Introducción

El siguiente análisis informativo se hizo atendiendo al escrutinio minucioso de algunas respuestas de dominicanos con capacidad de votar, residentes en varios puntos del Distrito Nacional y la Zona Oriental del Gran Santo Domingo, tras las elecciones municipales del pasado 18 de febrero. Muchos de los que no votaron, apostados en puntos específicos, explicaron su descontento con el actual gobierno. En este análisis tratamos de dar respuesta a tal descontento, y para ello viajamos en retrospectiva hacia el quehacer político desde pasados gobiernos para aproximarnos a entender, aleatoriamente, el sentir actual.

Es importante señalar que la responsable en cuanto a la construcción de este texto informativo no pertenece a ningún partido, grupo o movimiento político que deba o esté en obligación de apoyar, por tanto, las consideraciones no están sujetas a inclinaciones partidarias, sino a una visión que consideramos general, reproducida en el sentir del pueblo en función de los entrevistados y sondeados, a quienes respetamos manteniendo anónimas sus identidades.

Las respuestas se dieron de forma natural atendiendo a la siguiente pregunta:

El pasado 18 febrero, ¿Usted ejerció el derecho al voto?, y si no lo hizo, explique ¿por qué?

De veinte personas consultadas, ocho asistieron a sus debidos colegios donde votaron, el resto permaneció en sus casas.

Para la obtención de datos se hizo un recorrido en barrios populosos, como  Simón Bolívar, Capotillo y Veinticuatro de Abril, en los cuales las personas fueron entrevistadas al azar. En la Zona Oriental recorrimos sectores como Los Tres Brazos, Villa Faro y Carretera Mella, con un total de diez personas consultadas, hombres y mujeres, con edades entre 20, 30 y 60 años, quienes hablaron de ventajas y desventajas por las que acudieron y no acudieron a votar, mismo procedimiento que se hizo en los puntos referidos del Distrito Nacional.

Antecedentes

Desde que la República Dominicana se declaró país “libre, soberano e independiente de toda potencia extranjera”, partiendo de un decisivo 27 de febrero de 1844, gracias al arrojo de hombres y mujeres, liderados por los gloriosos padres de la patria, y con la participación de héroes anónimos, quienes ofrendaron sus vidas por una causa dimensionalmente humana,  varias han sido las crisis  políticas  que la nación ha enfrentado, generación tras generación, para no volver a caer  a  imposiciones dictatoriales nacidas por el abuso de poder e injerencias extranjeras.

Tras 180 años de vida republicana persisten muchos problemas en la sociedad dominicana: Deficiencias en instituciones públicas, inequidad económica, deterioro del poder adquisitivo por el alto costo de la vida, injusticia en el pago de impuestos. En fin, se supone y se pregona que gozamos de estabilidad económica en sus niveles de macro y micro, pero no se puede aseverar de que vivimos en un país de armoniosa gobernabilidad.

Siglos XX y XXI

Abigail Mejia supervisand en Villa Duarte las votaciones de ensayo 1938.

Se habla de estabilidad, pero es una estabilidad que la mayoría, según testimonios aislados usados como fuente para recrear y sustentar lo que decimos, no se conjuga con la verdadera realidad. Otro problema es el peligro de la pérdida de la identidad nacional, producto de un quehacer político nefasto en el  pasado, si se quiere amañado por  abusos y degradaciones, y la irresponsabilidad hacia la inmigración sin control,  especialmente de obreros haitianos, que se aprovecha para beneficios particulares de determinados grupos de las élites criollas. Este problema data de finales del siglo XX y se mantiene en el XXI, amparado en un gran escuadrón de “mañosos” que se aprovecharon y se aprovechan de las debilidades de la gente con sobornos limosneros; todo para sus beneficios particulares dentro de los llamados anillos de poder. Anillos que representan una herencia que, hoy por hoy, sigue descendiendo con los nuevos jefes de estado.

