Las regiones y territorios en una media isla de 48 mil kilómetros cuadrados son esenciales para focalizar la implantación de políticas sociales incluyentes. Vitales para formular políticas públicas, más aún si se trata de un Plan Estratégico Nacional que visualiza la salud como medio, escenario y fin del desarrollo.

 

Se sabe que un plan estratégico de desarrollo a la vez que resulta de una política pública nacional, que impone la Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley 1-12), también genera nuevas acciones de impacto que implantadas, conllevarían leyes, normas y nuevas políticas públicas.

 

En el contexto del actual brote de Cólera en Haití, la puerta de entrada de esta enfermedad a la República Dominicana son las provincias de la región fronteriza, muy especialmente en Dajabón, Pedernales y otras. En ellas hay una masiva importación y exportación de productos y movilización de personas, por lo que están dadas las condiciones microbianas para generar epidemias de enfermedades infecciosas.

 

Hoy en República Dominicana no obstante tener aprobada la ley de regiones únicas 345-22, el proceso de homologación de decenas de estructuras del Estado en el territorio, está aletargado.

 

Se registran 62 unidades regionales de gobierno que aunque tenemos ley, todavía no hay acciones concretas de compactación organizativa al respecto.  El mismo Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) recientemente acabó de instalar unas cinco regionales que tendrán que ser aumentadas a 10 para asegurar coherencia con la nueva ley.

 

Le corresponde al Ministerio de Administración Pública (MAP), la competencia de proponer una estructura de funcionamiento de las entidades públicas en los territorios, adaptada a la nueva regionalización de ley.

 

La región es un espacio geográfico que está delimitado por una o varias características que le confieren unidad geográfica, coherencia socioeconómica y analogía cultural. Esto significa que, a pesar de las diferencias cualitativas y cuantitativas, su delimitación variará de acuerdo a los distintos conceptos que se tomen en cuenta. Muy en especial esto es importante para consultar las comunidades regionales.

 

La salud y los servicios para mantenerla y recuperarla, también varían por regiones.   Si se valoran, las provincias fronterizas de Dajabón, Montecristi, Elías Piña, Pedernales e Independencia, se observan movimientos de población millonarios y más de 10 millones de toneladas de mercancías anuales intercambiadas con Haití.

 

Dinámica que demandaría servicios y vigilancia epidemiológica especial. Precisamente, como demuestra hoy, el ministro Daniel Rivera, que en su oportuno itinerario fronterizo, despliega acciones certeras y concretas de contención de una potencial epidemia de cólera en la frontera.

 

Asimismo, las provincias costeras de Puerto Plata, Altagracia, Romana, Santo Domingo, Samaná y otras, visitadas por más de 6 millones de turistas anuales, requerirían otras iniciativas. Proyectos para fortalecer el manejo saludable de la población criolla e internacional. En esos territorios las enfermedades de transmisión sexual y las asociadas a la inocuidad de los alimentos, son determinantes.

 

También, esas provincias rodeadas de mar, en un escenario de cambio climático, deben manejar mucho mejor los riesgos naturales y antrópicos. La insularidad y relativamente pequeña superficie de esta media isla, permiten que una fuerte influencia marítima controle los patrones climáticos generales, lo que le hace muy vulnerable, por hallarse en la región subtropical de huracanes.

 

Son 1,668.3 Kilómetros de costa que tiene la República Dominicana, incluyendo sus islas adyacentes, donde hay cientos de puntos críticos generadores de verdaderos desastres naturales

 

Por su parte las Provincias del centro de la isla, como Valverde, Santiago, San Juan, La Vega, Monseñor Nouel, Espaillat y Duarte, entre otras, demandarían servicios coherentes a su pujante desarrollo agropecuario. La gran cantidad de pesticidas, químicos órganos fosforadas y sustancia para elevar la capacidad agrológica de los valles centrales de la isla, son a su vez, factores precipitantes de enfermedades crónicas degenerativas y cánceres.

 

Todas las provincias podrían visualizar proyectos de control de hipertensión, enfermedad isquémica, diabetes, obesidad y mortalidades evitables en infantes y mujeres, coherentes con investigaciones y acciones de las Rutas de Salud.

 

En los hechos, el PLANDES 2030 impulsa un proceso de consultas regionales, que se fundamenta  en el liderazgo formado por más de 6,500 dirigentes de entidades sociales de las 32 provincias dominicanas.

 

Esta reserva social no había sido consultada como se debe, sobre cuál es su visión y sus proyectos prioritarios de salud. Peor aun sobre la prevalencia de enfermedades y procesos asociados al territorio. Las Rutas de la Salud y sus investigaciones están arrojando un baja prevalencia de hipertensión y un aumento de la expectativa de vida en provincias con buena ingesta de productos del mar.

 

También, las consultas regionales deben considerar que desde hace 20 años el poder político registra una auténtica “fiesta legislativa” de aprobación de centenas de leyes, decretos, resoluciones y normas antípodas. El resultado es un sistema de salud “Torre de Babel” con altos niveles de ingobernabilidad, baja gobernanza y exclusión social.

 

La gente debe saber que se crearon las leyes de salud y seguridad social 42-01 y 87-01, sus logros y retrocesos. Se fundó SENASA, aparecieron decenas de ARS y AFP. El IDSS se transformó en IDOPRIL. Se organizó el Servicio Nacional (SNS) vía los decretos 635-03 y 379-14 y ley 123-15, edictos que de forma atropellada, separaron las funciones de salud pública.

 

Pero a la gente no se le ha preguntado la relación de estas reformas con sus niveles de salud. Por eso vamos a aplicar el Barómetro de Gobernabilidad del complejo sector salud. Por el contrario, como mercancía fetiche, un capital monetario ocioso superior al billón de pesos, coloca el “dinero” y no a las personas, al centro del sistema.

 

La ciudadanía se ha quedado sentada, sin utilizar el poder que le otorga la Constitución y el derecho a la salud. Pasiva ante gobiernos y ciertos sectores privados de este siglo XXI, que ofertan servicios, pero no curan enfermedades. Tampoco saben cuidar la salud para evitar males prevenibles.

 

El manejo efectivo de la pandemia COVID-19 creó un halo de esperanza sobre ¿cuál es el ministerio de salud que deseamos? y ¿cómo debiera aplicarse en todos los niveles, la estrategia de atención primaria?, entre otras interrogantes clave.

 

En consecuencia, los foros regionales concertarán iniciativas para el Plan Estratégico Nacional de Salud 2030. Consultas enriquecedoras de los diagnósticos que se concluyen entre 160 organizaciones y cuatro (4) comisiones técnicas nacionales. Herramientas que ya arrojan el perfil del rumbo que precisa con urgencia el sistema de salud. Donde las estrategias y los proyectos deberán tener una implantación regional con la debida características territoriales diferenciadas. Estamos en eso!.