A nivel global, los influencers están jugando un papel crucial en la formación de la opinión pública, amplificando principios ideológicos de la derecha como la xenofobia, el sexismo y la transfobia, además de incentivar el respaldo incondicional al sistema capitalista.

En la República Dominicana, ciertos sectores del entretenimiento y creadores de contenido en redes sociales propagan narrativas ultranacionalistas y antiinmigrantes, creando un ambiente de xenofobia, intolerancia y violencia en contra de la comunidad haitiana. El viejo y trasnochado discurso binario de "nosotros (República Dominicana) contra ellos (Haití)" se ha vuelto omnipresente, convirtiendo la xenofobia en un arma política lucrativa que agujerea la convivencia y crea divisiones en la sociedad. En el ámbito local, el presidente Luis Abinader y políticos de la “oposición” como Leonel Fernández y Abel Martínez se benefician de la polarización y la fragmentación social porque se divide a la clase trabajadora y se dificulta el avance de la lucha de clases.

Un ejemplo palpable de esta situación fue la marcha anti-haitiana de finales de septiembre, donde se reunieron sectores de la clase media, baja y alta, junto a figuras de la farándula y las redes sociales como Tolentino y grupúsculos fascistas como la Antigua Orden Dominicana (AOD). Esta turba fascista, racista y anti-obrera, fue una reacción a la movilización popular del 23 de septiembre, organizada por Reconocido, una organización pro-democracia que lucha por los derechos de miles de dominicanos de origen haitiano afectados por la desnacionalización dictada por el Tribunal Constitucional hace 11 años atrás.

La persona que crea que marchando en contra de personas pobres pertenecientes a nuestra clase trabajadora (dominicanos de origen e inmigrantes haitianos) se defiende la soberanía nacional vive en otro planeta. Defender la patria y la soberanía no es promover la violencia y el odio racial. Todo lo contrario: es expresar repudio a las megamineras que destruyen nuestros ríos y saquean nuestros recursos. Defender al pueblo significa protestar por el alto costo de la vida y exigir más inversión en educación pública y salud. Defender la soberanía significa llevar a cabo una política diplomática de mutuo respeto y cooperación con los países de Nuestra América y el resto del mundo en vez de hacerle el jueguito al imperio.

Telarañas sociales

A nivel mundial, las redes sociales (o más bien las telarañas sociales) se han convertido en plataformas para difundir estereotipos y desinformación sobre culturas y comunidades no blancas o no europeas, fomentando la polarización social y normalizando los crímenes de odio. La islamofobia en Europa y Estados Unidos es un claro ejemplo de esta manipulación mediática. El odio hacia las comunidades musulmanas y árabes surge a causa de siglos de guerras imperialistas y colonialistas, siendo el pueblo palestino uno de los casos más emblemáticos.

En el contexto de la actual campaña electoral en EE. UU., se observa un incremento del anti-haitianismo por parte del candidato de extrema derecha Donald Trump y sus aliados en medios conservadores. Sus declaraciones racistas y absurdas, así como su amenaza de deportar a millones de inmigrantes, son alarmantes. La unidad y movilización anti-fascista se vuelven esenciales para contrarrestar estos ataques. Antes de los embates trumpistas, organizaciones de izquierda, sindicatos, iglesias de base y otros sectores progresistas ya estaban forjando la unidad entre comunidades inmigrantes que enfrentan el ataque anti-inmigrante tanto del Partido Republicano como del Partido Demócrata. La agresión a la comunidad haitiana en la diáspora estadounidense puede servir de modelo para fuerzas reaccionarias y es, en cierto modo, un ataque a la comunidad dominicana; cuando una comunidad inmigrante sufre ataques, todas las otras comunidades están en la mira de la ultraderecha, la cual necesita chivos expiatorios para avanzar su agenda.

En años recientes, la disminución de los medios impresos y el ataque al periodismo independiente han cedido espacio a los medios de internet donde predominan sectores guiados por el lucro y el conservadurismo. En ese marco, influencers y otras bocinas conservadoras han revitalizado la propaganda reaccionaria que sustenta el poder de las clases pudientes. Además, los roles de género impuestos por el sistema capitalista y las normas culturales tradicionales son reforzados por los influencers, quienes perpetúan visiones arcaicas sobre la familia y la sexualidad, marginando a la comunidad LGBTQ+ y a las mujeres.

Oscurantismo e ignorancia

Durante la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, sectores negacionistas de la extrema derecha promovieron teorías conspirativas y el oscurantismo, ocultando el conocimiento científico. [1] La prensa amarillista ha evolucionado hacia lo que hoy se conoce como fake news: bulos o mentiras sensacionalistas que distorsionan la realidad y generan desconfianza hacia fuentes legítimas. Si antes los medios tradicionales eran los principales responsables de difundir ideas racistas y clasistas, hoy las redes sociales lo hacen de manera más abierta y agresiva.

Es crucial reconocer que los influencers no surgen en el vacío; son una construcción social vinculada a intereses económicos. Muchos de ellos son empresarios o aspiran a serlo, reflejando el auge de la moda “emprendedora", un enfoque conservador y pro-capitalista que ha ganado terreno en Santo Domingo, promovido por sectores juveniles de la clase media ligados a partidos tradicionales como el PLD. En resumen, los influencers y muchos personajes del entretenimiento prosperan en un entorno capitalista que fomenta el consumismo y la lealtad al sistema en la mayoría de los casos en detrimento a los derechos laborales y a la dignidad humana.

La realidad dominicana, marcada por la negativa de la élite blanca y de origen extranjero a reconocer la herencia africana y los derechos civiles de los dominicanos de origen haitiano, se ve profundamente afectada por estas dinámicas que entrelazan la influencia de las redes sociales, el consumismo capitalista, el fascismo y la desinformación.

En conclusión, nuestra intención con este texto es combatir la manipulación mediática a la que está expuesta el pueblo dominicano a través de sectores conservadores en redes sociales que con su accionar terminan beneficiando los intereses económicos y políticos de las clases dominantes dentro y fuera de esta media isla.

Notas

1.El Diccionario de la lengua española define el oscurantismo en estos términos:

  • Oposición sistemática a la difusión de la cultura.
  • Defensa de ideas o actitudes irracionales o retrógradas.