En consecuencia: la nación se podría conducir por senderos “oscuros”, a causa de funcionarios que incurren en acciones ilícitas, que con sus favoritismos ponen en jaque al país, huérfano de dolientes, sin vuelta atrás. Estos hechos se comparecen con aquellos que una vez enarbolaron teorías que hablaban de la articulación de un país democrático en el que tantos jefes pasantes del Estado dominicano delimitaron sus programas de gobierno hacia el camino de la demagogia, no favoreciendo a la ciudadanía en el momento adecuado, y en ese punto, similares acciones no deberían de repetirse.  En contraposición, dichas teorías en torno a mejoras de los modos de vida de la gente común, casi siempre recaen en acciones que culminan y culminaron en hechos belicosos dado el nivel de resistencia de la población, y porque se ha sometido a la sociedad civil por años, una sociedad de finales del siglo XX  pasiva en convicciones, luego, contestaria, y tercero, revolucionaria y reaccionaria en este  ciclo. Una sociedad dueña de saber lo que no quiere sin la necesidad de que acudamos al ente cronológico, embargado por la ahora “era tecnológica”,  a veces con un carácter fundamentalista,  puro de lo que se quiere en torno a  convivir en un país donde las leyes y derechos se incrementen, fortalezcan, cumplan  con ecuanimidad sus principios buscando entre los balances el centro que conforma la paz social, y ese proceso diciendo no a incidencias externas, propias de personas influyentes, de países que en la actualidad se tienen por invasores si nos referimos   a  políticas con las que se rige cada país concerniente a su soberanía de acuerdo a X mandatario, motivado por el desarrollo de su agenda nacional.

Pero, corriendo  riesgo de que se nos juzgue de parcial, de oposición o utópica, este último punto corresponde a otro costal, es vital que dejemos claro, en diafanidad con este análisis, algunos puntos objetivos que convergen al plano actual en que el país se sumerge en una vorágine de pareceres  en cuanto a la forma en que, en los últimos años, se han regido  exmandatarios,  como el doctor Leonel Fernández y  el licenciado Danilo Medina Sánchez, mismos que fracasaron en sus intentos por repetir períodos  gubernamentales, precisamente cuando creían obtendrían mayoría a la hora en que se celebraron comicios electorales bajo la máscara indefinida de la reelección agitada en modificaciones a la Carta Magna.

Mas, no está  demás subrayar que entendemos, de forma prudente, que cuatro años no es suficiente para que un mandatario ejerza o culmine con su programa de gobierno, si lo ha hecho bien debería de extender su período hasta los ocho años mientras cuente con la anuencia del pueblo dentro del principio constitucional  modificado para optar un segundo cuatrienio. Pero cuando se empeñan los gobernantes en permanecer inamovibles dentro del Poder Ejecutivo, casi de forma perenne, apoyados por altos sectores del empresariado local e internacional,  se llevan por sorpresa el rechazo masivo de la gente que una vez creyó en sus idílicas teorías fraguadas de promesas con las que, supuestamente, extraerían el germen cancerígeno de la pobreza a nivel poblacional. Hablan de desarrollo sin antes pormenorizar la eficiencia en el funcionamiento de sectores básicos, elementales en cada espacio de la nación, como salud, educación, vivienda, alimentación, que garanticen  una apropiada forma de vida  a los más desamparados, oprimidos por carencias, falta de empleo, de seguridad nacional, sectores que al sol de hoy aún padecen de significativas debilidades que de manera directa repercute en la credibilidad de quienes eligen, a modo de Rebelión de las masas, (José Ortega y Gasset).

Quién se queda, quién se va,  en alusión  de enaltecer o romper la imagen de un líder, lo cual siempre queda advertido en las primeras elecciones con carácter municipal y congresual,  mediante una dejadez y descontentos con las ausencias  de ciudadanos a la hora de ejercer el derecho al voto que llamamos abstención, fenómeno del que en estos momentos no nos escapamos ni escabullimos, dependiendo de qué tan importante resulte esa especie de callado grito ante incidencias que dejan a la población un sabor de frustración e impotencia en cuanto a lo que realmente sucede si hacemos mención  a las legítimas necesidades insatisfechas de la gente de abajo.

