Por ignorancia o represión -incluso por desprecio- descuidamos nuestro pasado, a nuestros grandes intelectuales, artistas y promotores del arte que brillaron en su tiempo e hicieron la gloria de nuestro país. La cadena de transmisión de nombres y valores se ha roto, imprudentemente, de las viejas a las nuevas generaciones, especialmente por parte de nuestros dirigentes.
¿Dónde están algunas de las estatuas ecuestres de figuras históricas latinoamericanas que se instalaron en el Centro de Exposiciones o Bicentenario de la capital a fines de la década de los cuarenta? ¿Qué pasó con la estatua del Almirante-Descubridor en el muelle Colón que fue derribada y arrojada al mar en una vanidosa, histérica y juvenil crisis de tardía venganza y supuesto anticolonialismo?
En la actualidad, olvidaron a un auténtico haitiano, que desempeñó un papel decisivo en la evolución de la música popular bailable urbana y comercial haitiana, la promoción e incluso la formación de sus actores y estrellas: ¡ El maestro Issa El Saieh!
Nacido en Petit-Goâve, en febrero de 1919, y de ascendencia libanesa, Issa El Saieh, aliado de los Noustas de la famosa tienda "La belle créole", se instaló en Puerto Príncipe con su familia. A los nueve años, abandonó Haití y residió en Estados Unidos para su educación. En la escuela, se inició tocando el clarinete y el saxofón en la banda de música. Era la época del jazz de los años treinta y del siglo XX, de las grandes orquestas y de la moda del Swing. Queda marcado por ello, así como por su amor por la música afrocubana.
Regresó al país en 1939 y se unió al grupo de "jazz" Rouzier de la época. Con algunos de sus compañeros, entre ellos el cantante y baterista Levaillant "Vaille" Rousseau, de Jacmel, fundó el "Jazz Saieh" (1940). Él y su orquesta fueron los primeros en interesarse por los ritmos de baile y las melodías del folclore vudú haitiano. Su primer arreglista no fue otro que Antalcidas O. Murat, futuro defensor del Jazz-des-Jeunes, con quien luego tuvo un desacuerdo.
Impresionado en su juventud por el jazz americano y sus armonías, sus tensiones, Issa deseaba integrarlas en la estética de su "Big band", y recurrió a músicos americanos: Budd Johnson, saxofonista, el pianista Billy Taylor, ambos arreglistas; también con las mismas aptitudes, el célebre pianista cubano Bebo Valdés. Estos maestros intentaron familiarizar a los miembros de la orquesta con conceptos armónicos nuevos para la época, y que hoy son habituales.
Muchos buenos o grandes músicos y futuros directores de orquesta de la segunda mitad del siglo XX procedían de las filas de la orquesta Saieh: Guy Durosier, Raoul Guillaume, Roland Guillaume, Marcel Fleury, Hilario Dorval, Alphonse "Chico" Simon, Sevelum, Wébert Sicot, Charles Dessalines, Nono Lamy, Herby Widmaier, Raymond Baillargeau alias "Ti Roro", Ti-Marcel, "Coucoune" Denis, los hermanos Bretoux, Flambert (saxofonista)… y tantos otros como el gran trompetista Serge Lebon. El Saieh "Jazz" era en su tiempo una universidad. ¡Cómo olvidar al cantante Joe Trouillot y a René Dor!
Estas audaces innovaciones le valieron a esta orquesta la incomprensión del gran público, que la acusó erróneamente de americanizar la música tradicional y de deformarla. Desconocimiento de la armonía impresionista y hostilidad a las influencias anglosajonas, a la mezcla cultural en general. La orquesta de Issa El Saieh podía exhibirse bien en los grandes centros extranjeros del mundo, al estar al día para su época en cuanto a sus acordes.
La orquesta se mantuvo durante dieciocho años, al parecer, cambiando de nombre o de "templo" (Choucoune, "Le Perchoir"). Issa animó a Nemours Jean-Baptiste a formar su orquesta, regalándole para la ocasión un saxofón.
Issa El Saieh ha tenido algunos contratiempos. Como director de hotel con contactos cosmopolitas y visitas regulares a embajadas, incluida la estadounidense, acabó despertando las sospechas del régimen de François Duvalier, que lo encarceló. Fue liberado y salvado gracias a su amigo Eloïs Maître, entonces jefe de la policía secreta del régimen, que protegió a mucha gente.
Issa El Saieh, en su juventud, fue quizás uno de los pioneros del baloncesto en Haití. Inteligente, hábil, se dice que fue un excelente fabricante de muebles. Alcanzó la madurez como propietario de una galería de arte, hasta el final de sus días, muy famosa. Promotor incansable como siempre, brillante en la filantropía a través de sus obras sociales.
Este haitiano consecuente, bien integrado y útil a su país, se ve hoy amenazado por el olvido: van tras su gran propiedad de la Avenue du Chili, declarada de utilidad pública. ¿Con qué fin?
Podríamos hacer un museo en su memoria, como hicimos con Nemours y Sicot, a quienes guió y asesoró.
Fragmentos del artículo «Una memoria en peligro: Issa El Saieh» del Dr. Roland Léonard (Le Nouvelliste, 19 de marzo de 2020), Traducido al español por Gilbert Mervilus.