Mucha gente acudió al llamado a marchar el sábado 6 de agosto clamando un patriotismo con muchas aristas que analizar. Acudieron a ella los xenofóbicos exclusivamente antihatianos, que posiblemente fueran muchos. También acudieron los racistas, los que aborrecen la negritud, muchos de los cuales tienen más de un familiar negro detrás de sus orejas. pero sueñan con blanquearse, si no ellos mismos (como nuestro afamado Sammy), pero sí sus descendientes que fomentan en sus descendientes el “cruce“ con blancos para “mejorar la raza“.

Se dieron cita los trujillistas que santifican los crímenes cometidos por el dictador contra los haitianos que se quedaban en nuestro territorio. No pudieron faltar los farsantes y simuladores que acudieron inducidos por quienes se benefician de una forma u otra de la migración haitiana y su trasiego por nuestras fonteras. En este paquete se juntan los representantes de la política, de los empresarios que pagan sueldos de miseria a sus trabajadores del lado oeste de la frontera y por supuesto, del clero.

También acudieron muchos que asistieron ante el llamado de “la Patria“ en donde caben gente buena y estudiantes, muchas de las cuales entienden que los haitianos no son nuestro problema sino los que permiten el desorden migratorio y las mafias que lo controlan. Además de muchos, pero muchos escolares de todas las edades desde el sexto curso en adelante.

Me pregunto si algunos de los asistentes reparó en el hecho de que los nacionales haitianos son seres humanos que merecen una mejor vida en base a su trabajo, que es su objetivo al emigrar a donde sea que les ofrezca la posibilidad de poder mantener a sus familias y contar con la esperanza de un mundo mejor para sus hijos. Por el contrario, se enarbolaron consignas de repudio, pero no hubo una pancarta que reclamara justicia social para los que trabajan sin contar con seguridad social, seguro médico y con salarios pírricos que a penas les da para vivir.

Nadie culpó por su nombre, santo y seña a unas autoridades que se hacen de la vista gorda ante el negocio de ese trasiego fronterizo y nadie acusó por sus nombres al engranaje militar que toma parte de ese negocio. No vi reclamo como tal a este gobierno por la regularización de todos los emigrantes en la República Dominicana, haitianos y no haitianos, una promesa que hizo el actual presidente de la República en su campaña y por lo que sí se le llamó traidor, junto a Hipólito, Leonel y Danilo por no enfrentar el asunto como se debe pese a sus promesas electorales.

Esa no fue una marcha patriótica, fue una marcha hipócrita en donde no se tocaron a los verdaderos culpables del desorden existente en nuestro país sobre la cuestión migratoria. Sin embargo, algunos carteles apuntaban a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señalando que los problemas socioeconómicos que padece ese país no se resuelve con una fusión de ambos territorios. Claro que esta consigna se desvanece en vista de que la ONU es una organización que no sirve para nada, solo sirve para amamantar una nómina burocrática que vive “la duche vita“ a costa del dinero de los países miembros y en la actualidad le sirve a los intereses de la nación que más muertos le ha causado al mundo, los Estados Unidos de América. Podemos decir sin temor a equivocarnos que es una organización clientelista al servicio del gran país del norte de América.

A la oligarquía y la gran burguesía dominicana no les importa para nada el destino futuro de nuestra patria; solo buscan saciar su apetito de concentrar mayores riquezas a base del latrocinio en detrimento de nuestro Estado.

Algunos empresarios, con una visión diferente, han instalado empresas en la frontera dando trabajo a los ciudadanos haitianos que mejoran las posibilidades de estos seres humanos que al tener trabajo mejor remunerado ni siquiera piensan en pasar o vivir para este lado; sin embargo, esto no forma parte de una política del gobierno dominicano que otorgue incentivos para que esta acción se reproduzca cientos de veces y debería ser un punto privilegiado en la agenda para el desarrollo económico tanto de Haití como de nuestro país.

