todo el que emigra a un país con idioma diferente, para insertarse debe aprender la lengua de esa nación. Los jóvenes dominicanos que buscando una mejor esperanza de vida son contratados para incursionar en las diferentes ligas de beisbol de Estados Unidos, Japón y Corea tienen que ingeniárselas para machacar aunque sea el idioma inglés cuasi universal, porque en la mayoría de los casos no les asignan un traductor.

Reiteramos, el personal de los hospitales criollos ha sido contratado para ofrecer sus servicios en idioma español, en ningún aspecto se consigna deben aprender otro idioma para ejercer su oficio. Si en cierta áreas del Gobierno han decidido aceptar como buena y válida la persistente presencia en los hospitales de extranjeros ilegales sin conocimiento del idioma oficial, deben contratar traductores para que realicen ese oficio, como en un momento determinado ocurrió en el hospital Cabral y Báez de Santiago, pero no imponer a médicos y personal auxiliar y administrativo el estudio compulsivo de un idioma que no les reportará ningún provecho en el orden científico y social. Lo peor de este desaguisado es que  cuenta con el solemne visto bueno de la dirección ejecutiva del Colegio Médico. ¿Dónde iremos a parar?