Escribió Simone Weil:
“Un político infiel a su conciencia, instala la mentira en el centro del alma. Si antepone la disciplina partidaria a su luz interior, miente al público, hacia el que tiene una obligación de verdad. Y si, a espaldas a su partido, decide seguir su luz interior en lugar de la disciplina partidaria, entonces miente al partido. De estas formas de mentira —al partido, al público, a uno mismo— la primera es la menos mala. Pero si para pertenecer a un partido hay que mentir, su existencia es un mal que debe ser eliminado”.