I-Preámbulo:

La educación en nuestro país necesita un golpe de timón que cambie el rumbo en que se encuentra. El olvido de nuestra historia, la tergiversación de nuestros valores, de la moral social han afectado la formación de nuestros niños y niñas, lo que ha contribuido a producir hombres y mujeres desorientados y confundidos que en ocasiones atentan contra su propia existencia. Esto se manifiesta en una crisis colectiva en la que hay madres y padres que atacan a sus hijos, hay hijos que agreden a sus progenitores, estudiantes que agreden a sus maestros y vecinos que actúan contra sus vecinos. Todo ello es una expresión constante de falta de solidaridad y desprecio a los valores que enaltecen la convivencia y el respeto por la vida.

Nuestro país requiere una revolución educativa que siente las bases para que el ciudadano dominicano  se reúna en un proyecto histórico y patriótico. Es necesario un Ministerio de Educación que reoriente sus energías hacia un ser humano solidario, con sueños y aspiraciones colectivas, con valores superiores al individualismo, el consumismo desmedido y la superficialidad.

NOTA: Es preciso crear un proyecto de pueblo y de reconstrucción nacional fundamentado en nuestros valores patrióticos, en la ética del trabajo y la justicia social.

Con la visión de desarrollar ese hombre y mujer, comprometidos con el bien común y así acabar con:

La diseminación de la violencia en nuestra sociedad; El individualismo, la falta de solidaridad y el trastoque de nuestros valores sociales más preciados, es impostergable que nuestros Legisladores presente  una propuesta de legislación para un nuevo currículo escolar enmarcado en las enseñanzas Hostosianas del conocimiento humanístico, universalista, basado en el reconocimiento a los derechos fundamentales de nuestro país.

La propuesta congresual debe de ser de una revolución académico-cultural que no se limite a enseñar a nuestros jóvenes a leer y a escribir, a sumar y a restar, sino a formar seres humanos libes, patrióticos y solidarios.

Debemos comenzar por rediseñar la filosofía educativa y el currículo escolar, de modo que ambos reflejen un compromiso pedagógico con nuestra sociedad. Además, reeducar a los maestros y maestras en la visión y misión pedagógica del nuevo currículo  dominicanista  y patriótico.

Dicho currículo deberá promover la ética del trabajo, la moral social, la autoestima y el valor de nuestras capacidades como pueblo, fundamentadas en la visión Hostosiana de la educación. Vamos a fomentar la creación de un currículo caribeño que contribuya a fortalecer nuestros valores, nuestra identidad y los lazos culturales y diplomáticos que nos diferencian de nuestros pueblos vecinos.

II-Trasfondo Histórico:

A partir de 1985, la cultura de la lectura, que es el pilar de sostén para poder desarrollar el entendimiento objetivo e incisivo del acontecer nacional, se echó por la borda, al país adoptar esquemas de enseñanza ¨globalizantes¨ y sepultar el sistema Hostosiano de  enseñanza básica completa, con sus escuelas normales.

Estas escuelas, desarrollaban el conocimiento crítico y constructivo del alumno; inclusive, el bachiller graduado podía enseñar hasta el séptimo grado de primaria. En otras palabras, la cantera y oferta de educadores estaba garantizada. Hoy día: ¡BURUNDANGA!

Lo anterior, se ha convertido en una cotidianeidad muy peligrosa, donde el afán de lucro es el nuevo paradigma de la juventud.

La laceración que se infligió a la educación básica dominicana no tiene perdón de Dios. Creó una estructura anquilosante  para la enseñanza superior. De ahí que, los estudiantes avanzan hacia ella con enormes lagunas en el dominio del lenguaje articulado y la capacidad cognoscitiva aplicada a  las ciencias naturales. Mas de una decena de pruebas PISA así lo demuestran.

Muchos centros de educación superior tienen que invertir ingentes recursos humanos y económicos para ¨nivelar¨  a estos ingresantes, proceso que puede durar hasta dos años. Esta precondición solo deja escasamente un par de años, más o menos, para completar su compromiso curricular de la profesión. En casos excepcionales, este compromiso curricular puede extenderse de cuatro a seis años.

