Desde mi primera visita con 10 años de edad, acompañado de mi padre, a la Dirección General de Impuestos (entonces llamada Administración General de Contribuciones), había quedado muy impresionado por la majestad del lugar. Situado cerca del Palacio Nacional, el imponente edificio inaugurado en 1963 simbolizaba una de las grandes realizaciones del presidente François Duvalier (1957-1971). Cuando algunos de mi generación descubrieron las obligaciones fiscales básicas a la mayoría de edad a los 18 años (tarjeta de identidad, sello exámenes de graduación de la escuela secundaria, sello de pasaporte, etc.) ya era un visitante puntual por las oficinas de impuestos. De adolescente me mandaron a pagar en dos o tres ocasiones la tarjeta de identidad de mi abuela paterna, nacida hacia finales del siglo XIX.
La gran mayoría de los políticos de mi país tienen una relación bastante distante con la administración fiscal. Muy a menudo estas personas hablan de educación financiera y desprecian la educación fiscal. Recientemente, la opinión pública ha sabido sin sorpresa que «la comisión encargada por la Dirección General de la Unidad de Lucha contra la Corrupción (ULCC) ha concluido que ha habido falsa declaración de patrimonio y enriquecimiento ilícito» en el caso de un antiguo senador. Para dar un carácter original a la investigación, destacaron la adquisición «de un anillo de oro y diamante con un valor estimado de seis mil ochocientos dólares, realizada en 2019, así como la de tres relojes de marca Rolex, Cartier y Tag Heuer realizados en 2019 y 2021.
También nos enteramos de la creación de una nueva unidad en la Policía Nacional de Haití: la Unidad Transnacional de Investigación Criminal (UTEC), tras un acuerdo entre Haití y los Estados Unidos. La UTEC facilitará el intercambio de información para investigar y enjuiciar las actividades delictivas transnacionales, fortaleciendo así la cooperación entre los dos países.
A finales de los años 80, la tarjeta de identificación de cartón ya pertenecía al pasado. Sin embargo, es útil comentar un hecho extraño ocurrido al comienzo de la informatización de la Dirección General de Impuestos (DGI). Durante muchos años, la sección de las fuerzas armadas «Investigaciones Criminales», más tarde llamada anti-pandillas, ubicadas en el Departamento Militar de la Policía de Puerto Príncipe, custodiaban las llaves del Palacio de los Ministerios (entonces Finanzas & Economía, Obras Públicas Transporte y Comunicación, Salud, Interior y Defensa). Tras el cierre de las oficinas, un empleado de los ministerios citados se encargaba de llevar las llaves al oficial del día a la Policía de Puerto Príncipe. Bajo el gobierno de François Duvalier (1957-1971), las llaves de las Contribuciones (DGI) dormían también en la Policía (entonces Cuarteles François Duvalier). En el caso de la DGI, todavía no sabemos cuándo terminó esta tradición. Una mañana de 1987, cuando la informatización de los servicios fiscales avanzaba seriamente, grande fue la sorpresa de los empleados al ver que todos los cables que conectaban los ordenadores, impresoras, y otros equipos sofisticados fueron cortados…