Hace pocas semanas, en estas mismas páginas celebré que mi amigo y colega Nuccio Ordine acababa de ser galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Humanidades y Comunicación, el más reciente de una larga serie de prestigiosos reconocimientos nacionales e internacionales.
Esto hizo que le comentara cómo sus ideas tenían aplicación y vigencia en la política de la ciencia y, a pesar de que estábamos muy cerca del Congreso Internacional de ciencia que se acaba de concluir, quise sondear su disponibilidad para que nos acompañara en ese evento. Lamentablemente no pudo aceptar. Tenía que hacer una operación rutinaria.
Ayer, a mi regreso a Santo Domingo del Congreso recibí la noticia de su fallecimiento.
No es una pérdida solamente para la Universidad de Calabria. Es una pérdida para la cultura mundial y en particular la latinoamericana con la cual tenía un nexo muy estrecho.
Como muchos jóvenes de su generación había sido atraído por Cuba. Un amigo común, distinguido profesor de la Universidad de Calabria, ha recordado cómo quedaron fascinados por el pueblo cubano. Y esto me hace recordar que la única vez en que antes había publicado una conmemoración en esta página fue por un cubano, Eusebio Leal, idealmente tan cercano a Nuccio, ambos gigantes del valor democrático de la cultura.
En los planes de Nuccio estaba visitar pronto nuestro país. Me había prometido que sí vendría el año entrante. En éste, tenía previsto un único viaje a América Latina, que sería a Argentina y a otro país, Uruguay o Chile no recuerdo, y no podía extenderlo porque sus compromisos de docencia en nuestra Universidad de Calabria no le permitían una ausencia de más de dos semanas.
Hombre de cultura extraordinaria, autor de estudios importantes sobre el Renacimiento y Giordano Bruno, famoso por el best-seller cultural La utilidad de lo inútil, traducido en 32 idiomas y con 28 ediciones en español.
Su herencia cultural para los estudiosos de esa época es acompañada por un legado civil de gran actualidad. Sus raíces ahondan en las primeras experiencias de Nuccio en política universitaria, en su convicción de que la cultura puede contribuir a un ascenso social que no se mide por mayores ingresos o por el saldo de la cuenta en un banco, sino por tener la capacidad de contribuir al desarrollo inclusivo de la sociedad. La función de la escuela y de la educación era identificada en la formación humana rechazando criterios de utilidad y negando validez a experiencias demagógicas de alternar estudio y trabajo, y a la medición de los resultados de la formación por la capacidad de conseguir trabajo.
Cuando escribí, celebrando el reconocimiento del Premio Princesa de Asturias, puse en evidencia que la problemática de la utilidad de lo inútil era relevante en política científica. Sus reflexiones sobre la utilidad de enseñanzas aparentemente inútiles como la del latín y del griego, difíciles de justificar en un frio cálculo de costos y beneficios, también se validan aplicándolas a la enseñanza superior de las ciencias y tecnologías.
Esto tiene implicaciones en la enseñanza superior y en la investigación científica. En muchos países de nuestra región la estructura de la educación superior lleva a un exceso de oferta en ciertas áreas aparentemente funcionales al desarrollo del país, pero en la realidad cortoplacistas y que perpetúan la dependencia económica y política. Hay disciplinas cuya enseñanza es costosa, porque demandan un cuerpo docente que hace investigaciones costosas y tienen un número limitado de estudiantes.
Sin embargo, no solamente las universidades públicas, sino también las privadas de visión y misión inspiradas a valores de formación humana, no pueden ignorarlas. Esto tiene un reflejo inmediato en los que deben ser los planes de desarrollo científico de esas universidades y del país.
El vacío que crea la pérdida de Nuccio es inmenso para la cultura mundial y no hay manera de llenarlo. Hacer tesoro de su legado espiritual y político en sentido amplio de la palabra, es algo que, no como amigos que fuimos, sino como anímalos políticos que compartimos su visión, es la mejor manera de recordarlo.
Ojalá la visita que no se hizo a nuestro país y a Honduras, donde tuve la oportunidad de compartir con él un debate virtual, pueda ser realizada espiritualmente, en algún evento regional que recuerde su visión y su relevancia para nuestra región.