Entre los siglos XIX y XX, la humanidad incrementó tanto el conocimiento, que los llamados neopositivistas consideraron que la Ciencia resolvería todos los problemas mundiales en relativamente pocos años (Círculo de Viena). En el siglo XXI estamos viendo que: paradójicamente el hombre no es más feliz, logramos morir más tarde, pero enfermamos con frecuencia, la ciencia sólo funciona en la política si se apoya en la ética, las mismas teorías que surgieron para combatir al totalitarismo político crearon un totalitarismo ideológico que no produjo la libertad que ofreció, estamos poniendo al Planeta en peligro de muerte y el enfoque materialista no logra aumentar las esperanzas humanas. Sin embargo, es indiscutible el valor de los avances logrados, solamente debemos recapacitar y reenfocar nuestras prioridades.

Se llegó a cuestionar el valor racional de las ciencias de la religión y de ciencias humanísticas, como la psicología. Los psicólogos evitando ser descalificados procuraron centrarse en el positivismo, considerándose la psicología experimental y la conductista, como las únicas opciones válidas para poder hablar de la mente humana de forma objetiva o científica, porque lo demás se consideraba no demostrable. Algunas cosas ciertamente no pueden ser medidas con nuestra ciencia, como el amor de una madre, pero hay formas racionales de comprobar su existencia.

Métodos más tecnológicos de talas de árboles han demostrado que se puede ganar muchísimo dinero depredando al Amazonas, pero también estamos descubriendo las terribles consecuencias. Debemos analizar si la prioridad sigue siendo producir cada vez más dinero al costo que sea o favorecer al Planeta y la humanidad. Pero es difícil sustentar al altruismo desde el materialismo y sin conductas altruistas el Hombre no sobrevivirá.

Aunque mucho se ha intentado llevar al ser humano al nivel de máquina o robot, no ha sido posible ni conveniente. Hay dimensiones de la consciencia humana que no deben ser ignoradas para que la vida realmente valga la pena.

Un psiquiatra pudiera considerar que la religión es algo irracional o falso, pero se le dificultaría desarrollar la empatía y la comunicación asertiva necesaria con un paciente si no valora sus sistemas de creencias, fe o religión; siendo imprescindible para poder entender su sentido existencial, relaciones humanas, esperanzas, sentimientos de culpa, emociones, etc. Evidentemente existe la opción de ignorar su forma de pensar y simplemente medicarlo, para que, aunque los problemas persistan, no perturben al paciente o a sus relacionados.

En una consulta son importantes los conocimientos del terapista, pero es fundamental comprender el marco referencial o ideológico del paciente, porque es precisamente con lo que se está trabajando y el pensamiento religioso tiene mucha repercusión en la mente tanto de forma racional como subliminal. Lo que el paciente considera real podría ser más importante que la realidad misma y sólo si presentara una disociación con la realidad que le impidiera llevar una vida normal o satisfactoria, resultaría necesario confrontar sus creencias para que él mismo pueda identificar la posible vía de solución a sus conflictos.

Aspectos en que la Fe podría influir en la conciencia del paciente: percepción de la realidad, costumbres, resiliencia, autoconocimiento, filantropía, consuelo en las depresiones, esperanza en la ansiedad, mejores relaciones humanas y consolidando lazos familiares. Pero las religiones simplemente son un instrumento y sólo funcionan si se utilizan correctamente.

Normalmente cada religión considera poseer la revelación más precisa para alcanzar una mejor existencia en esta vida y después de ella, estableciendo las conductas más correctas, por lo que funcionan como guías morales. Lamentablemente suele rechazarse a quien piense diferente, a veces llegando a la violencia, aunque gran parte de la civilización actual ha crecido notoriamente en tolerancia.

Lógicamente, la experiencia del duelo por la pérdida de un ser querido, podría ser influenciada por la creencia personal que se tenga de la muerte.

Los casos de posesiones-exorcismos narrados en la Biblia muchos los han vinculado con ataques de epilepsia, señalando que aquellos trastornos de conciencia y agitaciones psicomotoras se debían a estos “cortocircuitos cerebrales”. Evidentemente, los médicos que hacen esta comparación nunca han presenciado una posesión. También se han comparado con casos de personalidad múltiple (mucho más parecido). La Biblia refiere que Jesucristo curaba a estos posesos, y si eran epilépticos, como médico y psicólogo, considero que sería un milagro incluso más complejo que un exorcismo. Cada vez, nuestra ciencia nos permite comprender mejor algunos fenómenos religiosos, pero es pretencioso suponer que ya tenemos todas las explicaciones.

Ejemplos de la importancia de las creencias religiosas del paciente en las diferentes psicoterapias:

Psicoanálisis: para comprender y procesar los complejos de culpa.

Cognitiva: dirigir la terapia desde el marco conceptual del paciente.

Conductual: para motivar conductas acordes a sus creencias.

Logoterapia: búsqueda del sentido existencial desde la espiritualidad.

Gestalt: interpretación global funcional de su propia vida desde sus experiencias.

Análisis transaccional: representa metafóricamente la dialéctica entre: el creyente, el bien y el mal.

Terapias de meditación: actividad de introspección similar a la oración, que posibilita detectar y manejar elementos internos que pudieran favorecer o bloquear el flujo armónico de la consciencia.