En tal sentido, el término convicción, si desglosamos que el gobierno oficial es quien lleva mayoría en cuanto a la cantidad de victorias en municipios, ayuntamientos donde resultaron electos aliados y miembros al Partido Revolucionario Moderno (PRM), que obtuvo en los recientes comicios la mayoría de los municipios y distritos muncipales, según los datos oficiales de la Junta Central Electoral (JCE), nos menos cierto que hubo una abstención superior al 47.50 por ciento. Este porcentaje está dentro del comportamiento histórico del votante en las llamadas elecciones de medio término, en las cuales no está en juego la Presidencia de la República, que por motivo del presidencialismo histórico atraen mayor votación. No obstante, debe llamar la atención y preocupar al  liderazgo nacional porque expresa escasa motivación de la ciudadanía.

Luis Abinader al convertirse en presidente electo de República Dominicana. (Foto: Partido Revolucionario Moderno).

Sería el momento oportuno, no otro, antes de que se celebren elecciones presidenciales, en mayo próximo, para que el mandatario Luis Abinader deje de lado el velar por intereses de muchos de sus aliados, que hoy optan por disímiles candidaturas entre senadores y diputados para fijar su mirar única y exclusivamente en la sociedad civil, esa que no acudió a ejercer el derecho al voto, sociedad creciente ante el hecho de ausentarse, que no deja de ser preocupante.

Es tiempo de que usted, primer mandatario, se deshaga   provisionalmente de cierta artillería de funcionarios que solo pretenden refrescar sus oídos hablando de lo bien que le va a la gente carente de recursos y ponga vista y oídos a lo que realmente  sucede en la población con el crimen organizado, los feminicidios, la delincuencia policial y alto costo de la vida, sobre todo en los alimentos, sin obviar la educación y la salud, amén de que se hable de seguros médicos que apenas sustentan enfermedades catastróficas y de tarjetas de solidaridad cuyo monto, finalmente, no resuelve un problema mayúsculo que se ha fundido  en el país a través de la resignación existencial de quienes perdieron esperanzas de mejorar sus condiciones de vida.

Ponga oídos, señor mandatario, a la frágil oposición que dice se ponga las “pilas”, que no basta con discursos y palabras que el viento arrastra y adopte una actitud racional, verdadera en cuanto a lo que pasa a su alrededor, ya que muchas veces usted no se entera porque, por una u otra razón, no se comunica directamente con el pueblo ante reclamos excluidos de lo que podríamos denominar corte palaciega, contrario a lo que usted hacía cuando arribó por primera vez al poder.

Es hora, Señor presidente, de que vuelva a su esencia primaria, de cuando, por unanimidad, el pueblo lo eligió dado su estilo humilde, pulcro y de transparente mirar. Es hora de que vuelva a sus raíces en cuyo perfil descansa un aire de ingenuidad, puede que esa porción de la población que no acudió a votar aún albergue esperanzas en usted. Ponga el corazón en sus manos, observe hacia dentro y sea menos el político y más el ser humano para enfrentar las carencias de la gente.

Para restablecer esa confianza ciudadana, convicción que no es más que un voto de fe, señor Presidente, debe primero respetar la inteligencia de muchos de nosotros actuando como se debe y no decir, tan solo lo que se debe hacer en teorías, que están lejos de consumarse en un país que se cree en desarrollo, mismo erróneamente arraigado por las complejidades cotidianas.

Entonces, en estos meses, previo a elecciones presidenciales de mayo, tiene usted la oportunidad de reencontrarse con el pueblo vestido de dignidad, si los ve a la cara, si vuelve a sus raíces primarias dejando de lado la politiquería en campañas fanfarronas donde se visualizan gastos exorbitantes, campañas carcomidas por dádivas a hambrientos y borrachos, recuerde   cuándo y por qué fue usted elegido para representarnos. Partiendo de este simple principio, la gente que no asistió a las urnas en los recientes comicios municipales, que es gente negada a chantajes y sobornos, atendiendo a una pluralidad de razones, quizá vuelvan a replantear el por qué se debe votar por candidatos a diputados y senadores, y aún más, cuestionar y replantear ¿Por qué deberíamos de votar por usted, Presidente Luis  Abinader?