Pero, ¿qué detiene esta política?
Claro está que quienes impiden ese desarrollo son los representantes del círculo hegemónico de la Casa Blanca, que son los Clinton, interesados en que exista el caos para ellos poder “pescar en río revuelto“. Mientras exista ese equipo de criminales al mando de los EEUU el proyecto de desarrollo haitiano no podrá viabilizarse.

¿Y de Francia, qué?
Mientras ocupen el cargo de presidente una serie de peleles como el actual Macron tampoco podrá ser, en vista de que los franceses todavía se le arrastran a los norteamericanos como si esa gran deuda de la II Guerra Mundial fuese eterna.

Hoy Haití vive una realidad completamente inviable e invivible, dominada por bandas delincuenciales enemigas unas de otras a causa de sus odios tribales ancestrales que mantienen a su población en una constante zozobra de “sálvese quien pueda“.

Ese desorden solo puede detenerse con una intervención multinacional auspiciada por un consejo internacional, ya que la ONU no sirve para nada. Quizás cuando el genuflexo de Macron sea sustituído en el poder por un o una gobernante con más entereza y mayor independencia que entienda el grave problema de su antigua colonia y se decida por fraguar un contingente capaz de intervenir en Haití para detener y someter a las diferentes bandas armadas y obligar a que las diferentes tendencias político sociales se sienten a dialogar para encontrar el camino del desarrollo. Por supuesto que esto también debe conllevar al financiamiento de ese esfuerzo por parte de los países que se involucren en el proyecto.

¿Deberían los EEUU formar parte de ese consejo internacional?
Pues claro, negarlo sería un infantilismo y más aún debería liderarlo junto a Francia porque si bien es cierto que ya no son la potencia omnipotente de años atrás, debido al nuevo mundo multipolar que inauguró Rusia con su Operación Militar Especial en Ucrania y la encumbrada economía de China, en América se debe tomar muy en cuenta los EEUU, aunque todo depende de quienes estén gobernando en ese gran país.

Supongamos que Marine le Pen sustituya a Macron y en los EEUU retorne Donald Trump al poder; esa podría ser una mutual que bien podría resolver el problema haitiano. Recordemos que Marine Le Pen se le paró a los gringos “en dos patas“ y les dijo que si ganaba la Presidencia no iba a hacerles caso a las sanciones contra Rusia, y sobre Trump debemos recordar que durante sus cuatro años no invadió a ningún país y firmó 6 acuerdos de paz incluyendo un acercamiento con “el monstruo de Corea del Norte“ (para occidente) y mantuvo excelentes relaciones con Rusia.

Una acción como la planteada obligaría al gobierno dominicano de turno a enfrentar el control fronterizo como debe de hacerse, empezando por el desmantelamiento del tinglado corrupto existente dentro del ejército dominicano, la policía nacional y los funcionarios de inmigración involucrados.

El patriotismo se debe expresar en defender a nuestra patria de la corrupción, evitando que retornen los más grandes ladrones que han defalcado a este país en toda su historia, evitar que Leonel Fernández, Danilo Medina y todos sus cómplices vuelvan a manejar los destinos de nuestro Estado. Es señalar y condenar a aquellos que en el actual gobierno se valgan de sus cargos para robarle al Estado y exigirle al gobierno que cumpla para lo que fue electo: eliminar la impunidad y meter presos a los corruptos de ayer y de hoy.

Defender la patria es reclamar al gobierno para que regularice a todos los inmigrantes de todas nacionalidades que hay en nuestras tierras. Ah, se me olvidaba decir que no vi ninguna pancarta que reclamara acción legal contra inmigrantes rubios de ojos azules que utilizan niños dominicanos (pobres) para sus perversidades sexuales.

Pero la marcha puede ayudar a presionar al Gobierno para que se decida a resolver esta situación migratoria y enfrentar a los intereses que mantienen el caos fronterizo y el trasiego de seres humanos esperanzados en un mundo mejor.