Oto aspecto que resulta altamente preocupante es la falta de retroalimentación entre los modelos educativos dominicanos y el entramado empresarial criollo. La transversalidad que debería existir entre la demanda y oferta de capacidades para la industria solo ha experimentado tímidas iniciativas auspiciadas por los gobiernos de nuestra sinuosa existencia republicana.

Esta retroalimentación es de vital importancia para garantizar una fuerza laboral proactiva y eficiente. El Estado dominicano está obligado a incentivar una actividad curricular que garantice la inserción del estudiantado dominicano al tren productivo nacional.

También, los centros de formación profesional deben de fomentar esta transversalidad acercándose, con una oferta de servicios de investigación, que incida  en aquellas áreas neurálgicas  del aparato productivo nacional. NO todo se le puede dejar al estado dominicano. La sindéresis y el sentido común deben prevalecer ante el gremialismo irracional y oportunista, que hoy todavía prevalece en nuestro sistema educativo nacional.

III-Propuesta

En particular, nuestra propuesta pone especial énfasis en los siguientes puntos:

  • Otorgar un mayor espacio en el currículo a la enseñanza de nuestra historia patria, tanto en los grados elementales como durante todo la experiencia académica de nuestros estudiantes, incluyendo el nivel universitario.
  • Viabilizar el uso del español para la enseñanza de las ciencias y la tecnología, proveyendo al Sistema de Educación libros de texto en español, nuestro idioma natural, adecuados a nuestra realidad nacional. De esta manera eliminamos la barrera del idioma en el proceso de aprendizaje de estas complicadas materias, al facilitar la comunicación entre maestro y estudiante en el binomio enseñanza-aprendizaje.
  • Combatir la alta tasa de analfabetismo, así como el analfabetismo funcional, a través de la creación de proyectos de educación popular, bajo el esquema de las Escuelas Normales.
  • Desalentar la competencia desmedida y el individualismo en nuestras escuelas y sustituirlo por el trabajo colectivo, la solidaridad y la ayuda mutua.
  • Sustituir el castigo y las medidas punitivas por el diálogo y la toma de conciencia de la responsabilidad social del estudiante, dentro de un régimen de consecuencias a base de méritos disciplinarios y académicos.
  • Fomentar que se asigne una mayor cantidad de fondos y recursos dirigidos a atender las necesidades de la población que tiene problemas de aprendizaje.
  • Crear proyectos educativos para la población penal, la cual por ser víctima de la desigualdad, la marginación y la injusticia social tiene menor escolaridad y oportunidades que la población general.
  • Promover una legislación para desalentar de nuestra televisión los programas basados en la violencia, la agresión y el crimen. Utilizar los medios de difusión pública para educar y afirmar nuestros valores patrios y morales.
  • Promover una legislación para que los fabricantes y distribuidores de juegos y vídeos describan en la etiqueta el contenido y la esencia del juego. De esta manera orientar a los padres sobre aquellos que se basan en "matar" al contrario, "destruir" al adversario, asi como aquellos que fomentan el individualismo, el discrimen, la traición y la transculturación sexual explicita.
  • Fomentar el conocimiento y uso de las ciber herramientas, dentro de un entorno eminentemente utilitario y no adictivo.
  • Crear los mecanismos de inserción al Bachiller, de manera que éste pueda transmitir conocimientos básicos a su entorno doméstico y escolar.

En resumen: El fin último de la educación Hostosiana era formar  hombres en el completo sentido de la palabra a través del desarrollo de las potencialidades físicas, intelectuales y morales, unidos al valor máximo que caracterizaba la esencia humana: el sentimiento de la libertad.

Finalmente, tenemos que siglos de desinformación y deformación histórica hacen de esa revolución educativa una tarea muy difícil, pero no menos urgente y necesaria. Nadie está satisfecho con el estado en que se encuentra el país, con la deserción escolar, con la falta de motivación y autoestima de nuestros jóvenes, con la dependencia sicológica y material (a veces real, a veces fabricada) en que nos han colocado los gobiernos del pasado, con la violencia callejera, con la criminalidad y, por qué no, la corrupción económica y moral aupada por el estamento político y empresarial de nuestro país.