Según la Psicología Social, la relación de pareja tiene como sustento el respeto mutuo, la intimidad, el compromiso, la confianza, la valoración, la transparencia y la tolerancia entre los conyugues (DMS-IV).

Como se sabe, la relación conyugal se consolida a través de la comunicación asertiva, la estabilidad económica, la sexualidad armoniosa, la prevención y resolución de conflictos, así como con el tiempo de calidad que dedique la pareja al ocio y a la recreación sana  (OMS, OPS, 2021).

Por su parte, los conflictos frecuentes, el escaso entendimiento entre los esposos, el orgullo, la falta de perdón, los problemas psicológicos, emocionales, sociales, culturales y económicos, deterioran indefectiblemente las relaciones conyugales (DMS-IV y V).

En tal sentido, las manifestaciones más habituales que generan conflictos conyugales son, entre otras: (a) conductas de control obsesivo o de manipulación; (b) amenazas psicológicas y agresiones físicas abusivas; (c) indiferencia e intimidación; (d) manipulación y control por parte de uno de los conyugues; (e) crítica destructiva; y, (f) una aparente compasión, sin que desaparezcan los insultos y las amenazas psicológicas y físicas.

Según los estudios realizados por psicólogos, neuropsicólogos y psiquiatras, los conflictos conyugales más frecuentes son: (1ro) agotamiento psíquico y emocional de uno o ambos conyugues; (2do) despersonalización del conyugue que se siente afectado/a en una relación de pareja tóxica; (3ro) un pobre desempeño de uno o de ambos conyugues en su rol familiar, sexual, social y laboral.

Otros conflictos relevantes son: (4to) trastorno por estrés pos traumático; (5to) recuerdos vivenciales desagradables y tormentosos; (6to) pérdida del sentido de la vida; (7mo) proyecciones futuras confusas; (8vo) depresión, ansiedad, autocrítica destructiva, sentimientos de culpa, ideas de suicidio y capacidad disminuida para tomar decisiones importantes (DMS-IV, OMS y OPS, 2019).

Además, (9vno) sentimientos de impotencia, sensación de estar atrapado/a, autoestima baja, pérdida de energía, deterioro de la salud física y mental, manifestación de conductas evitativas o hostiles hacia los demás; y, (10mo) síntomas y manifestaciones de cefaleas, dolores musculares, náuseas, hipertensión arterial, taquicardia, pérdida o exceso del apetito y problemas para conciliar el sueño (DMS, III, IV y V).

Por su parte, los resultados de los estudios realizados por neuropsicólogos en trece (13) países desarrollados y en diez (10) países en vías de desarrollo, período 1997-2014, refieren que, el degaste en las relaciones conyugales genera agotamiento psicoemocional y lacera la autoestima de uno y/o ambos conyugues (Reporte de la Escuela de Psicología de la UNAM, 2015).

En tal sentido, los estudios arriba referidos agregan que, el orgullo, la falta de comprensión, la tensión y los conflictos de parejas mal manejados, son estresores que afectan la salud física y mental de los propios conyugues y sus hijos (DMS, V y Sociedad de Psiquiatría de Reino Unido, 2011-2015).

También la Psicología Social sabe que, las relaciones tóxicas entre los conyugues, les genera miedo, ansiedad, conflictos psicológicos, existenciales, emocionales y conductuales a los hijos, cuyos traumas son difíciles de trabajar en las terapias individuales y de grupos, a las que son sometidos los/as niños/as, adolescentes y jóvenes (ESTUDIOS UNICEF, 1996-2014).

Por su parte, las formas, los métodos y las estrategias utilizadas por los padres para resolver sus conflictos de parejas, influyen poderosamente en el desarrollo de la autoestima y la capacidad de resiliencia de sus vástagos (ESTUDIOS de la OMS, OPS, 2017-2019).

Como se sabe, el ejemplo de los padres en el manejo y resolución de sus conflictos, es un ejemplo o espejo poderosísimo que les sirve de referencia a sus hijos cuando éstos/as requieran hacer uso de su capacidad de tolerancia, resolución de conflictos, inteligencia emocional y resiliencia (OMS, OPS, Sociedad de Psiquiatría de los USA, 2004-2019).

No obstante, en estos tiempos posmodernos en los que, las redes sociales, los amigos, las amigas y el exceso de las actividades laborales, comerciales y sociales, interfieren en las relaciones conyugales, las parejas debemos dedicar tiempo de calidad para, discutir nuestros planes, proyectos e iniciativas para el corto, mediano y el largo plazo.

En tal sentido, la Psicología Social sabe que, la falta de creatividad, la rutina, la monotonía, la infidelidad, la mentira, el cansancio, la doble moral, el estrés, el uso y abuso del alcohol y sustancias psicoactivas, los videos juegos en líneas, las deudas, entre otros, son los estresores que generan los principales conflictos conyugales en la sociedad actual (DMS-V).

Prevenir y solucionar los conflictos conyugales a tiempo evita rupturas o divorcios traumáticos que ponen en riesgos la salud física y psicoemocional de los cónyuges y de sus respectivos hijos/as.

“Para que un amor salga adelante, debe existir el interés mutuo, de lo contrario, será un degaste emocional de alguien que quiere, pero que no puede hacerlo unilateralmente” (Juan P. Silva)